Además de haber vendido más de 27 millones de discos en todo el mundo y de tener más de 150 discos de platino, Laura Pausini (46) se ha ganado al público no sólo con su potente voz y su profesionalidad, sino también con su humildad y naturalidad a pesar de ser una de las artistas italianas más famosas de todos los tiempos. Como coach de La Voz (los viernes en Antena 3), Pausini se ha ganado a los espectadores con sus ‘locuras’ y sus divertidas aportaciones, pero también con su cercanía y cariño a la hora de juzgar a los talents que buscan una primera oportunidad sobre el escenario.
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Y es que ella sabe bien lo que es luchar por un gran sueño en apariencia inalcanzable. Laura nació el 16 de mayo de 1974 en Faenza, una pequeña localidad conocida por sus cerámicas de loza fina y de unos 60.000 habitantes en la región de Emilia Romagna, cerca de Rávena y a unos 50 kilómetros de Bolonia. Sus padres se habían casado cuatro años antes (este año han celebrado sus bodas de oro con una ‘reboda’ junto a su familia) y habían perdido tres hijos antes de que naciese Laura. Su madre, Gianna Bellardini, era ama de casa, y su padre, Fabrizio Pausini, era cantante de piano bar. Cuando Gianna se quedó embarazada de nuevo, el médico le aconsejó permanecer en reposo en la cama durante los nueve meses y su padre decidió quedarse a su lado renunciando a varias propuestas profesionales importantes.
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Con ocho años cantaba con su padre en bares
Ya desde niña, la hoy artista internacional sabía que lo suyo era la música. Comenzó cantando en el coro de la iglesia, con ocho años compuso su primera canción, Lasciami dormire, y con 13 grabó su primer disco, I sogni di Laura, con la ayuda de su padre. Su primera ‘actuación’ la llevó a cabo sin haber tomado una clase de canto en su vida. Era el 16 de mayo de 1982, día de su octavo cumpleaños, y Laura cantó Dolce Remí, sintonía de un dibujo animado, en el restaurante Napoleone de Bolonia. Justamente ahí fue donde conoció a su primer gran admirador, el cantante italiano Lucio Dalla, que se quedó prendado de su maravillosa voz siendo aún una niña. Laura siguió acompañando a su padre a los bares y restaurantes en los que actuaba y cuando salía del colegio se subía con él en el coche y ahí hacía los deberes antes de salir a cantar con él.
Sus amigas del colegio, que hoy siguen siendo sus grandes cómplices y se hacen llamar ‘le sincronette’, fueron un gran apoyo para Laura. Se conocieron en la guardería y siempre la ayudaron a superar los comentarios maliciosos de otros niños del colegio que se metían con ella porque no iba a fiestas ni a discotecas, ya que prefería estar con su padre actuando. Esos compañeros la iban a ver cantar música tradicional y luego se burlaban de ella en clase al día siguiente. Pero esas risas a escondidas cambiaron años después cuando Laura triunfó en el Festival de San Remo. Tenía 18 años y se subió al escenario para cantar La Solitudine, un tema escrito por dos autores de su zona que en un principio iba a dirigida a Anna. Laura la modificó y se la dedicó a Marco, un chico que fue su primer novio y que la dejó besando a otra chica delante de ella.
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Ni derrochona ni fanática de las fiestas
Aunque en ese momento Laura quería estudiar Arquitectura y ser diseñadora de interiores, la música fue más fuerte que todo eso. Incluso superó que un novio de la adolescencia no le ‘dejase’ cantar y nunca pensó que sería famosa ni que escribiría sus propias canciones. Pero la carrera de Laura Pausini comenzó en ese preciso instante, en 1993 y sobre el escenario de San Remo, y ha sido imparable hasta nuestros días.
