En esta historia no hay nada que parezca mínimamente normal, como lo que nos pasa a la mayoría de hijos de vecinos. Para empezar, la boda. Una boda real debería celebrarse en el país del monarca, pero no. Ellos se casaron en las afueras de Moscú, en un lujoso salón de eventos. El sultán, tras el divorcio, declaró que fue una encerrona, que en principio le dijeron que sólo tenía que asistir a una ceremonia privada, que acabó siendo su propia boda por todo lo alto. Y la modelo colgó las fotos en las redes sociales, provocando un revuelo en Malasia.
Oksana Voevodina se convirtió al islam, se cambió el nombre por el de Petra Rihana, se volvió muy modosita, llegó a afirmar que los hombres debían de ganar más dinero que sus esposas y renunció a su pasado. Pero su pasado no renunció a ella y a los dos meses de casada, se hicieron públicos unos vídeos de seis años antes en los que se la veía teniendo sexo en la piscina en un reality show en el que participó.
El país islámico no estaba preparado para tamaño escándalo y el sultán tuvo que abdicar. Aquí hay que mencionar que los malayos tienen un curioso reinado: título de monarca es rotatorio y dura cinco años. Mohamed V sólo lo ostentó dos. En ese momento, pareció que el rey renunciaba a su corona por amor, pero de eso nada pues a los siete meses se divorció de su mujer. Y también de una forma curiosa. El islam tiene un divorcio exprés, que permite ahorrar abogados y les da poder a los hombres. Se llama la triple talaq, y consiste en que el marido pronuncie tres veces talaq (me divorcio). Y lo hace ante su mujer o por mail o teléfono. Pero el sultán lo hizo sin contárselo a su esposa, que se enteró por las redes sociales.
Aireando secretos
Oksana Voevodina embarazada de cuatro meses regresó a Rusia donde tuvo a su hijo, que pertenecería a la familia real malaya. El rey asegura que el niño no es suyo, pero se niega a hacerse las pruebas de paternidad. Así las cosas, la exmodelo le ha pedido una casa en Moscú y otra en Londres (por valor de unos 10 millones de euros) y una pensión de 26.000 euros al mes. Pero el sultán no parece estar por la labor. Y ella se queja que sus penurias económicas que la han llevado a malvender la alianza de casada, por 226.000 euros, un precio tres veces inferior al de la joya. Pero como tenía que pagar un tratamiento para su hijo en Suiza, no le quedó otra que aceptar la “pírrica” cantidad. De todos modos, todo parece indicar que el rey es el que paga las facturas de su casa.
Voevodina ha ido publicando por capítulos en instagram su vida con el sultán. Y también ha concedido una entrevista a un medio ruso, en el que asegura que a los dos días de casarse, descubrió que le era infiel. Y hasta esa infidelidad es un poco rocambolesca, porque según explica, el rey tenía otra esposa, Diana Petra, de origen checo con la que se casó en 2010. Al sultán le debió parecer una nadería que no era necesario explicar a su futura esposa.
Mohamed V no se ha quedado de brazos cruzados y ha dicho que se arrepiente mucho de su matrimonio y que no es el padre de ese niño, al que todo el mundo encuentra clavadito a él. Ahora la familia real le está buscando una nueva esposa, malaya y musulmana para tapar al escándalo. Será difícil, pues Voevodina es muy activa en las redes sociales y no parece que vaya a renunciar a la guerra por la paternidad y a una sustanciosa pensión.
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