Pasar hambre puede salir muy caro. Los pacientes de la famosa clínica Buchinger de Marbella pagan entre 6.065 y 30.935 euros por someterse a tres semanas de ayuno terapéutico. Aquellos que no se ven capaces de no comer durante tanto tiempo, eligen la opción “express”: el precio de 10 días de tratamiento oscila entre 3.120 y 15.970 euros, dependiendo del tipo de habitación contratada para pasar esas largas noches de penuria alimentaria.
Los paparazzi llevan semanas merodeando por la Buchinger, en la Sierra Blanca, en busca de la foto que inmortalice a los pacientes más célebres que se encuentran estos días en el centro: Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa. La reina de corazones y el premio Nobel son clientes habituales del centro y este año han decidido internarse de nuevo. Los fotógrafos han logrado captar esta semana al escritor, equipado con zapatillas Adidas y el periódico a la entrada de la clínica.
Esto es lo que sabemos sobre la clínica de los ricos y famosos:
¿Por qué Preysler y Vargas Llosa pasan hambre? Según el doctor alemán Otto Buchinger, creador de este método de adelgazamiento, el ayuno terapéutico ayuda a las personas a prevenir y curar enfermedades físicas y psíquicas. La capacidad del organismo humano de vivir, durante un tiempo limitado, de sus reservas de grasa, a la vez que se depura a sí mismo es el punto de partida del ayuno terapéutico. Según los médicos, garantiza: la prevención de factores de riesgo (sobrepeso, estrés, hipertensión) y el tratamiento de enfermedades cardiovasculares y del aparato digestivo, trastornos metabólicos y desequilibrios del sistema inmunitario.
¿En qué consiste el tratamiento?
Durante los días de internación, solo se ingieren 250 calorías diarias en forma de alimentos líquidos como infusiones, caldos vegetales recién preparados, zumos naturales recién exprimidos y agua mineral (las bebidas gaseosas están terminantemente prohibidas) . La duración óptima para hacer esta terapia es de tres semanas, que incluye 1 día de preparación, 16 de ayuno y 4 de readaptación. La estancia mínima es de 10 noches. Este tiempo puede ampliarse por semanas completas o por días.
¿Quién lo inventó?
Hijo de un funcionario, Otto Buchinger nació en 1878 en Darmstadt y estudió Medicina en contra de los planes de su padre, que había previsto para él una carrera jurídica. En 1917, una artritis reumática grave provocada por una sepsis le obligó a dejar su trabajo. Así es como Otto descubrió los beneficios del ayuno. En 1953, fundó junto con su hija María y su yerno Helmut Wilhelmi una clínica en la localidad de Überlingen, en el lago de Constanza. Como continuación de la obra de Otto, María y su marido abrieron la Clínica Buchinger de Marbella en 1973. Hoy en día, la tercera generación dirige ambos centros.
¿Qué más ofrece?
La estadía en la clínica no es un tiempo de holganza. Las horas son muy activas. Buchinger ofrece un rico programa cultural en forma de conciertos, excursiones, exposiciones de arte, actividad creativa personal, talleres de yoga y meditación, conferencias y charlas sobre temas relacionados con el ayuno. Además, los pacientes pueden participar en clases de cocina o recibir tratamientos complementarios: masajes occidentales y orientales, hidroterapia, osteopatía y drenajes linfáticos. También hay servicios de intérprete para los clientes rusos y árabes.
¿Qué está prohibido?
No se permite utilizar teléfonos móviles en todo el ámbito de la clínica, tampoco durante las excursiones o las caminatas. Los pacientes solo pueden hablar en su propia habitación. Tampoco se les permite dormir fuera de la clínica sin previo consentimiento del médico o de la enfermera jefe. Y existe una prohibición estricta respecto al consumo de alcohol, tabaco y alimentos fuera del plan dietético, o el uso de perfumes (según los médico, el sentido del olfato se vuelve extremadamente sensible durante el ayuno) .
¿Qué otros famosos han pasado por la Buchinger?
Preysler y Vargas Llosa no son las únicas celebridades que han pagado por pasar hambre. Sean Connery, Isabel Sartorius, Carmen Sevilla, Juan Luis Galiardo, Brian Ferry, Max Frisch, Manuel Vázquez Montalbán, Jesús Gil, Chenoa e Isak Antic engrosan la lista, que es tan larga como corta la de los alimentos que han ingerido. La paciente más rica y rebelde de la Buchinger fue Christina Onassis, hija del naviero Aristóteles Onassis. Cuenta la leyenda que la díscola heredera griega ingresaba en la clínica con una maleta llena de botellas de Coca-Cola. Un verano, las enfermeras la descubrieron y la echaron del centro. “Allí la coca-cola está vista peor que un solomillo”, confesó Vargas Llosa en una entrevista a Karmentxu Marín. Palabra de Nobel.
Artículo publicado originalmente el 26 de agosto de 2017 y actualizado.
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