Ni la situación sanitaria que asola Reino Unido ni las polémicas en relación a la popular entrevista de Lady Di detienen la siempre ajetreada agenda oficial de la Reina Isabel II. Este mismo fin de semana, la monarca británica se desplazada a Portsmouth para visitar el HMS Queen Elizabeth, el portaviones insignia de la flota real, antes de su gira mundial.
Una parada obligatoria para la Reina de Inglaterra, es la madrina del buque, en la que ha querido rendir homenaje a su difunto esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo. En el espectacular traje en tono rojo de Stewart Parvin que llevaba para la ocasión, Isabel II lucía uno de sus broches favoritos, el bautizado como Scarab, una creación espectacular de oro adornado con rubíes y diamantes que el propio duque de Edimburgo le regaló en 1966.
Han sido múltiples las ocasiones en las que Isabel II ha llevado esta espectacular joya a sus compromisos reales en las últimas décadas, aunque la más reciente y quizás con más significado, fue para los retratos realizados en 2017 con motivo de su 70 aniversario de bodas con el príncipe Felipe.
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Una vez más, la elección de las joyas de Isabel II tiene detrás un emotivo significado. Algo muy similar ocurría hace apenas unos días en el que era el primer acto tras el fallecimiento del príncipe Felipe de Edimburgo, aunque en aquella ocasión se trataba de joyas con un gran valor familiar. Por un lado el collar de perlas, un regalo de su abuelo el rey Jorge V, en 1935, y por el otro otros dos broches de diamantes recibidos el día de su 18º cumpleaños.
Es innegable que es a través de estos pequeños gestos donde la monarca británica consigue tener presentes a quienes ya no le acompañan.
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