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El 23 de enero de 1957, en la biblioteca del Palacio de Mónaco, nacía la primera hija de Grace Kelly y Rainiero III. Tras su boda de cuento de hadas, daban la bienvenida a una niña que recibía los nombres de Caroline Louise Marguerite. Su infancia fue tranquila: se crió en Palacio junto a sus hermanos Alberto y Estefanía, acudió a un colegio en el Principado y pasó los veranos en Estados Unidos junto a sus primos maternos.
Pero su juventud fue muy diferente. Tras marcharse a estudiar Filosofía a París, conoció al playboy Philippe Junot, con quien se casó a los 21 años, un gran disgusto para sus padres que no tuvieron que sufrir mucho a Junot en la familia, pues la boda acababa en divorcio dos años después. Con 23, Carolina ya era una mujer divorciada dispuesta a conocer mundo y a hacer gala de una libertad que ella siempre ha combinado con su elegancia y saber estar.
Tras su paso por París se marchó a Inglaterra pero poco después conocía al gran amor de su vida, Stefano Casiraghi. Ellos fueron la pareja perfecta en la década de los 80: guapos, estilosos, enamorados y con una adorable vida familiar junto a sus tres hijos. Un cuento de hadas que volvía a sufrir la maldición del Principado: Casiraghi fallecía en un accidente de con su embarcación en 1990. Carolina se retiraba a la Provenza francesa con sus hijos.
A esas alturas, Carolina de Mónaco ya era un icono de estilo. De su madre heredó la regia elegancia y el glamour estilo Hollywood que derrochaba en los actos oficiales. Y es que la muerte de Grace Kelly en 1982 le hizo asumir el papel de primera dama de Mónaco. Pero también abrazó las tendencias de los años 70 y 80, dejando para el recuerdo looks casual que a día de hoy siguen siendo inspiración. Ella llevó vaqueros, shorts, pañuelos en la cabeza, zuecos de madera, bikinis, joyas llamativas, grandes gafas de sol…
Un armario que dejaba patente su gusto por la moda. Su amistad con Karl Lagerfeld, con Marc Bohan cuando llevaba las riendas de Dior o con Valentino dejaron claro que no solo le interesaba lucir las prendas más bonitas, también adoraba hablar de diseño y rodearse de los grandes creadores para establecer una relación única de amistad: ella les inspiraba, se convertía en su mejor musa, y también lucía como nadie sus diseños.
Un estilo que Carolina de Mónaco ha conservado con el paso de los años. De sus looks de juventud a sus estilismos de madurez, encarna mejor que nadie la elegancia atemporal y ese saber estar que no han dejado de generar admiración a lo largo de los años. Repasamos, con motivo de su 65 cumpleaños, las claves que han dado forma a su personal estilo.
Aunque era solo una adolescente, esta imagen tomada en la nieve con unas grandes gafas de sol deja claro su atrevimiento y sus apuestas siempre certeras.
Su amor por las prendas vaqueras ha salpicado todos sus looks. Incluso en la playa, Carolina no renunciaba a la mejor prenda para combinar con un bikini: una camisa vaquera.
Su estilo casual se ha definido por pequeños detalles como este: de los pañuelos en la cabeza hizo una de sus señas de identidad en su juventud.
Antes de cumplir 20 años Carolina ya sabía que hay estampados que nunca fallan, como este de espiga.
Un abrigo con buen patrón: Carolina lo sabía y atesoraba una amplia colección desde su adolescencia.
La naturalidad siempre ha jugado a su favor. Y las flores en el pelo han restado seriedad a muchos de sus looks.
Siempre se ha atrevido con todo, y pocas veces la hemos visto fallar. Esta melena corta y rizada fue uno de los cambios más llamativos que recordamos.
Parte de su juventud transcurrió en Francia y eso se dejó notar en sus looks de prendas básicas.
Siempre combinan con todo y están entre sus básicos. En tonos lisos, para crear juegos de contrastes con blusas y jerséis, o en estampados más llamativos.
Y para esto hace falta una dosis extra de personalidad que ella tiene de sobra. El plumífero naranja que llevaba en los 80 es el colmo de lo cool cuatro décadas después.
Si algo nos gusta de Carolina es su capacidad para adaptar cualquier tendencia a su estilo. Este vestido de cuello subido, lazo y manga farol lo defiende a la perfección.
Pero siempre con un twist. Estos pantalones fluidos con detalle lateral de pedrería son el mejor ejemplo de cómo este combo siempre se puede reinventar.
No todos tienen que ser especiales, y las opciones menos complicadas dan mucho juego, como este vestido de algodón que ella elevaba con un cinturón de charol.
Diadema con lazo, pendientes de perlas, collares dorados… sí, ella tiene ese don para mezclar y ‘abusar’ de los excesos con un resultado estiloso y elegante.
Han sido pieza imprescindible de muchos de sus looks de gala y siempre un acierto rotundo.
Casi todos los looks de Carolina son ejemplo de que no hace falta renunciar a la comodidad. Con vaqueros, cárdigan y zapatillas de tela también está perfecta.
Carolina siempre ha demostrado su amor por las joyas con perlas. En este desfile de Chanel de 1989 eran protagonistas de su look.
