«Estoy extremadamente orgullosa de Finlandia. Aquí el hijo de una familia pobre puede educarse y alcanzar sus objetivos en la vida. Y un cajero de supermercado puede convertirse incluso en primer ministro». Apenas unos días después de convertirse en la nueva primera ministra de Finlandia —y en la persona más joven en ocupar ese cargo en todo el mundo—, Sanna Marin respondía así al primer ataque misógino contra ella, después de que el ministro de Interior de Estonia la llamara «vendedora» y cuestionara su idoneidad.
En su respuesta, Marin resumía su propia historia de superación. Sus padres se separaron cuando era una niña y debido a los problemas de su padre con el alcohol. Y ella terminó viviendo con su madre y su pareja lesbiana. Ha contado que en el colegio sufrió el estigma de venir de un hogar homoparental, pero asegura que haber crecido en una «familia arcoiris» ha marcado sus valores políticos desde entonces. «Para mí, todas las personas siempre han sido iguales. No es una cuestión de opinión, es la base de todo».
Marin también ha contado que fue la «alumna más pobre de la clase» y que para poder ir a la Universidad tuvo que trabajar como panadera, repartidora de revistas, cajera y dependienta. Entró en política con solo 20 años y, desde 2012, su ascensión dentro de las filas del Partido Social Demócrata ha sido meteórica: fue concejal de su ciudad, presidenta del consejo municipal, parlamentaria nacional, vicepresidenta de su partido y, desde junio, ministra de Comunicación y Transportes. Y ahora, primera ministra.
De su marido, Markus Räikkönen, apenas se sabe nada. Salvo que tiene un máster en Administración, que viven en un barrio residencial a las afueras de la ciudad de Tampere y que él y Marin tienen una hija en común: la pequeña Emma que está a punto de cumplir dos años. Como buenos millennial utilizan sus redes sociales para compartir fotos personales de sus vacaciones, algunos eventos de gala, el embarazo de ella o momentos íntimos, como cuando Marin se inmortalizó dando de mamar a su hija.
Marin llegó al poder en diciembre después de que su antecesor, Antti Rinne, dimitiera y ella fuera designada como su sucesora por su formación, el Partido Social Demócrata. A sus 34 años, dirigirá un ejecutivo de coalición en el que las líderes de las otras formaciones integrantes también son mujeres.
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