Ernesto de Hannover, condenado a 10 meses de prisión y sin beber alcohol

Ernesto de Hannover ha sido condenado a diez meses de prisión tras los altercados que protagonizó en verano de 2020 “en total estado de embriaguez”. No eran los primeros problemas que tenía relacionados con su adicción al alcohol, que también le habían acarreado otros de salud desde 2005, afectándole principalmente al páncreas. La sentencia contempla la posibilidad de que cumpla los 10 meses en libertad condicional, a la que se sumar otras restricciones, derivadas de ser considerado también persona non grata en Austria por el Tribunal Regional de Wels.

Todo comenzó la madrugada del 15 de julio del año pasado, cuando el príncipe llamó a la policía pidiendo auxilio, asegurando que se encontraba en una zanja y alguien había intentado asesinarle. Cuando llegaron, los agentes le encontraron en su pabellón de caza, donde tuvieron que forcejear con él hasta derribarlo al suelo, no sin antes recibir un par de golpes y ser amenazados con un cuchillo de 30 centímetros. Después de que lo inmovilizaran propinó otro puñetazo a uno de los oficiales y, como consecuencia, fue ingresado en un centro psiquiátrico durante un par de días. Según la versión del bisnieto del último emperador alemán, fueron los agentes quienes le golpearon. Aunque, después de salir del centro psiquiátrico, se subió a un taxi y fue a amenazar con un bate de béisbol a otra agente.

En el mes de septiembre, rompió “el cristal de la ventana del comedor del edificio de la Fundación del duque de Cumberland y obligó a una pareja de empleados y a su hija a abandonar el edificio mediante amenazas peligrosas”, otro incidente a raíz del cual fue detenido y pasó dos noches en la prisión de Wels.

Las consecuencias de sus actos, además de los10 meses de prisión con libertad condicional, han acarreado la imposición de otras medidad a Ernesto Augusto. Entre ellas destacan: la prohibición de beber alcohol; de residir en el pabellón de caza en el que sucedieron los incidentes con la policía; y de acercarse tanto a determinados edificios de su propia organización, Cumberland, así como a los cuidadores que trabajan para él. Además, deberá someterse a un tratamiento de psicoterapia.

El príncipe y marido de Carolina de Mónaco accedió al juicio en el que se decidieron sus cargos por la parte trasera del edificio, con la intención de evitar a la prensa. Una vez en la sala, expresó su arrepentimiento por lo sucedido, para después declararse inocente de todos los cargos. La acusación de la Fiscalía destacaba sus agresiones y amenazas tanto a policías como a otras personas en estado de intoxicación tanto por alcohol como por medicamentos.

Sus abogados alegaron que los hechos sucedieron en un mal momento para el príncipe de Hannover, que aseguraba sentirse abandonado por su familia y por su hijo, desde la operación de cáncer de cuello a la que se sometió en 2019. “Su operación de cáncer le ha pasado factura física y psicológica”, aseguraba Otto Dietrich, uno de sus abogados, como parte de la estrategia de la defensa para reducir la condena inicial propuesta por la Fiscalía de tres años de prisión.

En ese escenario entraba también en escena su primogénito, Ernesto Augusto de Hannover junior, todavía heredero de bienes como el castillo de Marienbourg, propiedad que Hannover padre le cedió en 2004 y ahora pretende recuperar tras una demanda por “ingratitud”. Según el diario alemán Bild, la relación entre ambos es tan mala que el todavía marido legal de Carolina de Mónaco –que no firma el divorcio a pesar de los diez años que llevan separados– llegó a sospechar que fue su hijo quien pidió a sus empleados que lo intoxicaran. En febrero de 2020,ya le acusó de desatenderle y negarle la ayuda que necesitaba.

Si el patriarca de la antigua casa de Baviera se sale con la suya, Ernesto junior podría perder unos cinco millones de euros frente al Tribunal Regional de Hannover, una de las razones por las que lleva años intentando gestionar la inhabilitación de su padre. Por su parte, Ernesto Augusto asegura que su hijo le hizo firmar “a ciegas” un poder que anulaba su derecho a revocar la donación del castillo. Y también le acusa de planear su destitución como presidente de la fundación familiar. Entre la reciente sentencia y sus ingresos psiquiátricos, Ernesto Augusto Jr. está un paso más cerca de conseguirlo.

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