Una de las cosas que le quitaba el sueño en sus inicios era dejar de lado a su hermana pequeña, Silvia, dos años menor que ella y que es dependienta en una boutique en Rávena. “Ella tenía 15 años cuando empecé a ser famosa y no soportaba a mis fans. Hoy es la jefa del Fan Club. Una noche estaba en Suecia y la pillé yendo a la discoteca. A mí no me daban permiso para ir. De hecho, cuando gané San Remo, mis amigos me organizaron una fiesta en el club Gufo di Brisighella. Nada más entrar, gritaron por el micrófono: ‘Está Laura Pausini’. Me avergoncé y no volví a ir nunca más a una discoteca”, contaba la cantante en una entrevista en la edición italiana de Io Donna.
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Laura siempre tuvo los pies en la tierra gracias a la figura de su padre que la acompañó en todo momento en sus comienzos en el complicado mundo de la música. Nunca se sintió una celebridad y nunca tiró el dinero que le llegó de golpe. “Hasta que no me compré una casa en Milán en 2005 no me di cuenta de que era rica. Desde el 93, el único gran gasto que hice fue comprar una casa a mis padres. Nunca he sido derrochona. De hecho, de niña, mis compañeros de colegio vestían con marcas como Best Company y yo no podía permitírmelo. Una vez mis padres me llevaron a Rávena y me compraron un trozo de tela de esa marca y mi madre me lo cosió a los pantalones. Eso me marcó y ahora guardo un trocito de cada cosa que compra. De hecho he renunciado a muchas compras porque me producía sentimiento de culpa”, explicaba en la citada entrevista.
Una gran decepción amorosa
El amor no ha tratado mal a la estrella de la canción melódica italiana. Ha vivido tres grandes amores a sus 46 años (sin contar a Marco, esa historia de juventud que le dio la fama y una de las canciones más populares de todos los tiempos). “En general, los hombres me gustan morenos, con el pelo no muy corto y una cara perfecta. Me encanta, por ejemplo, Mark Ruffalo. Para mí, los hombres tienen que tener cara de bueno y luego no serlo tanto”, ha dicho con cierta picardía en alguna ocasión. Su primer novio importante fue Alfredo Cerruti Jr., cuando ella tenía 18 años. Fue su manager en los primeros años de carrera y con él estuvo casi diez años.
"Un día fui a darle una sorpresa a casa y la sorpresa me la llevé yo –refiriéndose a que le encontró con otra mujer–. Se me cayó el mundo encima. Hasta que no me enfrenté viéndolo con mis ojos, no lo creí. Desde entonces perdí un poco de mi dulzura", dijo en el programa de Risto Mejide, El Rincón. Cuando se separaron, Laura cayó en una depresión de la que salió gracias a la ayuda de un psicólogo.
“Fue una ruptura durísima, en lo sentimental y en lo profesional. Un gran dolor que me desestabilizó completamente. Nada que ver con el momento en el que me dejó Marco. No me podía ayudar mi familia, ni el abrazo de los fans, era una soledad adulta. Al principio no podía, no quería, pero tuve que mirarla de frente y transformarla en mi amiga. Trabajé mucho con una psicóloga para volver a ponerme en pie y encontrar a la mujer que soy hoy. Me sentía muy frágil, ahora soy una luchadora”, decía en Io Donna.
Una de las cosas que más le costó superar a Laura fue el momento de dormir sola, una cuestión que le ha quedado dentro y ahora el dormitorio de su casa es más pequeño que cualquier otra habitación de su casa de Roma. “Nunca había dormido sola y cuando terminó mi primera relación tuve que afrontar también eso. Estaba en Milán y la primera noche no podía hacerlo así que llamé a la puerta de mis vecinos. Eran dos chicos gays y les invité a casa. Pasamos la noche charlando y desde entonces son dos de mis mejores amigos, aunque uno de ellos falleció a causa de un tumor”, añadió.
