Ana Soria ya sabe lo que es ser pareja de torero. Y no solo porque se haya situado en el foco de la atención mediática desde que se conociera su romance con Enrique Ponce, sino porque, hace unos días, vivía en directo el susto de una cogida al torero. Fue en la plaza gaditana de El Puerto de Sana María, hace poco más de una semana.
Y parece que la experiencia fue tan desagradable y sobrecogedora para ella, que ha optado por virar el rumbo de su estrategia. La joven era la gran ausente este fin de semana en la faena que Ponce ofreció en la localidad francesa de Béziers. Ni rastro de la estudiante, que optaba por quedarse en la playa en vez de desplazarse a experimentar la tensión de que su pareja se ponga delante de un toro.
Enrique estuvo acompañado por unos amigos y, a simple vista o en un análisis rápido de la situación, podemos intuir que Ana ha optado por seguir los pasos de la exmujer de Ponce: alejarse de los tendidos y que las noticias le lleguen por otras vías que la de verlo con sus propios ojos. Porque era muy rara la ocasión que Paloma Cuevas se dejaba ver en el graderío cuando su marido se vestía de luces.
Lo cierto es que, al margen de este detalle que ha saltado a la vista, la relación entre Enrique y Ana marcha de maravilla. Hasta el punto de que él ha querido dar la cara públicamente para hacer frente a todos esos comentarios que ponían de relieve la diferencia de edad entre ambos. Lo hacía con un fragmento de una canción de Pol 3.14: «Y yo, que no puedo estar sin ti, no he encontrado la manera de que no tengas que morir».
Con ella presente en sus faenas o no, lo que queda claro es que Enrique no va frenar esos gestos de amor hacia esta almeriense que lha resucitado su espíritu más romántico.
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