Alfonsina Maldonado nació en Florida, Uruguay, el 9 de diciembre de 1984. Es técnica agropecuaria, amazona, conferenciante y paralímpica en los Juegos de Río 2016. La última vez que visitó Madrid fue para participar en uno de los eventos ecuestres más importantes a nivel mundial: la séptima edición de Ifema Horse Week, un evento que acogió la Copa del Mundo de Doma Clásica y la de Salto. Alfonsina perdió su mano izquierda con tan solo seis meses en un accidente doméstico.
Estuvo 32 días en coma, se sometió a 17 cirugías plásticas y hasta los 5 años estuvo internada en la Unidad de Quemados del Hospital Militar de Montevideo. Los caballos fueron sus primeros amigos y le han dado la fuerza suficiente para aguantar el dolor diario que padece, para así realizar su gran sueño: llegar a las olimpiadas.
Su historia impresiona, a mí por supuesto. Y qué mejor ocasión para celebrar el Día Internacional de la Mujer -8 marzo-, que charlar con Alfonsina Maldonado, una gran persona capaz de derribar todas las barreras que se le ponen en el camino.
Corazón Los caballos han sido sus grandes amigos, es por lo que me gustaría que me dijera, ¿quién es Jordan de Centurión?
Alfonsina Maldonado Jordan es de la yeguada Centurión y fue el caballo con el que acudí en noviembre del pasado año a la séptima edición de Ifema Horse Week.
C. ¿Cómo le definiría?
A. M. Es un campeón. Su carácter es dulce y tiene un gran corazón, además de ser muy guapo. Nació en 2005 y es de raza española. Nos adoramos mutuamente, es el caballo más especial que conozco. Te lo da todo
C. Con este porte seguro que ha tenido alguna novia.
A. M. Claro, y muchos hijos.
C. He leído en su Instagram que el color blanco para los caballos tiene un significado muy concreto, ¿y para usted, porque Jordan es blanco?
A. M. Sí. Un caballo de color blanco representa la pureza, lo natural… Son muy bellos.
C. ¿Son los que le han ayudado a hacer realidad su sueño?
A. M. Sí, en Uruguay son parte de nuestra vida, de nuestra cultura. Mi familia vivía en el campo y yo iba a la escuela a caballo. Han sido siempre mis amigos, han estado conmigo, a mi lado
C. Alfonsina, su niñez, su adolescencia, han debido ser muy duras. ¿Qué fue lo que le ocurrió?
A. M. Cuando tenía seis meses una vela se cayó en mi cuna y se prendió fuego. La parte izquierda de mi cuerpo sufrió quemaduras muy graves y mi mano quedó carbonizada. Estuve 32 días en coma y durante cinco años en una sala de aislamiento en la unidad de quemados. En esos años, cada quince días me inducían al coma.
C. ¿De dónde sacó las fuerzas para seguir adelante?
A. M. Mi gran sueño era ser deportista olímpica y me ha costado mucho, pero lo he conseguido
C. ¿Ha derramado muchas lágrimas?
A. M. Siempre pensé que sería atleta olímpica y que no iba a llorar, y se lo decía a mi doctor casi a diario.
C. Llorar no es un síntoma de debilidad.
A. M. Claro que no, yo no lloraba porque transformaba el dolor en motivación.
Los deportistas paralímpicos hacemos las mismas pruebas que el olímpico pero con mayor dificultad»
C. Es sorprendente su fortaleza. Llegó a España siendo muy joven, ¿le resultó fácil entrar en el mundo ecuestre?
A. M. Llegué a España con 21 años y 365 euros. Realicé muchos tipos de trabajo dentro del mundo de los caballos. Limpié boxes a cambio de dar clases. Llamé a muchas puertas, unas se me abrieron y otras no, nada que no le ocurra a otra gente.
C. Parece que ese esfuerzo tuvo su recompensa y un final feliz.
A. M. La primera vez que lo intenté fue en los Paralímpicos de 2012, pero no pudo ser. Para acceder a las seis pruebas internacionales necesitaba dinero y tuve que vender gorros, camisetas, pero solo conseguí sufragar tres. No me desanimé y cuatro años más tarde, en Río de Janeiro 2016, lo conseguí. Pero nuevamente tuve que atravesar muchos obstáculos, el más importante el económico.
C. ¿Tiene pensado acudir a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020?
A. M. Espero ir a Tokio, pero en mejores condiciones que en Río. Ahora tengo un gran equipo y no voy a llegar con estrés.
C. De cara a las olimpiadas, ¿necesita alguna preparación física específica?
A. M.
Soy una persona con dolor crónico y necesito una preparación física y mental. Tengo que trabajar mis articulaciones. Los deportistas paralímpicos hacemos las mismas pruebas que el olímpico pero con muchas más dificultades. Mi brazo es reconstruido y tiene varias capas de piel. Tengo dolor las veinticuatro horas, sobre todo por la noche y por la mañana. Los cambios de tiempo me afectan y cuando hace mucho calor se me inflama el muñón. Es como si me clavaran cuchillos.
C. Convivir con el dolor día tras día debe ser muy duro para usted.
A. M. Es un aprendizaje. Llevo 34 años con fuertes dolores, y con el tiempo, entendí que no tenía que pelear con el dolor porque era una batalla que iba a perder. Tras un largo recorrido, ahora puedo decir que somos grandes amigos. Te voy a decir algo; cada día podemos aceptar o rechazar el desafío de transformar el dolor en buenas acciones. Depende de nosotros, de nadie más.
C. ¿Cree que los medios de comunicación damos suficiente visibilidad a los deportes paralímpicos?
A. M. Yo lucho para que los medios difundan más el deporte paralímpico. Nuestro espíritu de sacrificio y voluntad es un ejemplo, un mensaje para nuestra sociedad. No se puede discriminar a las personas con discapacidad, es una realidad que existe. Los medios de comunicación deberían darnos mayor cobertura.
C. Para terminar esta entrevista he recogido algunas de sus frases ¿Le importa que las reproduzca?
A. M. No
– «Todos los días hay que levantarse y romperse el alma para alcanzar tus sueños, porque no caen del cielo».
– «Cuando uno quiere algo, debe demostrar que es capaz de cumplir con esa responsabilidad y hacerse cargo de lo que queremos sin defraudar a nadie».
– «Hay que esforzarse, levantarse, caerse y volverse a levantar».
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