El gesto de hoy de la reina Letizia dedicando su primer acto en solitario fuera de Zarzuela a ejercer como voluntaria de la Cruz Roja tiene raíces históricas. Letizia, presidenta de honor de la organización, relevó en este papel a la reina Sofía, que siempre apoyó la institución, y ambas han participado tradicionalmente en las mesas de cuestación para recaudar fondos para la asociación. Un compromiso que tiene una antecesora: la reina Victoria Eugenia, la mayor impulsora de la Cruz Roja en nuestro país, a quien se debe la creación del Cuerpo de Damas Enfermeras. Y cuyo nombre todavía bautiza hoy a uno de los hospitales de la ONG en Sevilla. Un hospital creado en 1923, con la reina como protectora, que sirvió también como Escuela de Enfermeras.
Lo cierto es que todo empezó años antes, cuando Isabel II de España dio su reconocimiento a la recién nacida Cruz Roja, una organización de raíces masonas, surgida en 1863, y que desembarcaría oficialmente en España un año más tarde. La institución, pionera de lo que hoy entendemos como ONG y clave en empezar a ocupar un lugar hasta entonces reservado a las congregaciones religiosas, demostró su valía en todos los campos de batalla de la España del siglo XIX, ya fueran en nuestro hundimiento como potencia colonial o en el muy español hábito de matarnos entre nosotros.
Pero la aportación de Victoria Eugenia fue clave para modernizar tanto la institución como para profesionalizar una ocupación que existía en el papel y en la práctica, pero que todavía estaba lejos de la modernización: la enfermería. El estallido de la Primera Guerra Mundial fue el detonante para la implicación de la reina. Oficialmente, España era neutral. Personalmente, la reina era prima de Jorge V de Inglaterra y hermana de tres de los miembros de la realeza que combatieron en el frente: Alexander Albert Bettenberg, que renunció a títulos y tratamientos; Lord Leopold Mountbatten; y el príncipe Mauricio de Battenberg. Los propios sucesos de España, abatida por epidemias y tragedias, también la llevaron a dar ese paso extra.
Uno en el que, mientras impelía a los Gobiernos de Eduardo Dato y el conde de Romanones a aprobar los decretos que traerían la enfermería moderna a España, también apelaría a la aristocracia a aportar su granito de arena: a ir más allá de la limosna y entregarse al voluntariado trabajando como plebeyas. En 1916, un real decreto reestructura la Cruz Roja española, y la divide en dos cuerpos: el de hombres, y el de mujeres, las "Secciones de Señoras de la Cruz Roja", bajo la dirección y el mando supremo de Victoria Eugenia. Entre los mandatos de las Señoras de la Cruz Roja se encontraba la creación de Escuelas de Enfermería y la puesta en marcha de la profesión como tal, por primera vez fuera de manos monjiles, y que en breve contarían con un increíble paso: un sueldo por ejercer su profesión.
El proceso se prolongó hasta más allá de la Primera Guerra Mundial, con el establecimiento de hospitales y una serie de decretos en los que se creaba el primer cuerpo de enfermeras con formación reglamentada de España: las Damas de la Cruz Roja, el primer paso antes de la incorporación de escuelas profesionales (independientes de la Cruz Roja, pero que beberían de toda su estructura formativa) a los hospitales promovidos por una reina infatigable, que consiguió la donación de terrenos y de fondos de los ricos y nobles para levantarlos, al tiempo que ponía sus bienes (incluido su coche personal a modo de ambulancia) y esfuerzos directamente al servicio de los cuidados de los enfermos.
Un cuerpo que se encontró directamente con una prueba de fuego: la mal llamada "gripe española", que en nuestro país tuvo enfrente a las primeras enfermeras profesionales y los recursos promovidos por la reina Victoria Eugenia –que al menos en esto siempre tuvo el apoyo explícito de su marido, Alfonso XIII–. Una tradición que, un siglo y una pandemia más tarde, hemos visto prorrogada hoy en el gesto de Letizia ante el papel de Cruz Roja en la crisis del coronavirus. En la que Letizia ha recogido un testigo de una historia de generaciones en la que toda reina de España ha participado.
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