Crónica desde Windsor · Así hemos vivido el adiós al duque de Edimburgo en los alrededores del castillo: Todos le querían. Con la gente era como un padre

Las mismas calles de Windsor que hace casi tres años acogían con júbilo la boda del príncipe Harry y Meghan Markle hoy se vestían de luto para despedir a uno de los miembros más queridos de la familia real británica. El funeral de Felipe de Edimburgo, a puerta cerrada en el recinto del Castillo de Windsor, en el sur de Londres, reflejó la última voluntad del duque, que planificó, antes de su fallecimiento, hasta el más mínimo detalle.

Siempre a la sombra de su querida “Lilibeth”, el pragmatismo de Felipe de Edimburgo se dejó entrever durante la jornada del sábado. No solo en la breve ceremonia televisada, sino también en las palabras de los allí presentes; algunos de los cuales se desplazaron desde diferentes puntos de la capital británica.

“Con la gente era… como un padre. Un hombre muy querido. Es una pena que solo hayan dejado asistir al funeral a 30 personas”, comentaba uno de los admiradores del duque, Chris Imafidon, ataviado con una mascarilla decorada con el rostro del fallecido. Y es que, debido a las medidas sanitarias, y según el deseo expreso de Isabel II, para evitar aglomeraciones y ser fiel a las restricciones vigentes en Reino Unido en la desescalada ante el Covid, solo la familia y amigos más cercanos del duque pudieron despedirse de él en el interior del recinto amurallado. “Ese hombre tenía cabeza, pero también corazón", continúa Imafidon, líder de un programa de educación para jóvenes. "La reina, sin embargo, es diferente… Él era más práctico, más directo. Todo el mundo le quería”.

Las medidas no evitaron que algunos curiosos y lugareños se agolparan en las inmediaciones de las entradas del castillo de Windsor, protegidas por militares y fuerzas de seguridad en lo que la prensa británica ha descrito como un “cordón de acero”.

Entre los pocos asistentes que hacían guardia en puntos estratégicos para echar un vistazo a las puertas y ventanas de la otra parte de la muralla, destacaba Kerry Evans. Sujetando una bandera de Inglaterra con fotos de Isabel II y el príncipe Felipe en el reverso, Evans reconocía que se encontraba muy triste. “Él dedicó su vida a su país y a la reina. Fue el padre y el abuelo de la nación (…) Tengo que reconocer que estoy muy triste, el duque de Edimburgo era mi favorito de entre todos los miembros de la familia real británica”. Evans comentaba emocionada la ilusión que le hizo recibir una carta del propio príncipe Felipe: “Le escribí varias veces… Siempre he sido consciente de la labor militar que ha hecho para este país y le mandé varias cartas agradeciendo su trabajo. ¡Qué sorpresa más grata fue el recibir una contestación por su parte!”.

La de Evans no fue la única anécdota que se escuchaba entre sonrisas y miradas de reojo hacia la otra parte de la muralla. El matrimonio formado por Geoff y Fiona Try recordaba con alegría el día en que Geoff conoció al duque de Edimburgo en una fiesta privada en los jardines del castillo de Windsor. “Creo que fue hace siete años o así, pero no me acuerdo muy bien del porqué de mi invitación”, explicaba Geoff, de 89 años, mirando de soslayo a su mujer. “Lo que sí que me acuerdo fue de cómo nos presentaron. Yo llevo viviendo en Windsor toda la vida, vengo de una quinta generación de residentes en la zona. Cuando le dijeron al príncipe de Edimburgo que tendría que conocerme, ya que soy vecino del lugar, nos dimos la mano y contestó con un: ‘¡Yo no tengo que conocer a todos los vecinos de Windsor!’; me reí. Era muy auténtico”. “La reina Isabel también es muy cercana”, añadía Fiona. “Todos los años compraba un detalle en una tienda de la zona y lo regalaba a algún lugareño. Nos cruzamos con los dos varias veces por la calle y ambos siempre eran muy cariñosos”.

Por su parte, Alexander nunca tuvo el honor de conocer al duque de Edimburgo pero, con apenas 11 años, este joven británico atrajo ayer a su familia desde la otra punta de Londres hasta Windsor para rendir tributo al fallecido. “Estoy muy triste. Admiraba mucho al príncipe Felipe. Gracias a él existen los Premios Duque de Edimburgo –un reconocimiento que anima a los jóvenes a alcanzar metas positivas–, que yo aspiro conseguir.”

Hacia las tres de la tarde, hora programada para el comienzo del funeral, aumentaba el número del público congregado en las calles céntricas de Windsor; a la vez que disminuía el ruido producido por los mismos. Y es que un minuto de silencio se convirtió en el precursor de la despedida que los británicos otorgaron al recién fallecido. Sin embargo, fue un aplauso colectivo el verdadero último adiós que el pueblo inglés le dio al duque de Edimburgo.

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