"Ha conseguido conectar con los españoles y transmitirnos tranquilidad y cordura cuando más lo necesitábamos". Así valora Albert Rivera la figura del rey Felipe VI en su libro Un ciudadano libre (Espasa, 2020), a quien elogia por haber salido airoso de "dos repeticiones electorales (2016 y 2019), con las consiguientes rondas de consultas y el bloqueo institucional, el golpe separatista en Cataluña, la pandemia de la COVID-19 y la polémica generada por las informaciones aparecidas en los medios sobre algunas actividades del rey Juan Carlos".
Al decir "polémicas", Rivera no se moja con el tema más espinoso que afecta a la Casa Real poniendo el acento sobre la prensa y no sobre las actividades poco claras de las que se acusa al Borbón, que abandonó España el pasado mes de agosto. Y eso a pesar de que en esas mismas páginas afirma lo siguiente: "No me considero monárquico y creo que el debate sobre la forma del Estado –monarquía o república– es legítimo". Aún así, prefiere pasar por encima por la figura de Juan Carlos y centrarse en la de su hijo, a quien elogia sin ponerle pegas alguien que se dice "crítico" y "libre para decir lo que quiera". Lo hace con el resto de líderes, a quienes da una de cal y otra de arena. No lo hace con el rey: "El buen servicio a España que está haciendo don Felipe ha logrado que numerosos ciudadanos de mi generación seamos más ‘felipistas’ que monárquicos".
Ni nombrar a Letizia
En Un ciudadano libre, Rivera se jacta de haber tenido "bastantes reuniones" con el rey actual, de conocer "el camino que conduce a su despacho" y de haber establecido en los últimos años un "respeto que poco a poco ha ido transformándose en confianza mutua". Dice que es un buen conversador, pregunta mucho y siempre se interesa por la opinión de su interlocutor. Es una característica, la de la facilidad de palabra, que en otros foros y otras fuentes suelen atribuir más a la reina Letizia, a quien por cierto, el ex líder de Ciudadanos ni siquiera cita.
A quien sí se refiere y de manera muy elogiosa es a la reina emérita: "Muchas de las cualidades de don Felipe tienen que ver con la ‘escuela’ de su madre, la reina Sofía. Seria, profesional y discreta, la Reina siempre ha mostrado un saber estar y una cercanía que la han convertido en una de las personalidades más valoradas por los españoles". Es interesante el contraste de esa descripción con la ausencia en esas páginas de la actual reina, a quien ninguno de los predecesores de Rivera escribiendo memorias política se abstiene de nombrar para contar algua anécdota del tipo que sea.
Lo ha hecho Celia Villalobos, pero también lo hizo en su día Julio Rodríguez, ex Jefe de Estado Mayor de la Defensa y hoy jefe de gabinete de Pablo Iglesias: "Se veía ridícula vestida de Manola", explicó en su libro el militar, que aprovechaba esas páginas para criticar la actuación, y cierta pasividad, de Felipe VI. Y es que es esa otra constante de quienes hacen públicas reacciones, frases o cualidades de la pareja real: que quien elogia a uno de sus miembros parece hacerlo para desmerecer al otro.
Por eso es tan elocuente ese "silencio" de Rivera, sobre todo teniendo en cuenta que, además de haber coincidido con la reina en multitud de actos protocolarios, asegura haber visitado la Zarzuela también en situaciones y citas informales. Y más aún cuando en Un ciudadano libre no se abstiene de valorar la figura y el papel de ninguna de las personalidades nacionales e internacionales –curiosa es la enorme presencia en esas páginas de Barack Obama, a quien ni siquiera conoció en persona–con las que ha interactuado en sus 13 años dedicados a la política.
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