Tras reponerse de ese golpe en el corazón, comenzó a salir y a hacer cosas que no había hecho de joven, como ir a discotecas. “Acepté la compañía de hombres que yo sabía que no tenían intenciones serias. Esta época me ha servido para entender aún más que quería sentirme ligada para siempre al mismo hombre. Mi naturaleza es la de ser mujer y madre”, contó. En 2003 comenzó una relación con Gabriele Parisi, también su manager. Con él estuvo dos años y en ese tiempo Laura dijo que había encontrado al hombre con el que formar una familia y también que entonces era una mujer más fuerte y que no permitiría a ningún hombre que la hiciera sentir débil en las elecciones profesionales. Junto a Gabriele hizo aún más sólida su carrera y logró un Latin Grammy.
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En París conoció al amor de su vida
Poco tiempo después de romper con Parisi, conoció al que sería el gran amor de su vida. Fue en marzo de 2005, después de un concierto en París, la cantante conoció a Paolo Carta (56), un productor artístico y guitarrista (hoy forma parte de su banda). Nada más verse, entre ellos surgió la chispa, pero Laura dudó mucho antes de comenzar una relación con él. Por sus convicciones religiosas, la cantante nunca se había planteado estar con un hombre que ya había estado casado anteriormente. Paolo estaba separado de Rebecca Galli y tenía tres hijos, Jader, Jacopo, Joseph, que entonces tenían 12, 11 y 3 años. “Estaba fuera de mis convicciones. Tardé mucho en aceptar este amor, pero era demasiado fuerte. Nunca pensé en sustituir a la madre de sus hijos y no quería que nuestra historia hiciera daño a los niños”, llegó a decir Laura.
Pero hubo una noche que cambió todo. Fue en Nueva York. Laura, que nunca iba a discotecas, estaba con su banda y Paolo le preguntó si iría esa noche a una fiesta. “Si vas tú, sí”, respondió ella. Y allí se dieron su primer beso. Su amor dura hasta hoy y después de 15 años nunca ha habido rumores de crisis. “Paolo me ha cambiado la vida con una simple frase, ha sido el primero en decirme que soy guapa”, ha dicho en varias entrevistas la artista. Su amor puede con todo, incluso con esas dudas posibles que pudieran surgir a alguien que está al lado de una superestrella como es Laura.
“En una pareja como la nuestra puede ser un problema que un hombre no sea el que mantiene a la familia. A Paolo no le interesa ser famoso ni entra en competencia conmigo. Acepta que yo sea libre para decidir sobre cosas con las que él puede no estar de acuerdo. Me quiere y ya está. Por eso, paradójicamente, he dejado de llevar solo pantalones, ahora también llevo faldas y me siento preciosa”, concluía en la entrevista en la revista italiana.
Tras varios años intentándolo, el 8 de febrero de 2013 nacía la pequeña Paola en el Hospital Maggiore de Bolonia. El nombre elegido es una mezcla de la primera sílaba de los nombres de sus padres (Paolo y Laura). A ella, Laura le dedicó la canción Celeste, dentro del disco Inediti. “La llegada de Paola ha roto con cualquier duda. Me ha hecho sentir poderosa. Yo la protegeré y en sus problemas seré invencible. Cuando me llama y me pregunta cuándo voy a volver a casa, es la primera vez en mi vida que quiero dejar todo y salir corriendo a casa”, contaba cuando la niña aún tenía tres años. Hoy ha cumplido los siete y junto a Paolo viven a caballo entre Miami y Roma, donde han formado su hogar.
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De boda nunca se ha hablado, aunque pocas semanas antes de descubrir que estaba embarazada, Paolo le pidió matrimonio. Decidieron esperar un tiempo hasta que la niña sea mayor para que tenga un gran recuerdo de la boda de sus padres. Pausini asegura que no necesita ningún documento que certifique su amor y que prefiere no pasar por el altar por ahora. “Sé que nuestro amor es nuestro y no de las redes sociales, pero no es mi culpa si me explota el corazón cuando hablo de nosotros. El que diga que ha visto la sonrisa más bella, es que todavía no ha visto el tuyo”, escribía la italiana en Instagram en 2018 el día de su aniversario.
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