La infanta Cristina, invitada por la alta sociedad suiza a una fiesta de disfraces con sus hijos

Hace poco más de un año, el día que se iba a conocer la sentencia definitiva del caso Nóos, la infanta Cristina salió por la mañana pronto de su residencia en Ginebra para ir a trabajar. Fue en la sede de las oficinas de la fundación Aga Khan donde recibió la noticia de la condena. Cinco años y diez meses de prisión para su marido. Libertad para ella. Antes de comer, llegó a casa para pasar la tarde con Iñaki Urdangarin, que al día siguiente tenía que viajar a Palma para conocer las condiciones de su ingreso en prisión. “Ese ejemplo te da la medida de cómo es –nos explica tajante una amiga–. Una persona de costumbres, comedida, que siempre ha antepuesto sus obligaciones incluso en los momentos más duros”.

Por eso este año, y pese a los continuos rumores de que la hermana de Felipe VI podría trasladar su residencia a Lisboa –después de que el Aga Kahn estableciera su sede ahí–, la Infanta se queda en su casa de Vielle Ville de Ginebra donde residen desde 2013. Porque, explican, una vez más “ha prevalecido el bienestar de sus hijos”, que la tristeza de verse alejado de los suyos. “Sí, ha decidido que sigue allí”, admite otro colega.

Ahora que Pablo vive en Francia donde juega con el equipo de Nantes de balonmano y Juan, el mayor, ha retomado sus estudios en Gran Bretaña, era “preferible”, aseguran, que Juan e Irene continuaran matriculados en el centro internacional de Ginebra Ecolint que sufraga desde los inicios el rey Juan Carlos y donde ya tienen su círculo de amigos.

El día a día de la Infanta pasa por levantarse pronto, desayunar con sus hijos que van caminando al colegio –o en bici, patinete y enfudados en cascos de música– e ir a trabajar a la sede de la Fundación Aga Khan. Allí comparte oficina con uno de sus grandes apoyos en Ginebra: Zahra Aga Khan, hija mayor del Príncipe Aga Khan IV y casi una hermana para ella puesto que su padre y el rey emérito son amigos desde la infancia cuando ambos estudiaban en Suiza. Zahra es la responsable del departamento de Bienestar Social de la Aga Khan Development Network (AKDN), un conglomerado de fundaciones creado por su primogénito donde la infantacoordina los programas entre dos fundaciones de la AKDN: la Aga Khan Foundation y el Aga Khan Trust for Culture. Los hijos de Zahara, Iliyan y Sara, van también al mismo colegio que los hijos de la Infanta.

Prosigue su vida en Suiza y pasea y hace deporte por el parque Bastión justo a lado de su casa, va a misa en una iglesia cercana a casa y es acogida con cariño por la clase alta internacional que este pasado 7 de septiembre la invitó con sus vástagos a Mex, la comuna suiza del cantón de Vaud donde se celebraba una fiesta en la que debían ir disfrazados con motivos de la jungla.

Aunque no se ha filtrado ni una imagen, hay una cita que la Infanta intenta tener todas las semanas. La que realiza a la prisión de Brieva en Ávila donde Urdangarin cumple su sentencia. Pese a que el ex duque escribe y hace mucho deporte –logró, por su buen comportamiento, que el juez aprobara la compra de una bicicleta de su tamaño porque todas las que existían en el módulo eran de mujeres–, la gran pena a la que se enfrenta Urdangarin es a la soledad puesto que está aislado en un módulo de mujeres y solo tiene contacto con los funcionarios de prisiones, el cura que visita la cárcel y los especialistas de servicios sociales. Por eso no solo su familia, también alguno de sus amigos, trata de ir a visitarle todo lo que se le permite.

En una de sus últimas visitas este verano, la Infanta padeció un ataque de ansiedad al salir de la prisión y tuvo que ser atendida a llegar a Madrid. “Hay que entender que, para cualquier persona, visitar a un ser querido en la prisión es un trago muy difícil”, admite un amigo de la pareja. Por eso, y es una razón más para seguir viviendo en Ginebra, Cristina acude desde hace tiempo a un psicólogo en la ciudad que la está ayudando a lidiar con esta etapa tan complicada de su vida.

En diciembre Urdangarin podrá disfrutar de sus primeros permisos al haber cumplido ya un cuarto de su condena y si la Junta de tratamiento –que al parecer ve con muy buenos ojos el comportamiento que está teniendo el exduque– lo aprueba. Dado que los permisos no permiten viajar al extranjero, Urdangarin tendrá que contar con un espacio donde quedarse los días que permanezca fuera que bien podría ser la casa de sus familiares en el País Vasco o la finca de la mejor amiga de la infanta Elena, Rita Allendesalazar, hija del conde de Montefuerte y quien fuera jefe de protocolo del rey Juan Carlos, que posee una finca entre Muñopedro y Labajos, a menos de media hora de la prisión de Brieva, y donde Iñaki y Cristina podrían descansar con toda la familia alejados de los focos.

Fuente: Leer Artículo Completo