Abril Zamora: cómo ser un icono trans y convertirse en la actriz de moda de las series por encima de las críticas más crueles que puedas imaginar en Instagram

“¡Necesito un vino!”, exclama Abril Zamora (Cerdanyola, 1981). Acaba de llegar a casa después de una larga jornada de ensayos y toma de decisiones. Solo quedan unos días para que comience a grabar Todo lo otro, la serie que dirige, escribe y protagoniza, y que HBO estrenará este año. La historia tiene mucho de ella –también de sus amigos, que forman parte del reparto–, pero asegura que es más un retrato generacional que un relato autobiográfico.

La segunda de tres hermanos, describe una infancia “muy complicada”, con pocos amigos y un imaginario por el que pululaban personajes de anime como Sailor Moon, princesas Disney –se identifica tanto con La Sirenita que se tatuó en el costado la letra de una de sus canciones–, y actrices adolescentes de los 90 como Alicia Silverstone o Sarah Michelle Gellar. A pesar de un padre nocivo y unos compañeros de clase que la machacaron, no se victimiza. “Me afectó lo suficiente para ser creativa, pero no como para tirarme por la ventana”. Si le negaban muñecas, se las cosía con trozos de camisetas. “Ahora me compro las Barbies que no tuve entonces. Tengo una Kelly de Sensación de vivir, una Hermione de Harry Potter, y una que es como yo y que encargó mi novio. En realidad se las estoy regalando a la pequeña Abril, que es feliz viendo quién soy ahora”.

«Me compro las Barbies que no tuve. En realidad, se las estoy regalando a la pequeña Abril. Sé que es feliz viendo quién soy».

Cuando recuerda aquellos primeros meses de transición, Abril, muy expresiva y gestual, simula con las manos dos ruedas dentadas. “Todo fue encajando de una forma orgánica. Aquellas cosas que siempre había querido hacer, como llevar el pelo largo o ponerme una falda, sucedían con mucha naturalidad”.

MUJERHOY. ¿Necesitó acompañamiento psicológico?

ABRIL ZAMORA. En mi vida me había sentido tan estable como cuando me presenté como mujer por primera vez. Fui un día al psicólogo porque me costaba mucho pronunciarlo. Quedaba con una amiga, decidida a decírselo y era incapaz de que de mi boca saliera: “Soy una mujer”. Cuando por fin lo hice, fue liberador por la honestidad que genera ser sincera con todo el mundo. Mis relaciones mejoraron mucho. Si me cae una maceta desde un balcón y muero ahora, todos sabrán quién era de verdad. Eso da mucha paz.

¿Pilló por sorpresa a sus amigos?

Antes de la transición era casi feliz. Nadie pensaba que me estuviera pasando algo así. No hubo ni un amigo al que no le sorprendiera mi anuncio. Algunos tuvieron que pasar un duelo y todo, pensaban que moría una persona y nacía otra. Les hice ver que era una evolución: soy igual que antes, pero con menos capas y más relajada. Solo tengo esta vida y habría sido una pena desperdiciarla fingiendo ser algo que no soy. Y no tiene que ver con la transexualidad, sino con dar mi mejor versión al mundo.

¿También ante quienes no la conocen?

Una cosa es que en tu entorno sepan que eres una mujer y te hablen en femenino, y otra que, como me ha pasado hoy mismo, al devolverme el cambio un camarero me ha dicho: “Aquí tiene, caballero”. Sigue siendo doloroso, pero lo vas asimilando de otra manera. Estando en un centro comercial, un padre hizo que su niño de unos cinco años me mirara para que viese “lo raro que era”. Lloré muchísimo aquel día. Me han faltado mucho el respeto, pero no fue tan complicado porque he tenido un gran refuerzo tanto en mi familia como en mi profesión.

Apesar de que recibe mensajes de padres, madres y jóvenes trans en busca de referentes, Abril no se siente capaz de hablar más que de su experiencia personal. “Por favor, no me preguntes por la ley trans, que no estoy muy puesta”, bromea. “Para mí este proceso ha sido fácil, ilusionante. También es cierto que ya era adulta. Pero sí viví algunas trabas que hay que solucionar, como conseguir el DNI. Son trámites que se deben simplificar. Nadie va a mentir sobre algo así. ¿Quién elegiría el camino difícil? ¡Esto ni siquiera se elige! Eres lo que eres”.

«Si me cae una maceta de un balcón y muero ahora, todos sabrán quién era de verdad. Eso es algo que me da mucha paz».

¿Qué opina de las críticas y el rechazo que ha provocado entre algunas feministas este proyecto de ley?

Me identifico como feminista y me resulta contradictorio que alguien te quiera poner obstáculos cuando se lucha por la igualdad. Decir que unas mujeres lo son más que otras me parece absurdo. Creo que no hay que dar mucha cancha a estas terfs. Que revisen su transfobia. Por respeto, debes tratarme como lo que te estoy diciendo que soy, por mucho que te siga pareciendo un chico. ¿Qué dato necesitas para ver que soy una mujer real, que vivo, siento y sufro como una mujer? ¿Y qué tal se trata usted a sí misma? Hay días que me levanto y me veo bien, pero otros creo que soy un orco y me hundo por completo. También hay gente que me hace sentir así. En Instagram recibo mensajes constantemente en los que me dicen que soy fea, emoticonos de vómito y cosas así. Hay gente que incluso etiqueta a otros en mis fotos para que vengan a burlarse de mí. Tengo que esforzarme para no venirme abajo y necesito mucho refuerzo. Tengo la edad y el cuerpo que tengo, pero me saco partido. Intento manejar esa inseguridad y conocerme mejor. También soy consciente de que sigo un tratamiento hormonal y sé que una vez al mes hay una voz interna que trata de sabotearme.

¿También a la actriz?

No tanto. En La vida por delante tengo sombra de barba y creo que lo defiendo muy dignamente. En Vis a vis estaba fea y no me importa. Soy una actriz y es parte del trabajo. Ahora, preparando Todo lo otro, sí que intento verme bien porque creo que tiene que ver con el personaje. Pero me encantaría salir muy sucia y muy fea si hay un buen papel.

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