Una operación pospuesta ha revelado una verdad previsible: tenemos muchísimas ganas de que Enrique Ponce (49) meta la pata hasta el fondo en su relación con Ana Soria (21). De alguna manera necesitamos que la realidad le dé razón a la costumbre y refuerce nuestra idea de que las relaciones desiguales en todos los aspectos (edad, formación, posición social) no pueden funcionar, como ya auguraba Santiago Segura este verano.
Esta inesperada intervención quirúrgica ha puesto a la pareja en el disparadero de todas las críticas: de repente, el torero que tanto ha mostrado su musculado cuerpo de veinteañero ha pasado de alegre compañero de fiesta (dicen que los amigos de Soria le celebran como «paganini») a postrarse en un reposo que pueden alargarse más de un mes. Y ella, sin comerlo ni beberlo, se ve convertida en enfermera.
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Esta es una de las contraindicaciones de las parejas desiguales que Ana Soria tiene que empezar a plantearse: los achaques que sobrevienen inevitablemente con el paso del tiempo y que requiren cuidados y vida reposada. La hernia inguinal que sufre Enrique Ponce no es una dolencia grave, pero se volvió imposible debido al exceso de ejercicio que el entrenamiento torero impone y que, sumado a una vida mucho más ajetreada debido a separación, romance y mudanza, se volvió dolorosamente insoportable. No es lo mismo un cuerpo de 20 años que de 50, y tanto el diestro como su novia empiezan a comprobarlo.
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Enrique Ponce y Ana Soria pueden prepararse para este desequilibrio vital y energético fijándose en otra pareja famosa que ha pasado por un trance similar: la formada por Kiko Matamoros y su novia Marta Álamo. Ambos ya se plantean una ruptura cuando el colaborador de ‘Sálvame’ padezca alguna enfermedad irremediable. No es una exageración, sino más bien previsión.
El cirujano que le ha operado, Rafael Fuentes Martos, ha revelado que este achaque llevaba meses dándole problemas al torero. «Me consta que durante estos meses ha tenido bastantes inconvenientes al respecto porque es un problema muy molesto que se va agravando con el ejercicio que se realiza al torear y se le ha salido la hernia en varias ocasiones», ha revelado.
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A la pareja de recién enamorados les queda por delante una larga temporada de reposo y soledad en el ático de lujo que acaban de inaugurar en Almería. De momento, Ana Soria no se ha apartado del lado de su novio convalenciente, aunque los días de confinamiento que tiene por delante pondrán a prueba su paciencia.
No es una virtud que caracterice a las personas de su edad, como estamos viendo en los botellones y fiestas que están rompiendo las recomendaciones sanitarias y los toques de queda. Ya sabemos que sus amigos echarán de menos al torero en sus salidas nocturnas, pues suele pagar copas y cenas en un gesto bastante inteligente para caer en gracia y, de paso, mantener bajo control a la chavalada. ¿Echará de menos Ana Soria a sus amigos? ¿Saldrá sin la compañía de Enrique Ponce? Veremos.
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