La sospecha está ya al borde de la confirmación: estamos viviendo un vuelco en la relación de las fans con las famosas. Lo que antaño era adoración, defensa a ultranza y anhelo absoluto de emular cada uno de los detalles de su existencia, se ha convertido en descreimiento, vigilancia, crítica y hasta cancelación de unas personas (casi siempre mujeres) que se consideran hoy habitantes de una burbuja extemporánea. Puede que todo sea culpa de las redes, de Twitter a TikTok: ahora que la fama se ha puesto tan a tiro de tantos, se ha vuelto menos deseable, defendible y hasta comprensible para la generación Z, alérgica al viejo glamour y más sensibles a todo lo que tenga que ver con el activismo.
Llevamos meses viendo cómo muchas estrellas se estrellan frente a campañas de críticas y la cultura de la cancelación: una vez se hace público un comportamiento censurable, la gran masa de ‘followers’ se moviliza para vilipendiar y desterrar a la invisibilidad a la presunta culpable, quien puede enfrentarse a la pérdida de confianza de sus clientes (de muchas marcas, por ejemplo) y hasta al despido. Le ha sucedido recientemente a Ellen DeGeneres, debido a que se hicieron públicas pruebas de maltrato laboral a varios miembros de su equipo. A veces, la censura tiene que ver con la ridiculez de algunos famosos, como esos que cantaron «Imagine», de John Lennon, en plena pandemia (Gal Gadot, Natalie Portman, Mark Ruffalo). Se solidarizaban exhibiéndose desde sus increíbles mansiones, cosa que no fue nada bien recibida en las redes.
Esta corriente de crítica continúa en TikTok, donde personas anónimas no dudan en contar detalles reveladores (normalmente para mal) de sus encuentros con personas famosas. Julia Carolann, una ex camarera de un exclusivo restaurante de Manhattan, ha grabado un ranking con las ‘celebrities’ más desagradables que tuvo que servir. El ranking lo lidera Hailey Bieber («fue desagradable todas las veces que vine») y Kylie Jenner («dejó una propina de 20 dólares tras una cena de 500). Las hermanas Hadid, sin embargo, obtienen un 10: son amabilísimas. El vídeo ya tiene 16 millones de visualizaciones.
Estamos asistiendo a un giro total en la consideración de las ‘celebrities’, que ya no gozan de ninguna impunidad: gracias a las redes sociales, cualquier persona puede poner sobre la mesa su comportamiento. De hecho, gracias a estas críticas cada vez parece más evidente que su ascendiente social no ha sido más que otra burbuja que, si no ha estallado ya, está a punto de estallar. En lo peor de la pandemia, muchas ‘followers’ se preguntaron: ¿por qué seguimos a estas personas que ni sienten ni padecen mientras graban vídeos de yoga en el jardín o hacen recetas veganas en sus enormes cocinas?
Una prueba de que estas críticas tienen más que nerviosas a las famosas: después de ver el éxito del vídeo de Carolann en TikTok, Hailey Bieber se disculpó publicamente: «Siento mucho si te di malas vibraciones o tuve una mala actitud contigo, no era mi intención», escribió. «Me ha sentado fatal saber cómo fue tu experiencia conmigo, pero me alegro de que me hayas dado un toque porque así me doy cuenta de que debo mejorar. Espero que la próxima vez que nos encontremos pueda disculparme en persona».
Otra famosa que tampoco sale bien parada de la evaluación de Carolann es Kendall Jenner, aunque admite que no está segura de si es maleducada o solo tímida. «Venía mucho pero siempre era muy fría con los empleados. Casi nunca nos hablaba directamente: siempre había una persona que se encargaba de hacerlo por ella». Otras usuarias de TikTok han coincidido en llamar a Kylie Jenner «arrogante», a Katherine Heigl «difícil cuando no loca» y a Jessica Alba «manipuladora y con una mala actitud con los trabajadores de los rodajes». Antes no había redes en las que contar estas cosas. Ahora, las famosas están totalmente expuestas. Y si no se portan bien, canceladas.
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