Cuando en 1965 Plácido Arango, con raíces asturianas (su padre, Jerónimo Arango Díaz emigró a México desde la localidad de Salas), se instaló en España, seguramente ni él se imaginaba lo que iba a hacer por nuestro país. No solo a nivel empresarial, campo en el que fue conocido por levantar la red de supermercados Aurrerá, imperio propiedad de su padre, a su llegada y el Grupo Vips, sino también en el terreno del arte, donde se había convertido en un gran mecenas en los últimos años.
Plácido ha fallecido hoy en Madrid a los 88 años. Su hijo Paco, conocido entre otras cosas por estar detrás de la Fundación Aladina, le definía en un emotivo mensaje de despedida pública: «Hoy se ha ido un gran hombre a la luz, con un maravilloso corazón, generoso con todos y un caballero de pies a cabeza. Ha sido un padre maravilloso y le he reservado una suite en el mejor hotel del cielo. ‘I will miss you very much’ (Te echaré mucho de menos)».
Si ha sido un «padre maravilloso», como dice Paco, en el terreno de ese mecenazgo del que hablábamos no ha sido menos destacado. «Pasé de comprar cuadros al casarme para llenar las paredes de mi casa a adquirirlos por su importancia artística«, dijo este hombre que, en 2012 apareció en la revista ‘Art News’ como uno de los 200 mayores coleccionistas de arte del mundo.
Tres años más tarde, en 2015, se convertía en uno de los mayores benefactores del Museo de Bellas Artes de Asturias (fue presidente del Prado entre 2007 y 2012, y al que ya había hecho una donación) al donar de manera vitalicia buena parte de sus piezas de arte antiguo. En su palmarés de méritos se encuentran títulos como el Premio Juan Lladó de mecenazgo cultural, recibido en 1993; la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, en 2007; o la Medalla de Oro del Spanish Institute de Nueva York, impuesta en 2017.
En aquel momento ya expresó sus sentimientos patrios y el motivo que le había movido a hacerlo: «Siempre me he sentido muy asturiano, siempre he estado muy vinculado con Asturias, no solo porque es la tierra de mis padres, sino también a través de la Fundación Príncipe de Asturias. Si había hecho una donación al Museo del Prado, correspondía que hiciera otra donación a la tierra de los míos».
Hablaba Plácido de cómo el matrimonio le cambió. Su primera mujer, con la única que contrajo nupcias realmente, fue Teresa García-Urtiaga, madre de sus tres hijos. Paco es el pequeño y el que habría heredado una afinidad mayor por la línea artística de su padre: es músico y cineasta, además de la labor que desempeña con la Fundación Aladina. El mayor de sus hijos, Plácido de nombre como su padre, se mantiene en el grupo Vips (el mismo que su padre vendió en 2018 por 500 millones al grupo Alsea, de México). Maite, la mediana, es vicepresidenta e impulsora de la ONG Hazesfalta.org.
No fue la única mujer de su vida. Tras ella llegó Cristina Macaya, junto a la que compartió 17 años de su vida y disfrutó del verano mallorquín en la casa que ella tenía en Es Canyar. Tampoco fue la definitiva. Llegó a su vida una escultora. Cristina Iglesias. Ella, 25 años menos que Arango, siempre se refería a él como «gran compañero». Junto a ella, a quien iba su amor compartido con el arte, nos ha dejado en su casa de Madrid. En silencio, como ejerció el mecenazgo todos estos años. En la sombra y por puro amor al arte.
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