En contraposición a las grandes ondas estudiadas y los vestidos drapeados de satén que todas esperamos de un alfombra roja, este domingo nos hemos encontrado con la frescura y la naturalidad –toda la que se puede tener en un evento de este tipo– de Emma Watson. La actriz ha supuesto el contrapunto necesario a los looks más clásicos que se han visto sobre la alfombra roja de los BAFTAs, celebrados el pasado domingo.
Y es que Emma Watson decidió rendir un auténtico homenaje a la estética Y2K –que intenta revivir las modas de los años 2000– revisitándola de manera elegante y sofisticada, como 20 años atrás nunca hubiéramos pensado que se podría hacer. Para empezar rehuyó de las texturas de cabello demasiado trabajadas y apostó por su acabado natural ondulado con mechas más claras.
En su peinado la actriz añadió un detalle muy especial: como muchas de las invitadas, decidió partir la raya al medio y sujetó las secciones laterales de su cabello con numerosas horquillas negras que quedaban muy a la vista, un gesto que recordaba a una tendencia muy similar original de los años 2000. En aquella ocasión las horquillas se llevaban en multitud de colores y se coordinaban con el resto de accesorios y con las prendas de ropa. Emma quiso imprimir un aire más elegante al hairlook y por eso decidió mantener el color de estos accesorios para el pelo en un tono neutro que se fundía ligeramente con el tono de la raíz de su cabello, sin perder del todo su presencia.
Y este peinado es, precisamente, lo que le dio gran presencia a sus cejas. Emma apostó por unas cejas gruesas, diseñadas para favorecer su rostro dulce y de facciones suaves. Estaban diseñadas con formas rectas y angulosas y perfectamente peinadas. Todos estos detalles supusieron una actualización de la estética de los años 2000, trayéndola y adaptándola al presente. También estas cejas tan cuidadas son las culpables de que el beauty look se perciba como uno mucho más elegante que cualquiera que podamos encontrar buceando en los archivos de aquellos años.
Sin embargo, el homenaje a aquella década de excesos sigue. Emma quiso mostrar su imagen más primaveral, a pesar de que las nubes y la lluvia nos acompañan todavía estas semanas. Para ello hizo uso de uno de los productos que no podían faltar en el neceser de cualquier chica adolescente de los 2000: el polvo bronceador. La actriz contorneo su rostro aplicando un toque más oscuro en el hueso del pómulo, en los laterales de la frente y en las aletas de la nariz.
Afortunadamente, lo hizo de una manera mucho más sutil que como era habitual en aquella época y consiguió un resultado fresco y natural que ha logrado que tengamos más ganas de buen tiempo. Poco más le hizo falta a la que fuera protagonistas de Harry Potter para deslumbrar sobre la alfombra roja: enmarcó ligeramente sus ojos con eyeliner y dejó su boca en un tono rosa natural.
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