Jordi Dalmau: «Mi primer vestido lo hice con una tapicería de sofá y una gasa»

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    Jordi Dalmau triunfa en la moda. Mónica Naranjo, Chenoa, Lorena Gómez… la lista de clientas del diseñador es muy amplia. Muchas mujeres van a su atelier para que las vista, sobre todo, el día de su boda. El creador catalán empezó siendo mecánico de coches, luego florista y ha terminado siendo diseñador, porque aunque sus padres le miraban mal, él siempre ha sido muy creativo. Cuenta con el apoyo incondicional de su mujer, Mónica, que es su mayor crítica y fundamental en el negocio.

    De florista a diseñador.
    Pero te voy a decir que antes era mecánico de coches. Lo del diseño lo tenía dentro, aunque mi padre siempre quiso que fuera mecánico o el contable de la empresa. Empecé con el tema de las flores y luego a diseñar vestidos de novia. Y claro, mi padre me miraba fatal.

    «El psicólogo les dijo a mis padre que no me pasaba nada, que simplemente era creativo»

    Y no por ser homosexual.
    ¡No! Yo siempre he sido muy creativo desde pequeño. Me miraban mal e iba al psicólogo, que les dijo a mis padres que no me pasaba nada, que simplemente era creativo. Esa frase me quedó marcada.

    Y empezaste diseñando vestidos de novias.
    Sí, mi mujer y yo montamos una tienda, y empecé a hacer mis pinitos en el diseño. Hace 23 años, y recuerdo mi primer vestido que lo hice con una tapicería de sofá y una gasa. Todavía lo tengo guardado.

    ¿Le diseñaste el vestido de novia a tu mujer, Mónica?
    Sí, me acuerdo que tenía mucho escote porque ella tiene mucho pecho.

    Eso era lo que te atraía de ella.
    ¡Claro! Se le veían casi los pezones. Fue una boda muy emotiva.

    Lleváis 23 años juntos, ¿cómo surge vuestra unión?
    Nos conocimos gracias a un pisotón en las escaleras de una discoteca y le pedí bailar una canción lenta. Al día siguiente, me llamó al taller de coches y nos fuimos conociendo. Y ahora puedo decir que detrás de un hombre hay una gran mujer, tanto personal como empresarialmente. Yo sin ella no sería Jordi Dalmau. Yo soy el creativo y Mónica es la persona que me hace tener los pies en la tierra.

    ¿Es tu mayor crítica con tus diseños?
    Es muy crítica y muchas veces no viste con mis diseños, porque dice que no es mi prototipo de clienta.

    «Mi hija Iris llama ‘tita Mónica’ a Mónica Naranjo»

    ¿Alguna vez se te ha atravesado algún diseño de novia?
    Para mí cada novia es un reto y te digo que no por ser delgada te sienta todo bien. Yo soy consciente de que las visto en el día más importante de su vida y sé lo que le queda bien a una persona y lo que no. Soy el psicólogo de las novias.

    ¿Vestirías a tu hija de novia?
    Ella ya lo tiene. Lo que quiere es un chándal, pero no le voy a hacer uno normal.

    Has vestido a muchos rostros conocidos, ¿las famosas son exigentes o se dejan aconsejar?
    Mitad y mitad, porque todos tienen sus manías. Hay veces que les demuestras cosas y no se enfadan, porque ven que no les estás engañando.

    Con la que mejor te llevas es con Mónica Naranjo.
    Sí, me acuerdo que cuando dijo que iba a venir al atelier, no me lo creí. Desde el primer momento conectamos. Mi hija Iris la llama ‘tita Mónica’.

    «Mi hija va a ser cineasta. No quiere estar delante de las cámaras, quiere estar detrás»

    ¿Iris va a seguir tus pasos?
    No, ella va a ser cineasta. Ha desfilado para mí hasta los 17 años, que fue cuando me empezó a llorar porque no quería ser modelo. Ella no quiere estar delante de las cámaras, quiere estar detrás. Es muy buena en su trabajo.

    ¿La estás ayudando porque tus padres no lo hicieron contigo con la moda?
    No es por eso. Y mis suegros nos están ayudando mucho porque el mundo de la moda puedes estar muy alto y enseguida caer.

    Bueno, en tu caso, en seis meses has vendido 1.200 vestidos.
    Sí, porque soy muy buen vendedor y en la tienda que tenemos en Alcalá de Henares (Madrid) no solo se venden vestidos de mi marca.

    Podemos decir que eres un privilegiado en tiempos de crisis.
    Yo no me puedo quejar, pero también me he venido a Madrid arriesgando mucho.

    https://www.instagram.com/p/CbXA2WiN_68/

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    ¿Echas de menos Barcelona?
    No, porque lo que me ha dado Madrid en seis meses, no me lo ha dado Barcelona en 26 años. Es una pena, pero Madrid es mucho más abierta.

    ¿Has ganado tanto dinero que podemos decir que eres de los pocos diseñadores ricos?
    Todavía no soy rico, porque tengo muchas deudas por culpa del Covid. Por eso tengo que trabajar tanto. Cuando tenga todas pagadas seré el hombre más feliz del mundo.

    Pero tú ya estás haciendo vestidos para 2023.
    Sí y no los cobraré hasta el año que viene.

    «Ya no soy tan loco con mis diseños, porque es lo que mis clientes me piden»

    ¿Cómo está la situación de la industria de la moda española?
    Muy rara, porque hay gente que está trabajando muy bien y otra que se come los mocos. Igual estos últimos es porque no han evolucionado. Yo sí lo he hecho y ya no soy tan loco con mis diseños, porque es lo que mis clientes me piden.

    ¿Eres de los diseñadores que han vivido de las subvenciones?
    ¡No! Ésa ha sido la rebeldía de Jordi Dalmau. Yo tengo compañeros que han tenido que cerrar y ahora trabajan de reponedores en supermercados.

    ¿Hay envidias entre los diseñadores?
    Hay gente muy buena y gente que te la clava. Entre nosotros hay muchas envidias, unas sanas y otras malas. Yo tengo envidia sana de muchos de mis compañeros. Conmigo ha habido diseñadores que se han portado muy mal.

    Fuiste el primer español que ha diseñado un vestido para el escenario de los Oscar. ¿Por qué no lo has explotado?
    Porque aquello tuvo su momento. Me acuerdo que Disney nos lo pidió para que cantara Gisela, y tuvimos que hacer el vestido en tres días. Fue una aventura. Eché de menos no poder haber ido. Luego vendí ese mismo vestido 18 veces y costaba 21.000 euros, pero lo vendí con modificaciones y costaban menos. Yo tengo una meta, que es vestir a alguien en Eurovisión, porque es una gran puerta para los diseñadores.

    Estilismo: María Álvarez. Maquillaje y peluquería: Esmeralda Sánchez para Alegría Make up. Agradecimientos: Restaurante Ginkgo Garden. Calle Gil de Santivañes, 6. Madrid. www.ginkgoskybarmadrid.com

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