“Ese tipo de conversaciones deberían quedar en la intimidad de la familia”, comentó Alberto de Mónaco, sobre la entrevista que el príncipe Harry y Meghan Markle concedieron a Oprah Winfrey, aunque afirmó que entiende el calvario por el que los duques de Sussex han pasado y ya hace tiempo señaló que la presión mediática podría hacer mella en ellos. ¿Lo decía por experiencia propia?
Cuando el único hijo varón de Rainiero III accedió al trono monegasco, tras la muerte de su padre en 2005, tenía dos hijos ilegítimos reconocidos –la primera, Jazmin, fruto de su relación con Tamara Jean Rotolo, y el segundo, Alexandre Coste, de su relación con Nicole Valérie Coste– y pocas perspectivas de casarse en el futuro más próximo. Famoso por su ajetreada vida amorosa –le atribuyen conquistas como Claudia Schiffer, Brooke Shields o Tasha de Vasconcelos–, cuando en 2006 se hizo pública su relación con la nadadora olímpica Charlene Wittstock, ella solo parecía otra más de las mujeres de su vida.Tras tres años de relación, la pareja anunció su compromiso, y en 2011 se casaron en una boda de tres días en la que lo más comentado fueron los ojos tristes de Charlène.
Según los relatos, las lágrimas de Charlène durante la ceremonia eran de tristeza, no de emoción. Apodada "la novia a la fuga", la prensa afirmó entonces que la princesa había cambiado de idea acerca de su matrimonio –un malestar acuciado por los continuos rumores de infidelidad por parte del príncipe– y trató de huir de Mónaco. El primer intento, según el diario francés L’Express, fue durante una de las pruebas de su vestido de novia en Francia, donde habría buscado “refugio en la embajada sudafricana en el mes de mayo”. La boda se celebró el 1 de julio de ese mismo año. El segundo intento, durante el Gran Premio de Mónaco, fue igualmente frustrado antes de llevarse a cabo. Sin embargo, fue en el tercer intento donde casi logra su objetivo: poco antes del enlace, reservó un vuelo a Sudáfrica y casi llegó al aeropuerto de Niza, pero el palacio la interceptó para que “el séquito del príncipe pudiera persuadirla de que se quedara”, según un detective profesional de Mónaco citado por el NYPost, quien afirma que el pasaporte de la princesa quedó bajo custodia de palacio.
En 2017, Alberto aseguraba a la revista People que “antes o después [Meghan] va a tener que enfrentarse a la gran ofensiva. En cierta manera, ser una actriz te prepara un poco, pero nada puede prepararte realmente para soportar esa presión de manera constante. Es difícil para cualquiera manejarlo (…) Fue difícil para Charlène, y me imagino que más debe serlo ahora con el incremento del ritmo de las noticias y de las redes sociales”.
“Me siento feliz, aliviada, orgullosa y muy emocionada”, diría Charlène tras dar a luz a los mellizos Jacques y Gabriella tiempo después.Los primeros años de su matrimonio estuvieron llenos de rumores sobre las faltas en la relación, despertados por las imágenes de ella con amigos en el Caribe sin rastro de Alberto, los actos oficiales en los que Charlène no aparecía, su difícil relación con Carolina de Mónaco, o que ella vivía en las afueras de Montecarlo con los niños, mientras Alberto permanecía en palacio. El príncipe llegaría a admitir que habían pasado la luna de miel separados en Sudáfrica, pero no solo en habitaciones diferentes, sino en hoteles distintos: ella visitando a su familia y él reuniéndose con el Comité Olímpico Internacional a más de 15 kilómetros de distancia.
Ahora todo eso parece haber cambiado y la princesa gestiona la imagen de su matrimonio de forma muy diferente, tal y como ha demostrado en la última entrevista que ha dado a la prensa. "Cuando mi marido tiene problemas, me los cuenta. Le digo a menudo: ‘Pase lo que pase, estoy al 1.000 por ciento contigo. Te apoyaré hagas lo que hagas, tanto en los buenos como en los malos momentos", expresaba Charlène a la revista francesa Point du Vue a principios de este mismo año.
A pesar de sus declaraciones, las redes sociales no pasan por alto detalles como el nuevo corte de pelo punk de Charlène de Mónaco, interpretado como un gesto de rebeldía de una princesa atrapada en un matrimonio en el que no es feliz (aunque ella misma ha asegurado al mismo medio que Alberto está feliz con su nueva imagen). Desde la pandemia, la princesa aparece en múltiples eventos oficiales con Alberto… pero casi nunca coincide con Carolina de Mónaco.
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