Quizás la realeza sea, o les obliguen a serlo, apolítica. Pero no Meghan Markle, que además ya no ejerce como duquesa de Sussex. Tampoco su esposo, el príncipe Harry, a quien se lo dejó muy claro el equipo de prensa de Windsor cuando les preguntaron qué les pareció que el royal apareciera en un vídeo de la revista Time junto a su mujer pidiendo a los estadounidenses que se registraran para ir a votar el 3 de noviembre". "Son opiniones personales", dijeron desde la Casa Real para la que ya no trabajan los padres de Archie.
El llamamiento que hicieron ambos va en la línea que Markle sigue desde hace años. La exactriz dio su apoyo explícito a Hillary Clinton en las elecciones de 2016. Aún no estaba casada con el príncipe, así que manifestaba con más apertura sus preferencias. Hoy, a pesar de que ha aparecido públicamente más que nunca para hablar de elecciones, no ha pedido el voto para Joe Biden. El motivo de su prudencia podría ser su marido, a quien pondría en un aprieto con su familia si entrara en cuestiones partidistas. Por eso la duquesa ha buscado otra forma de participar en el debate.
En ese sentido, más que como una royal, se comporta como una celebridad que aprovecha su influencia y su repercusión para movilizar a la ciudadanía. Es lo mismo que han hecho en esta campaña electoral las estrellas de la NBA, que por primera vez han lanzado anuncios en los descansos de los partidos para pedir a la gente que se registre, paso previo en EEUU para poder votar. Tampoco ellos indican a quién elegir, sólo que ejerzan su derecho a hacerlo. Es lo que persigue el jugador de los Angeles Lakers Lebron James con su organización "More Than a Vote" (Más que un voto) con la que anima especialmente a la población afroamericana.
Y esa es la senda que sigue Meghan con ayuda de Harry. Como Lebron, la exactriz sabe que en los comicios de 2016 la participación de dicha minoría cayó, por primera vez en 20 años, casi siete puntos. También sabe que las minorías y las personas con menos recursos económicos encuentran más barreras para ir a votar. Es lo que se conoce como "supresión del votante", término que hace referencia al conjunto de leyes o medidas que dificultan llegar hasta la urna. Un ejemplo: cuando en Indiana se exige la identificación del votante con un documento que incluya fotografía, prácticamente lo está limitando al carné de conducir. En ese estado el porcentaje de población blanca sin carné es del 7%, el de la latina del 10%, pero el de la afromericana alcanza el 21%.
Otro caso es el de Texas, donde en sólo seis años, de 2012 a 2018, se eliminaron hasta 532 lugares de votación. Curiosamente se cerraron en las zonas donde más habían aumentado las poblaciones minoritarias, con lo que se obligaba a los votantes a desplazarse más lejos. Esos son dos ejemplos de normas que impiden o entorpecen el acceso a la urna a algunas personas, pero en ocasiones, esas dificultades se traducen en amenazas e intimidaciones en los colegios electorales el mismo día de los comicios.
Por eso que Markle pida el voto sin especificar para qué candidato no es una petición de menor importancia. Y es el motivo por el que está en contacto con Stacey Abrams, ex candidata demócrata a gobernadora de Georgia y activista especializada en supresión del votante. "Hay que combatirlo porque ante esas amenazas es normal que haya gente que considere que ir a votar no merece la pena", dijo Markle en la entrevista que le concedió a Gloria Steinem.
Esas son algunas de las desventajas que sufre la población negra en Estados Unidos. Una de las muchas a las que se refirió el príncipe Harry cuando a principios de octubre declaró que había crecido ignorando cómo se sentía alguien que no es blanco en un mundo “creado por gente blanca para gente blanca”. En esa intervención, él y su esposa explicaron que hace meses que están en contacto y hablan con Alicia Garza, una de las fundadores del movimiento Black Lives Matter.
La concienciación de Harry
Con Steinem, Markle no sólo habla. También se sabe que ha compartido tiempo y teléfono con la histórica feminista para llamar casa por casa y pedir a los ciudadanía que vaya a votar. El feminismo es otra de las batallas que Meghan Markle defiende. Por eso, aunque no haya apoyado explícitamente a Biden y tampoco a Kamala Harris, no ocultó sentirse "muy emocionada" por la elección de quien podría convertirse en la primera vicepresidenta del país perteneciente además a una minoría.
A quien no han nombrado ni una vez ha sido a Donald Trump, que ha arremetido contra la pareja en varias ocasiones. De manera sobreentendida sí lo hizo el príncipe cuando en el mensaje que ambos lanzaron en septiembre pasado pidiendo el voto, el nieto de la reina Isabel II de Inglaterra dedicó su intervención a pedir a la gente a que no optara por los discursos del odio.
El aludido era Trump, que se hamostrado en su mandato como el presidente más tóxico en sus comunicaciones, el que más ha atizado la crispación y ha hecho uso de los insultos con rivales, artistas y todo el que ose llevarle la contraria. Y no sólo en sus redes sociales, también en sus discursos oficiales. Por no hablar de las veces que ha justificado o auspiciado el racismo, no sólo de palabra. Por eso, aunque ni Meghan ni Harry–que no puede votar por no tener la ciudadanía estadounidense– se hayan manifestado a favor de Trump ni de Biden, no hay que ser muy avispado para imaginar por quién optarían.
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