Hace pocos días Forbes publicaba la lista anual de las mujeres más ricas del mundo y en el puesto vigésimo noveno aparecía la primera española, Sandra Ortega Mera, hija del fundador de Inditex, Amancio Ortega. Con 51 años, la primogénita del clan textil ejemplifica a la perfección la discreción mediática con la que ha predicado desde el comienzo su padre.
Prácticamente una desconocida hasta la muerte de su madre Rosalía Mera en 2013 y con un patrimonio que alcanza los 6.000 millones de dólares, Sandra posee el 5 % de las acciones de la compañía aunque es a través de Rosp Corunna, el grupo empresarial con el que lleva a cabo la mayor parte de su actividad. Sin embargo, su foco principal de acción es a través de la Funcación Paideia, creada en 1986 por su madre y con la que desarrolla proyectos de inclusión entre personas discapacitadas con las que “promover la igualdad de oportunidades para favorecer el desarrollo personal y social, mediante la creación de proyectos innovadores y sostenibles”, según explican en su web.
Esta faceta solidaria se ha puesto aún más de relevancia en estas semanas desde que la crisis del Covid-19 se desatara. Primero cuando Inditex anunció que ponía a disposición del Gobierno un cargamento de mascarillas quirúrgicas protectoras provenientes de China para atender las necesidades de urgencia tanto de material sanitario como textil. Pero a nivel personal, Sandra hizo una donación de más de un millón de mascarillas y 5 mil batas y pantallas de protección.
Desde su residencia en el municipio coruñés de Oleiros, donde vive con su marido Pablo Gómez (directivo de Inditex, a quien conoció en el instituto) y padre de sus tres hijos, el perfil humilde de Sandra en manifiesto. Allí conduce su antiguo coche, se comporta sin aspavientos e incluso disfruta cultivando su propia huerta. Mientras, diversifica su campo empresarial, con inversiones inmobiliarias en el extranjero y acciones en Pharmamar, una empresa biotecnológica que desarrolla investigaciones científicas oncológicas. Un equilibrio perfecto en el que rige la búsqueda de la normalidad y un comportamiento humilde.
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