Diana Spencer no había cumplido todavía los 20 años cuando se casó con Carlos de Inglaterra. Desde el principio la relación fue poco afectuosa y su sensación de desamor y abandono inconsolables tras descubrir que Carlos seguía viendo a su novia de siempre, Camila Parker-Bowles y que toda su familia, incluida la reina Isabel II (que acaba de perder a casi todos sus corgis), tenían constancia de ello. A pesar de su juventud y candidez, Diana no se quedó encerrada durante los 15 años que duró su matrimonio con Carlos de Inglaterra. Desde los primeros años, buscó el amor en un rosario de amantes y de amigos íntimos que, según distintos testimonios, guardan un recuerdo agridulce de una mujer necesitada, sobre todo, de afecto.
Uno de sus amantes más discretos, y del que el público sabe poco, fue Oliver Hoare, que murió hace dos años en Francia por un cáncer. Tenía 73 años y se llevó con él el secreto de su relación con Diana, al parecer llena de turbulencias. Diana, Carlos, Hoare y su esposa Diane coincidían Ascot. El Príncipe de Gales y él eran íntimos amigos. Hoare era un hombre de educación exquisita, galerista experto en arte islámico, coleccionista y conocedor del árabe y del persa.
Diana y él se conocieron cuando la princesa tenía 24 años, en una fiesta en el Castillo de Windsor, con motivo de las carreras de Ascot. Él era 16 años mayor, moreno y atractivo, culto y simpático y buen conocedor de la aristocracia. Se educó en el colegio de Eton y se casó con Diane, una rica heredera francesa, con la que tuvo tres hijos. Permanecieron juntos hasta el final, a pesar de las supuestas infidelidades de él.
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Él siempre negó su supuesta relación con Diana, aunque nunca dejó claro del todo si habían estado o no juntos. Una anécdota relata que, en una ocasión, tuvo que esconderse desnudo detrás de una maceta en el jardín del castillo de Kensington, para no ser descubierto. Lady Di llegó a planear romper su matrimonio y huir con él. Pero el romance tocó a su fin poco después de comenzado. Hoare jamás pensó en abandonar a su mujer.
Tras la ruptura, recibió en su casa hasta 300 llamadas silenciosas, pero acabó retirando la denuncia policial cuando se descubrió que muchas de ellas procedían de móviles de Diana. Carlos y Hoare retomaron su amistad tras la muerte de la princesa. El galerista siempre defendió a Carlos, que nunca entendió cómo su exmujer podía haber atraído la atención de Hoare, un hombre tan culto y refinado.
El más conocido de los amantes de Diana fue el primero, el mayor James Hewitt, de quien se dijo que era el padre del príncipe Guillermo por su enorme parecido. Él lo negó con vehemencia. Se conocieron en una fiesta en Londres y él le enseñó a montar a caballo y se convirtió en alguien muy cercano también para los príncipes Guillermo y Enrique. Ella lo reveló el idilio en una entrevista para la BBC en 1995. Y reconoció haber estado muy enamorada de él y haber descubierto que el sexo podía ser como «fuegos artificales».
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Para él, Diana era una persona a la que le faltaba amor. A pesar del respeto que sintió por ella, Hewitt intentó vender varias de las cartas que Diana le envió durante su relación, por 140.000 euros. Pelirrojo y apuesto, fue amante de la princesa durante cinco años, entre 1986 y 1991, estando ella todavía casada. Él contó todos los detalles en 1994 y calificó a la princesa como “una mujer triste”. Diana le acusó de traición. La relación terminó cuando él fue enviado a Alemania. Su personaje sale en la cuarta temporada de “The Crown”.
Antes de James Hewitt, cuando tenía 24 años, Lady Diana confesó haberse enamorado de su guardaespaldas, Barry Mannakee. Según ella, fue su «mayor diversión». La complicidad entre ambos era tal que, aunque nunca se convirtieron en amantes, el Palacio de Buckingham retiró a Mannakee del servicio. El guardaespaldas murió poco después en un accidente de motocicleta.
Una de las relaciones más profundas de Diana, aunque no se sabe exactamente cuánto duró tras su divorcio en 1992, fue la que mantuvo con el cirujano y cardiólogo pakistaní Hasnat Khan. La princesa llegó a pensar en convertirse al Islam para casarse con él. Llegó a visitar a su familia en Lahore y ellos llegaron estuvieron dispuestos a bendecir el posible noviazgo.
Diana admiraba profundamente a Khany se sentía comprendida por él. La persecución de los medios terminó por alejarle de ella. Hay quien afirma que la relación con Dodi Al Fayed fue una manera de quitarse de la cabeza al cardiólogo. Años después, Hasnat reconoció, en una entrevista, que todavía echaba de menos a Diana y que su pérdida le había resultado devastadora.
El multimillonario heredero Dodi Al Fayed, hijo del varias veces millonario Mohamed Al-Fayed, dueño de los míticos almacenes Harrods, del Fulham Football Club y del histórico hotel Ritz, mantuvo una relación de apenas unos meses con Diana, pero fue el único hombre con el que se dejó ver en público tras su divorcio de Carlos. El accidente en el que ambos perdieron la vida, en París, disparó todo tipo de especulaciones sobre un posible embarazo de Diana y la posibilidad de que fueran a comprometerse esa misma noche, en el palacete de las afueras de París al que se dirigían cuando chocaron contra un pilar en el Puente de Alma. El joyero Alberto Repossi llegó a afirmar que Dodi había encargado un anillo de compromiso y que esa noche iba a mostrárselo a Diana.
Las especulaciones en torno a Diana y posibles amantes nunca cesaron, especialmente tras su divorcio. En la lista hay empresarios, cantantes o deportistas. Sin embargo, y a pesar de los testimonios que han aparecido en decenas de biografías no autorizadas, la mayoría fueron invenciones para alimentar las cabeceras de la prensa sensacionalista inglesa. Relaciones con nombres como el del cantante Bryan Adams, el jugador de rugby James Carling, el chófer y empresario James Gilbey –con quién supuestamente mantuvo encendidas conversaciones justo después de su divorcio en 1992– o incluso John John Kennedy parecen más bien invenciones. Una estela más de historias creadas para divertir al público.
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