Hace menos de una semana, desde la isla de ‘Supervivientes 2020’, escuchábamos a Ana María Aldón decir, no solo cuánta energía y vitalidad le estaba dando concursar en el ‘reality’, sino también que, a su regreso a España, se planteaba volver a pedirle a su marido, José Ortega Cano, que se casaran de nuevo.
Sin embargo, la realidad en España es muy diferente a la que se le pasa a la diseñadora por la cabeza. El diestro está muy disgustado con el concurso que está haciendo su mujer. No solo porque no entiende que no ayude más a Rocío Flores (algo que manifestaba semanas atrás), sino porque las alianzas y los acercamientos que está realizando, no le gustan nada de nada.
Es ‘Jaleos’ quien ha ofrecido a información, tras ponerse en contacto con el entorno de este, de que el torero echa mucho de menos a Ana María, y que está sumido en un estado de tristeza y de depresión. Un estado que era de esperar si tenemos en cuenta que no vio con buenos ojos que ella se embarcase en esta aventura que la exponía de manera evidente al gran público.
Ese sería el segundo de los problemas que afronta ahora el diestro, alejado de su esposa. Porque considera que se le está sometiendo a un «linchamiento» mediático usando la excusa de la participación de Aldón en el espacio televisivo para remover capítulos cerrados de su pasado. Algo que se veía venir y a lo que está tratando de hacer frente mediante las distracciones que le ofrecen sus familiares.
Pero lo que más le preocupa es que Ana María se esté acercando más de la cuenta a uno de los hombres con los que comparte experiencia en Honduras. «A Ortega no le hace ninguna gracia ese tonteo, entiende que es un ‘reality’, pero le duelen determinados comportamientos», ha manifestado esa fuente con la que ha contactado el citado medio. En concreto, el hecho de que ella haya asegurado que necesita «más calor» no le ha hecho nada de gracia.
En estos momentos, José teme por su matrimonio. Por su relación. Porque esta acabe tambaleándose cuando Ana María regrese de un concurso que le va a dar fama y un colchón económico, pero que puede hacer saltar por los aires todo lo construido junto a un Ortega Cano que aguanta estoicamente lo que ve (y no le gusta) a través de la televisión.
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