El reloj de Cartier que siempre llevaba consigo la mujer más rica del mundo

A principios del siglo XX, el maestro relojero Maurice Coüet ayudó a Cartier a consolidar su creciente fama como marca líder en la producción de objetos-joya. El relojero se inspiró en el considerado padre de la magia moderna, el ilusionista Jean Eugène Robert-Houdin, para incorporar a los relojes de mesa los mecanismos más avanzados en sus diseños, creando piezas que todavía hoy despiertan el asombro del mundo entero. A partir del 1 de julio**, algunas de las más icónicas cambiarán de manos y podrán ser adquiridas por cualquiera que pueda pagarlas.

Ese día, Christie’s organizará una subasta en Ginebradonde se pondrán a la venta más de 100 relojes de este periodo de 80 años, época en la que estos “mistery clocks”, como eran conocidos, adornaban mesillas de noche y lujosas cómodas de los más ilustres personajes de todo el mundo. Se estima que el montante final de esta subasta podría rondar entre los casi cuatro millones y los 5,7 millones de francos suizos, con piezas únicas que pueden alcanzar los 8.000 francos suizos, alrededor de los 7.600 euros.

Un precio que a más de uno le parecerá simbólico por llevarse a casa algunas de las piezas más excepcionales de relojería de Cartier. Como por ejemplo, el reloj de viaje que llevaba siempre consigo la mujer más rica del mundo, la norteamericana Jessie Woolworth Donahue y cuya nieta fue Barbara Hutton, recordada por la historia de Pobre niña rica y una de las coleccionistas de joyas más importantes del siglo XX. Su reloj de viaje con forma de un pequeño armario es de inspiración art decó, está confeccionado en oro y lleva en su parte superior las iniciales “JWD” forradas de diamantes. Cuando se abre deja a la vista sus números romanos en negro sobre un esmalte blanco y agujas de acero azul.

Otra pieza perteneciente a un ilustre personaje que saldrá a subasta es el reloj de ónix, diamantes y esmalte “Planeta”. Un reloj de mesa que perteneció a Lady Abdy. Iya Grigorievna de Gay nació en San Petersburgo en 1897. Durante la revolución rusa escapó con su familia a Finlandia antes de mudarse a París. Se casó con Sir Robert Abdy, un propietario de una naviera inglés. Iya se movía como pez en el agua entre las fiestas de la alta sociedad, entre sus amigos más cercanos se encontraban personalidades del arte y la cultura como el fotógrafo Cecil Beaton, Man Ray, la diseñadora Coco Chanel o el escritor Cocteau.

Lady Abdy era una asidua clienta de Cartier y por su asombrosa personalidad no es de extrañar que eligiera un reloj de la célebre colección de relojes “Cometa”. Un novedoso diseño que estaba compuesto por esferas superpuestas que rotaban dando así las horas de una forma inusual hasta la fecha. El reloj de mesa de Lady Abdy tenía un fondo de esmalte rosa y dos diamantes rosas sobre una caja de ónix y está firmado por Maurice Coüet. Es uno de los lotes más prometedores que aspira a alcanzar la cifra de los 190.000 dólares.

Otra de las piezas más esperadas por los coleccionistas será este reloj de estilo art deco confeccionado en nácar, turquesas y diamantes y con motivos orientales. Un diseño que refleja el grandísimo talento y la inagotable imaginación de Maurice Coüet, a quien Cartier le debe algunos de sus relojes más emblemáticos.

O el excepcional “reloj urna”, en plata y vidrio opalino testigo de la influencia del estilo Luis XVI en Cartier durante la Belle Epoque. En este período se utilizaban vistosos colores como este impresionante azul añil aunque era su original movimiento, en el que la urna era la que rotaba para señalar la hora, la que causó en la época auténtico furor.

Durante el periodo de esplendor de estos relojes-joya, personalidades como Eduardo VII de Inglaterra, el Zar de Rusia Nicolás II, Franklin Roosvelt o algunas de las grandes fortunas como Vanderbilt o Morgan tenían una de estas piezas adornando sus salones, sus chimeneas o sus dormitorios. Muchas de ellas cambiarán de hogar el próximo 1 de julio y continuarán escribiendo su historia.

Fuente: Leer Artículo Completo