Las pérdidas de un familiar en tiempos del coronavirus se hacen especialmente duras. No poder despedirte de esa persona a la que quieres. No darle el adiós que le hubiese gustado. Un escenario que hace más doloroso el duelo. Tamara Falcó lo está comprobando en primera persona. Hace unos días, la veíamos rota a su llegada al crematorio.
Desde entonces, tan solo hemos tenido dos noticias de ella: la del homenaje en Instagram con ese texto elaborado por todos los hijos del Marqués de Griñón y la publicación compartiendo el vídeo, iniciativa de Cadena 100, ‘Resistiré 2020’. Dos momentos muy puntuales y breves con los que romper un silencio desgarrador.
Tamara estaba muy apegada a su padre. Tanto, que cuentan algunos medios que la diseñadora sufrió un fortísimo ataque de ansiedad hace hoy dos semanas, cuando le comunicaron que este no había podido superar el coronavirus y que había fallecido en la madrileña Fundación Jiménez Díaz.
Aseguraba Isabel Preysler esta semana en las páginas de la revista ‘Hola’, que su hija está sufriendo mucho. Que está llevando un durísimo duelo ante este golpe cruel de la vida. Tamara es una persona muy afectuosa, por lo que este tipo de situaciones le afectan de manera especial. Y ha preferido refugiarse en el único calor de su madre y de la pareja de esta, Mario Vargas Llosa.
Otros rostros conocidos han tratado de mitigar el dolor con textos de rabia y desahogo en las redes sociales. Tamara, la siempre extrovertida y dicharachera con la prensa (hasta el punto de que, a veces, en su familia le han tenido que echar el freno para que no contara lo que no debía por esa naturalidad desbocada), ha preferido guardárselo para ella.
Un silencio que rasga. Y que llega en medio de ese resurgir de la hija de la Preysler en la prensa. De una nueva etapa en su vida llena de color y de acercamiento a la gente. Una pausa ante la que, no tardando, volverá a dar ‘play’. Es un silencio necesario, pero la seguiremos esperando.
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