Montserrat Alcoverro: ‘‘Yo puedo decir que tengo 62 años y no me he operado nada’’

  • Matías Roure, Octavi Pujades, Cristina Higueras… Todos los ‘Gente con Estilo’ de Diez Minutos.
  • Los protagonistas de ‘Acacias 38’ se despiden tras más 1.400 capítulos.

    Montserrat Alcoverro lleva toda la vida dedicada a la interpretación. Es su pasión y resulta más fácil preguntarle qué no ha hecho que por su extenso currículo, cuajado de obras de teatro, películas, cortos… y televisión. Este medio la ha dado a conocer un poco más al gran público, y en él se ha lucido con ‘El cor de la ciutat’, ‘Acacias 38’ y tantas otras producciones. Conserva intacta la ilusión. Es una guerrera.

    Tienes una dilatadísima carrera pero popularmente la gente te conoce por Úrsula, de ‘Acacias 38’. ¿La resucitarías?
    Absolutamente. Ha sido un regalo, un personaje tan complejo, con tantas capas… Estaría encantada de traerla de ultratumba. Tras haberla interpretado casi cuatro años y medio, he tenido que pasar un cierto duelo.

    ¿Conoces la calle Acacias 38?
    Por supuesto, y me hizo cierta gracia ir a conocerla (está en Madrid, pero se recreó, de época, en un plató). De la misma manera que hay una calle Santa Úrsula…

    «Tras 37 años de profesión, sigo siendo una trabajadora de la cultura»

    La telenovela triunfó en Italia, donde te han premiado. Sorprende que eso no trascienda demasiado.
    Lo de que nadie es profeta en su tierra es cierto. Somos un país poco agradecido con sus artistas. Yo misma me sorprendo del recibimiento y los premios que me han dado en Italia. Pero ésa es la realidad, y yo soy hormiguita y continúo haciendo mi camino. Una sabe lo que es, y tras 37 años de profesión, con tres compañías de teatro, una productora de cine, y habiéndome arruinado y levantado cabeza, sigo siendo una trabajadora de la cultura.

    ¿Cuesta el trabajo de actriz cuando eres mujer y tienes cierta edad?
    En nuestra profesión existe una discriminación absoluta en cuanto a personajes masculinos y femeninos. Cuando una mujer está delante de los proyectos, el margen diferencial suele reducirse. Tenemos que romper ese techo de cristal y seguir batallando para que las mujeres tengamos un espacio.

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    ¿Se os presiona por lo estético?
    Absolutamente, no es nuevo pero ha ido ‘in crescendo’. Hay una dictadura de la estética, y yo puedo decir que tengo 62 años y no me he operado nada, y eso es una actitud también. La de productores que me han dicho que me tenía que operar la nariz… Es casi una imposición de esta sociedad tan androcéntrica y patriarcal. Los hombres se tienen que poner las pilas, la pelota está en su tejado, se tienen que jugar la paz. Y no es por la supremacía de nadie, sino por la igualdad.

    Amas tu profesión. De no ser actriz, ¿a qué te hubieras dedicado?
    Bueno, yo soy actriz por error. Bailé de niña, quise empezar danza contemporánea, pero en su momento no había plazas en la escuela y opté por arte dramático. En cuanto puse un pie en un escenario y pude comunicarme con la palabra, no sólo con el cuerpo, me dije que éste era mi sitio. Me profesionalicé en 1984, dejé el trabajo, la pareja, y me lancé a ser actriz. Los inicios fueron duros.

    «Yo vengo de una familia obrera»

    ¿Alguien en casa se dedicaba a ello?
    No, yo vengo de una familia obrera; empecé a trabajar a los catorce años, lo necesitaba, y estudiaba por las noches.

    Eres reivindicativa.
    Siempre he sido una peleona. Estoy en la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), que ha hecho mucho por la trabajadoras; organicé el primer ciclo de mujeres directoras de Cataluña… y abogo por el Estatuto del Artista, en lo que estamos trabajando.

    Y no has esperado sentada a que el trabajo llame a tu puerta.
    La vida me ha proporcionado unas oportunidades y otras me las he currado yo. Trabajo en cinco idiomas, castellano, catalán, francés, alemán e inglés, he hecho muchas cosas fuera, pero aquí no lo sabe ni dios porque no se le ha dado un espacio. En cualquier caso, levanto proyectos que me levantan el alma y estoy emocionada y agradecida de haber sobrevivido en esta profesión. Soy trabajadora del mundo y voy donde se me pide.

    Has viajado mucho.
    Es de lo que más agradezco, hacer proyectos internacionales y, sobre todo, vivir con la gente del lugar, si no eres un turista más. Por ejemplo, estuve en Senegal en 1990, y es un antes y un después, porque lo de estar viviendo con las tribus…

    Nunca has expuesto tu vida privada, tu pareja, tus historias…
    Es una actitud de cada uno. No cuestiono ni juzgo a los demás. Yo respeto mucho mi intimidad; en redes sociales no pongo nada de ella, por respeto a los míos y a mí.

    Así que, si te pregunto si estás emparejada…
    No te voy a decir nada (risas). Sí, estoy en pareja y muy enamorada de mi churri, que es una persona maravillosa con la que aprendo y crezco. No es de la profesión, aunque anteriores parejas sí. Llevamos ocho años juntos.

    «Se me gana con amor, empatía y humildad»

    Al menos me dirás cómo se gana a Montse Alcoverro.
    Con amor, es un valor incuestionable, con la empatía, con la humildad, con el tender la mano y recogerla también… De bien pequeña me enseñaron que a veces te toca servir y otras, ser servido, y hay que saber adaptarse a cada circunstancia. Pongámonos en el lugar del otro; al final, todos somos iguales.

    ¿Cómo has vivido la pandemia?
    Ha sido duro, y en lo laboral, a mi edad, ya he vivido varias crisis: la de antes de los JJ OO de Barcelona (ella es de allí); la de después; la de 2008, que fue dramática… Parece que la gente de la cultura siempre hemos estado mal, viviendo de manera precaria. En mi profesión se pasa hambre. Es lo que ha pasado con la pandemia, pero ahí han estado las organizaciones de apoyo a la profesión y Ayuda Actúa Alimenta, con la que colaboro, cargando cajas, distribuyendo comida… Me podía pasar a mí también.

    ¿Qué te traes ahora entre manos?
    Ha habido un parón importante durante la pandemia, pero hay proyectos muy bonitos. Ahora, además, tengo una representante en Alemania y otro en Francia, y quiero relanzar una carrera internacional. Por suerte, al tener idiomas he podido trabajar mucho fuera. Y vuela por ahí un programa sobre libros, acabo de leer ‘Yo, Dita Kraus’; porque no mola el móvil, y la juventud ha de recuperar la curiosidad. También pienso en teatro…

    ¿Que te gustaría hacer?
    Hay tantas cosas y tanta gente con la que me gustaría trabajar… He hecho de todo, y me gustan las mujeres potentes, trabajar con ellas e interpretarlas.

    Estilismo: María Álvarez. Maquillaje y peluquería: Javier Reyes. Agradecimientos: Hotel CoolRooms. Palacio de Atocha. C/ Atocha, 34. 28012 Madrid

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