Las fiestas no han hecho más que empezar y tu ya notas los efectos. Las compras, las cenas y los compromisos familiares pasan factura y no solo a tu cartera. Tu piel también se resiente cuando el estrés, el alcohol y las comidas interminables se suceden, y las rutinas se descontrolan. Pero que no cunda el pánico, todavía estás a tiempo de controlar los efectos secundarios de las Navidades y llegar a las rebajas de enero con la mejor cara.
Para encontrar el enemigo a combatir debemos entender las consecuencias de esta sucesión de encuentros, cañas, aperitivos y demás citas tienen en nuestro cuerpo. En el caso del alcohol, uno de los ingredientes habituales de las reuniones sociales, tiene un doble impacto en nuestra piel. Por un lado, la deshidrata, porque nuestro cuerpo destina los fluidos disponibles a los órganos internos, dejando la piel reseca. Con el tiempo, la producción de nuevas células de la piel se verá comprometida, y la piel se irritará y se verá seca y con manchas.
Por otro lado, el alcohol contiene un alto nivel de azúcar, lo que contribuye a la inflamación del cuerpo y la piel. Esto causa que el colágeno necesario se descomponga e impida la renovación celular. Un problema que provocará arrugas prematuras y piel opaca.
A estos dos inconvenientes hay que sumar un tercero, bastante habitual en las noches en las que te tomas un par de copas de más. Cuando llegas a casa lo único que quieres es meterte en la cama, y en lo último en lo que estás pensando es en el tónico, la crema y el resto de la rutina nocturna. Lo podemos entender. Pero como mínimo, recurre a las toallitas faciales para dormir desmaquillada y evitar posibles infecciones, así como que tus poros se obstruyan o que tu piel se reseque.
Con todo esto, a lo largo de la mañana siguiente a la fiesta o cena deberás encontrar un momento para mimar tu rostro y darle los cuidados que necesita. Y si tú te has tomado algo para la resaca, tu piel va a necesitar una limpieza en profundidad, o directamente una exfoliación, una mascarilla que le aporte la hidratación necesaria y un rodillo de jade o rosa frío para promover el drenaje linfático y reducir la hinchazón del rostro.
El estrés y las prisas también tienen consecuencias en nuestro rostro. Con la hormona del estrés todo el flujo sanguíneo se ve afectado, y el colágeno se ve dañado, lo que acelera el proceso de envejecimiento y altera la capacidad de la piel de repararse a sí misma. La denominada fatiga de la piel, que hace que nuestro rostro se vea cansado y opaco, con poros grandes y piel seca. Para combatirla deberemos apostar por unas mascarillas de arcilla que desobstruyan o ricas en vitamina C, para aumentar el colágeno e iluminar nuestro rostro.
Por último, las comilonas familiares y la abundancia de dulces también tienen reflejo en nuestro rostro. Y si tendemos a tener la piel grasa deberemos controlar la ingesta de embutidos y carnes, y acudir a nuestra mascarilla de confianza para combatir los poros abiertos. Además, si nuestra dieta es un descontrol de picoteos y cenas informales deberemos proporcionar a nuestra piel los aceites necesarios para nutrirla a través de lociones y cremas.
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