No, no es el mismo vestido rojo con nudo con el que Zara arrasó y puso de acuerdo a todas las editoras de moda en el 2017 y que recordábamos hace tan solo un par de días, pero se le parece mucho. El rojo es el color del optimismo, de la fuerza y de las emociones humanas. Es reconfortante, ilumina y brilla. El rojo cobró también una importancia inusitada y se convirtió en símbolo en la tercera temporada de El cuento de la criada, al teñir las capas de las doncellas y dotarlas de poder para luchar por sus derechos y el de todas las mujeres de Gilead. Es ese hogar al que regresamos cuando uno se siente perdido, el lugar común al que todas deseamos volver alguna vez a lo largo de nuestra vida para sentirnos en paz.
A lo largo de la historia, el rojo ha tenido multitud de significados dispares en función de la cultura que se lo asigne. Así, en la China de la dinastía Ming era el símbolo del emperador y de la propia dinastía, por eso la ciudad prohibida tiene paredes rojas. Sin embargo, el mundo occidental suele prever alerta o peligro. En términos estilísticos, el rojo y todas sus posibles declinaciones, es el único tono de la paleta cromática que favorece absolutamente a todos los tipos de pieles y que se utiliza cuando se pretende resaltar algo sobre el resto. (¿Acaso no está de sobra comprobado el efecto de atracción que producen los labiales rojos?).
© Cortesía de Zara
Vestido asimétrico, de Zara. COMPRAR
El vestido que firma Zara es de un rojo frambuesa, a medio camino entre el rojo más oscuro y el rojo sangre, muy en la línea del tono que triunfó en 2017. Es precisamente este tono de rojo ni demasiado anaranjado ni demasiado claro, el más favorecedor, el más optimista y el que vibra sobre cualquier prenda sobre la que aterrice.
© Cortesía de Zara
Vestido asimétrico, de Zara. COMPRAR
En cuanto a la silueta, la gran protagonista es la asimetría que deja la piel del brazo y el hombro al descubierto y que, aunque en principio pudiese parecer una apuesta de alto riesgo, el resultado es equilibrado y apto para todas. El bajo, también asimétrico, llega hasta la mitad de la pantorrilla y el tejido, con cierta textura, le hace merecer un puesto de honor dentro de la liga de esos vestidos que puedes meter en la maleta porque nunca se arrugan.
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