La princesa Ana de Inglaterra es una gran apasionada del mundo hípico desde su adolescencia. Pero ni esa afición ni el hecho de haber sido la primera de la familia en competir en unos Juegos Olímpicios le sirven para seguirle el ritmo ecuestre su madre. O eso afirma en una reciente entrevista a una publicación especializada, Horse & Hound, en la que confiesa que el ejemplo de la reina Isabel II empuja a la princesa amazona a seguir cabalgando a sus 69 años. "Bueno, mi madre todavía monta con 93 años. Creo que yo no puedo poner ninguna excusa para dejar de hacerlo", afirmaba en tono bromista.
Porque las mujeres Windsor llevan la hípica en la sangre: con tan solo 19 años, en 1969, Ana se convirtió en mecenas de la organización benéfica ecuestre Riding For The Disabled. Ganó una medalla de oro en el Campeonato Europeo de Concurso completo en 1971–que combina tres disciplinas: doma clásica, campo a través y saltos de obstáculo–y dos platas en 1975.Ana fue, además, la primera royal en competir en los Juegos Olímpicos con su participación en los Juegos de 1976 en Montreal, donde montó al caballo Goodwill, que perteneció a su madre, la reina Isabel II. Su hija, Zara Tindall, también ha continuado el legado familiar y fue medallista de plata en concurso completo por equipos en los Juegos de Londres, en 2012.
Y la reina monta a caballo asiduamente. Hace tan solo dos semanas la vimos montando a caballo junto a su hijo Andrés de York en las inmediaciones del castillo de Windsor. Fue dos días después de que este emitiera un comunicado anunciando el cese de sus funciones como miembro de la Familia Real, por su relación con el pedófilo y explotador sexual Jeffrey Epstein.
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