Son muchos los looks de la princesa que han pasado a la historia, pero este vestido turquesa con pendientes para el Baile de la Rosa en 1989 nunca lo olvidaremos.
Junto a pamelas y flores, siempre ha sido su accesorio para el pelo favorito. No ha dejado de llevarlo con el paso de las décadas, desafiando las tendencias.
Junto con las perlas, los otros grandes protagonistas de su joyero son los pendientes maxi.
Carolina nunca ha renunciado al color pero es cierto que en muchas ocasiones ha recurrido al total look negro.
Al igual que Isabel II, Carolina ha dicho sí al estampado de leopardo. Un print lleno de fuerza que ella defiende como nadie.
Fueron muchas las veces que Carolina tomó a su madre como ejemplo de estilo. Incluso en muchas ocasiones coordinaban sus looks.
Entre los print que se repiten en su armario, el de lunares es uno de ellos. Desde su juventud, ha hecho de él uno de sus favoritos.
Para su primera boda, Carolina eligió un diseño que más tarde inspiraría a su hija Carlota: un dos piezas con la falda y las mangas bordadas y un llamativo tocado de flores.
Para su boda con el italiano, optó por un sencillo diseño cruzado de largo midi y escote en V, con una diadema con lazo.
Junto al halter, uno de los favoritos de Carolina en su juventud. Su perfecta estructura ósea siempre ha quedado favorecida por estos diseños.
Este modelo de gafas es el que más ha repetido la princesa. Su gusto por los complementos maxi queda también patente en esta elección.
Carolina fue un icono de los 80, y no dudó en abrazar las tendencias de aquella década. Ahora que gran parte de ellas vuelven, sus looks de aquella época siguen más vigentes que nunca.
Fan de los deportes de invierno, Carolina apostaba por looks monocolor y tonos llamativos para disfrutar del deporte blanco.
Una de las claves de su estilo es saber adaptar todas las tendencias. En 1984 daba un toque masculino a su traje de chaqueta y falda con esta corbata estampada.
Entre los escote que más le favorece está el palabra de honor. Para recibir a Carlos de Inglaterra en el Palacio de Mónaco escogió este con forma de corazón que no le podía quedar mejor. La mirada de Carlos lo dice todo.
Ha sido uno de los colores favoritos de la princesa, y el escogido para varias ediciones del Baile de la Rosa y también para celebrar el Día Nacional de Mónaco. Este conjunto de dos piezas bien podría estar en los escaparates de 2022.
Carolina nunca ha tenido miedo a los colores más llamativos. Con este vestido de escote asimétrico estaba radiante en abril de 1985.
Amante del mar desde pequeña, el básico que todas las francesas tienen en su armario, la camiseta de rayas marinera, también era su look favorito para las citas en el mar.
Carolina ha jugado con todo tipo de escotes, este en la espalda rompía los esquemas de los armarios de las royals en 1995.
Fiel a Chanel, son muchas las ocasiones en las que Carolina de Mónaco se ha coronado como la más elegante gracias a un outfit en tweed, como este de 2012.
De Dior, de Chanel, de Louis Vuitton… su colección de bolsos es amplia y muchos de ellos son ediciones limitadas que cualquier coleccionista desearía tener en su armario.
Nada en ella queda excesivo. Así lució en la cena previa a la boda de doña Letizia y don Felipe. Simplemente maravillosa.
Quizás, su combinación favorita. En blanco y negro son algunos de sus diseños inolvidables, como este de encaje como escote de tiras en negro que llevó para un baile benéfico organizado por Natalia Vodianova.
Carolina de Mónaco siempre ha sabido brillar en las bodas, tanto de corto como de largo. Entre sus looks inolvidables, este que lució en la boda de Guillermo de Luxemburgo o el que llevó en la boda de los reyes Letizia y Felipe.
Su hermana Estefanía hizo de la biker de cuero una de sus claves de estilo en los 80. Carolina la ha seguido luciendo durante años pero de una forma muy diferente. Así la llevaba en 2020 para asistir a un desfile de Chanel: con falda de tweed, jersey negro y joyas maxi.
Muchas veces Carolina escogió el blanco para acudir a eventos. Este look del Baile de la Rosa bien podría haber hecho las veces de vestido de novia.
Carolina posee una amplia colección de salones, sus favoritos para actos oficiales. Estos de animal print de Louboutin están entre los más llamativos.
Jeans blancos, camisa vaquera y alpargartas: el ‘uniforme’ más cómodo de Carolina en los últimos años.
Aunque las reserva para ocasiones especiales, Carolina siempre ha brillado con sus tiaras. Su favorita, esta de perlas de Cartier, que pertenece a los Grimaldi y su madre nunca llegó a lucir.
A menudo la hemos visto mezclando estampados muy distintos. ¿Su truco de estilo? Que sean en los mismos tonos.
Un must de las royals que ella adapta con un cinturón maxi como protagonista.
Jersey negro, pantalones vaqueros, botas de caña ancha y abrigo negro: ella luce como nadie el look que siempre resuelve un día de dudas.
Los favoritos de la temporada y los más repetidos de su estilo: los vaqueros de pierna ancha que mejor sientan.
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