Escoger un buen papel no es fácil. El actor y su equipo leen un guión: montón de papeles que pueden ser el preámbulo de obra de arte o de un fiasco. Por ello, son muchos los que han metido la pata. Y después, se han tirado de los pelos por haber dicho no. En muchos casos, esa decisión ha marcado la diferencia entre una carrera exitosa y otra modestita. Es el caso de Nicholas Cage y Tom Selleck, por ejemplo, como se verá a continuación no pudieron equivocarse más. Otros dejaron de ganar una fortuna o un Oscar.
Pretty Woman: nadie quería prostituirse
El exitazo que se estrenó hace 30 años encumbró a una jovencísima Julia Roberts. Pero podría no haber sido así, si alguna de las principales candidatas hubiera aceptado poner de moda las botas de mosquetera. Una de ellas era Demi Moore, que tiene excusa, pues en ese mismo año rodó Ghost, que catapultó su carrera. El papel de prostituta le tiró un poco para atrás. Lo mismo que le ocurrió a Meg Ryan, que era la perfecta vecinita de al lado en las comedias románticas de los 80. Buscaba un cambio de registro, pero no se atrevió a hacer la calle y tras ver el éxito del film, llora en silencio su error.
Para el papel masculino, la primera opción fue… ¡John Travolta! Y lo más curioso es que Richard Gere, años antes, había rechazado protagonizar Grease pese a haber representado en el teatro el musical. Volviendo a Travolta, hay que detacar que es muy dado a decir no: lo hizo con Splash, Chicago, Glee y la que más rabia le dio dejar pasar: Forrest Gump.
¿Por qué nadie quería ser Han Solo o Indiana Jones?
Es casi imposible imaginar a estos dos irónicos héroes con otro rostro que no sea el de Harrison Ford. De hecho, a la vejez viruelas, el actor protagonizará otra secuela del arqueólogo del látigo. Sin embargo, se hizo con ambos personajes de chiripa. George Lucas no lo quería para Star Wars porque andaba detrás de Al Pacino. Pero este, tras leer el guión, le dijo que no lo entendía y que no iba a participar el la película. Tampoco convenció a su segunda opción: Christopher Walken, que no vio claro eso de involucrarse en una película de ciencia ficción. Entretanto, Ford, que estaba harto de no triunfar, se dedicaba a la carpintería y estaba haciendo unas obras en casa de Lucas. Finalmente, logró convencerle y pilotar el Halcón Milenario.
Para Indiana Jones, Spielberg quería a Tom Selleck, que llegó a hacer una prueba junto a Sean Young. Pero el agente del intérprete le desaconsejó que cogiera el papel, que veía poca cosa para él. Después de que se estrenara la película, Selleck escribió una carta al que ya era su ex agente, maldiciendo el día en que lo contrató. Su carrera continuó discreta, mientras que la de Ford subió como la espuma.
Actores que no entendieron el guión
O lo quisieron cambiar. A este grupo pertenece Tom Cruise, que pidió que cambiaran el final de Eduardo Manostijeras para que recuperara las manos. Esa era su condición para interpretarlo y le fue denegada porque el director, Tim Burton. También tuvo reparos en ponerse en la piel de Ironman si no se rebajaba el lado canalla del reportaje. Y así le hizo un favor al canalla oficial de aquel momento Robert Downey Jr. que dejó el alcohol y propulsó su carrera.
Otros, en cambio, no pidieron cambios, dijeron claramente que no entendían el guión. Como Sean Connery que se negó a hacer de Morfeo en Matrix, porque no acaba de pillar el guión. Y también pasó de coger el bastón de Gandalf porque eso de los elfos le parecía más bien tontón. Y eso que llegaron a ofrecerle 10 millones de dólares y el 15% de las ganancias. La segunda opción fue Christopher Plummer, que alegó que quería dedicarse a viajar.
Pero seguramente el que más metió la pata rechazando El señor de los Anillos fue Nicholas Cage, que podría haber sido Aragorn, papel para el que fue elegido justo antes de empezar el rodaje Vigo Mortensen. Cage, que tiene una carrera de lo más errática, dio calabazas a otra franquicia con éxito: Matrix. Will Smith también se negó y aún aúlla de dolor al recordar que prefirió protagonizar Wild, Wild, West que fue un descalabro en taquilla. Y otra mala decisión de Smith: pasó de ponerse en la piel de Django desencadenado, porque no llegó a un acuerdo económico.
Ese premio podría ser mío…
Eso debió pensar Michelle Pfeiffer cuando vio como Jodie Foster recogía el Oscar por su papel en El Silencio de los Corderos. Ella había sido la favorita del director, pero no quiso participar en un film tan violento. Y la podría haber consolado Sean Connery, que se había negado a interpretar a Hannibal Lecter, papel que también le valió a Anthony Hopkins el Oscar.
Los demonios se llevaron a Sandra Bullock cuando Hillary Swank recogió el Oscar a la mejor actriz por One Million Baby, película que ella había rechazado porque el rodaje se había retrasado.
Mel Gibson también se puso verde de envidia cuando Russell Crowe se llevó un Oscar por Gladiator. Él no se había puesto en la piel del romano porque decía que se veía un poco mayor para el papel. Pero siguió teniendo la misma edad y sin Oscar.
Gwyneth Paltrow tampoco se tomó muy bien Kate Winslet fuera nominada por Titanic y aunque no consiguió la estatuilla, aglutinó varios premios por su interpretación y un sinfín de críticas elogiosas. Ella se había negado a ponerse en la piel de Rose, porque la película le pareció una cursilería.
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