Hace más de un año, Massiel concedía una entrevista a Bertín Osborne en ‘Mi casa es la tuya’. Allí revelaba el calvario que estaba pasando con sus ojos desde que comenzara a perder la vista en uno de ellos. «He perdido la visión en la mácula, veo periférico, si me tapo no te veo la cara, podría no caerme pero no puedo leer o ir al cine y al teatro. Llevo siete años pinchándome. Otros se mueren de cáncer y yo me estoy quedando ciega. Es duro. No tiene cura», decía en aquella ocasión.
El pasado sábado, se sentaba en el ‘Deluxe’ y manifestaba sus deseos de que este sufrimiento al que hace frente terminase. De morir. De que a los que están sufriendo por culpa de el problema de salud que sea, se les dé la oportunidad de decidir cuando quieres escribir la página final de su historia.
«Se está discutiendo en Holanda una ley con la que se propone que todas las personas mayores de 50 años que estén cansadas de vivir y quieran tomar la decisión de no vivir, se toman una pastilla y se van«, comenzaba esa confesión de la artista.
Y añadía: «Eso es maravilloso, que tú puedas decidir cuándo te vas. Económicamente hablando también es un ahorro para cualquier país. Los que nos queramos morir, déjennos que nos tomemos la pastillita y nos muramos».
Los que nos queramos morir, déjennos que nos tomemos la pastillita»
Antonio Rossi, asombrado, le preguntaba si era cierto lo que estaba entendiendo: que quería morirse ya mismo. «Yo, encantada de la vida. Si me quedo ciega, que ya soy tuerta, ¿para qué quiero vivir ciega? Si no puedo leer, no puedo ir al teatro, no ir al cine… ¿Qué quieres que esté pendiente de una persona que me manipule? No quiero depender de nadie. Yo prefiero estar en silla de ruedas antes que estar ciega», era su respuesta.
«¿Aprender braille a los 72 años? ¿Depender de alguien? Jamás. No consentiría ser dependiente. No quiero depender de nadie nunca. Yo soy huérfana de padre y madre. Mi hijo se levanta a las 7 de la mañana y vuelve a las 21:30 de trabajar y tiene a su mujer y a sus tres hijos. Yo no puedo ser una carga para mi hijo·, remataba Massiel, que no quiere tener que depender de nadie.
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