Saber exactamente qué tipo de piel tenemos, o qué alteraciones padece en un momento dado para dar la respuesta adecuada a nivel cosmético no siempre es tarea fácil. Y una de las dudas más frecuentes es diferenciar entre la piel seca o deshidratada. Porque en ambos casos los cuidados que tenemos que aplicar son distintos.
Tal y como explica Rocío Escalante, farmacéutica experta en dermocosmetica y rutinas personalizadas, la piel seca se caracteriza por la «tirantez, irritación y en ocasiones se puede observar la descamación e incluso rojeces. Son pieles que carecen de luminosidad y son ásperas al tacto». El invierno es la estación en la que más sufre debido al frío, el viento o la sequedad ambiental provocada por la calefacción.
Para diferenciarla de la piel deshidrata, que es un estado de la piel, nos podemos fijar en la tirantez y la aspereza. «La piel deshidratada ha perdido agua y eso ocasiona una alteración en la función barrera. También se puede identificar porque ha perdido la luminosidad, pero no resulta tan áspera al tacto como la seca, y tampoco presenta esa sensación de incomodidad tan evidente», explica Escalante.
Por lo tanto, presentan problemas distintos y sus rutinas de cuidado también difieren. En el caso de la piel deshidratada, «la manera de contrarrestar esta falta de agua será con el uso de cosméticos más fluidos que contengan ácido hialurónico, por ejemplo. Existen cosméticos en textura gel que también incorporan ceramidas que ayudan a restablecer los valores». Y asegurar la hidratación pero con cremas adaptadas a cada tipo de piel, por ejemplo oil free en el caso de las pieles grasas y mixtas.
En el caso de la piel seca la hidratación también es esencial. «Hay que usar cremas que ayuden a reponer lípidos, con ceramidas, principalmente, y todo tipo de cosméticos en los que se especifique que son para piel seca. También es importante utilizar a diario protección solar», argumenta Rocío Escalante.
Las mejores cremas hidratantes para piel seca
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