Charlène de Mónaco con original vestido de Longchamp

Tras más de un año alejada de la vida pública, Charlène de Mónaco ha retomado, por fin, su agenda oficial. En las últimas semanas hemos podido verle en compañía del príncipe Alberto en diferentes actos públicos e incluso en el front row de la Semana de la Moda de París, cita a la que no acudía desde hace cuatro años y donde logró acaparar los flashes gracias a la elegancia y el buen gusto que le caracterizan.

Esta misma mañana, en esta ocasión en solitario, Charlène se reunía con Wondermums Rallye, el equipo femenino que competirá en unos meses en el Rallye Aïcha des Gazelles 2023, en Marruecos. La royal ha mostrado todo su apoyo a la pareja de deportivas que desde el inicio de esta aventura han estado ligadas a la fundación que lleva su nombre, concretamente al proyecto Swim for Safety en Sri Lanka, cuyo principal objetivo es enseñar a niños desfavorecidos natación de supervivencia o primeros auxilios básicos para que puedan desenvolverse dentro del agua.

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En esta ocasión, tal y como nos ha dejado ver la imagen que ha compartido el propio equipo y de la que rápidamente se han hecho desde la Fundación Princesa Charlène, la mujer del príncipe Alberto ha estrenado un favorecedor vestido midi en azul bebé de la firma Longchamp.

Un diseño delicado con cuello ligeramente subido y mangas con detalle fruncido en el puño que destacaba por el original estampado estilo babero que presentaba en la parte frontal en diferentes tonos marrones. Una propuesta tan original como favorecedora que forma parte de la colección otoño/invierno 2020 de la marca francesa por lo que resulta imposible adquirir a día de hoy.

Desde que decidiera volver al foco mediático, Charlène de Mónaco ha demostrado no tener miedo a lucir prendas más originales y llamativas eligiendo desde el vestido blanco de la colección para novias de Halston que ella adaptó a un perfecto look de fiesta al diseño hasta la original blazer oversize por la que se decantó para acudir al desfile de Louis Vuitton. Este de Longchamp es tan solo el (pen)último ejemplo.




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