Bali es uno de sus lugares favoritos, la isla donde María, Sole y Marc, los tres hijos de la diseñadora de moda Purificación García, han pasado buena parte de su vida. Así lo muestran las fotografías que me enseñan, y en las que aparecen de niños en la casa familiar en Seminyak. “Hace tres años vivíamos en ciudades distintas”, me cuenta Sole en el sofá del apartamento en Madrid en el que los hermanos han establecido su cuartel general, el pied-à-terre donde coinciden después de sus periplos por el mundo. “Viajamos mucho entre Barcelona, Madrid, Londres y México, donde acabamos de pasar un mes. Mi madre tiene mucha fuerza en Latinoamérica, queremos explorar ese mercado”, me explica Marc.
Hace tres años fue él quien, después de finalizar sus estudios en Administración de Empresas, se estableció en Bali. Allí recibió la visita de sus hermanas. Por entonces, María vivía en Londres, donde se dedicaba a las finanzas. Y Soledad, en Barcelona. Ella es la mente creativa del trío, que ya había regentado su propia marca, Sayan. “Le dijimos: ‘¿Por qué no vuelves a España y lanzamos algo los tres?’. Teníamos el conocimiento y los contactos (tanto por parte de madre como del padre de Marc, Albert Caballé, que se dedica al retail), y nos propusimos crear un producto que fuera un éxito. Y lo está siendo”, claman al unísono María y Sole, fruto del primer matrimonio de Puchi, como se conoce a Purificación en la familia, con Daniel Álvarez.
Así nació Lonbali, la marca de accesorios personalizados cuyo nombre alude a las tres ciudades donde residían y que, curiosamente, tiene su sede en Madrid. “Ahí está nuestro público más fiel. Desde el principio quisimos abrir una tienda pequeñita en la que el comprador se sintiera como en casa y fuese a ver y tocar el complemento. Algo fundamental por ser un producto customizado”, explican sobre sus piezas, en las que es posible grabar las iniciales y escoger los tejidos —Kensignton, Borne y Uluwatu son los más populares y rinden tributo a los tres barrios de Londres, Barcelona y Bali donde vivían—. Les encantaría verlos en doña Letizia. “Sería un orgullo”.
—¿Qué piensa su madre del proyecto?
—Está muy contenta. No tiene uno, sino varios bolsos personalizados. Pero es muy perfeccionista y siempre saca un “pero”. Gracias a ella hemos logrado nuestros objetivos. Y, sobre todo, hemos conseguido trabajar juntos desde hace tres años sin enfrentamientos. “Me encanta que seáis emprendedores. Lo único que os pido, por favor, es que no os enfadéis”, nos dijo en cuanto le contamos nuestros planes.
—¿Qué es lo mejor y lo peor de trabajar en familia?
—En ambos casos, la respuesta es la confianza. Por un lado, pierdes los roles. Pero por otro, nos entendemos a la perfección. Somos muy parecidos, claro, pero también muy diferentes. Poco a poco hemos repartido las funciones.
Responden a la entrevista en el amplio salón de su refugio madrileño, decorado por el estudio Galán Sobrini a instancias de María. “Hace cinco años, cuando empecé a valorar instalarme de nuevo en España, encontré este piso enfrente del Retiro y me enamoró (por este parque es por donde Puchi suele pasear a Gustavo, el teckel que le regalaron recientemente sus hijos). Quería un espacio bastante neutro, con un toque industrial”, explica esta apasionada del arte que, cada año, acude a las ferias de Art Basel, en Miami, o Frieze, en Londres. “De hecho, esta casa está pensada para albergar obras de arte. Aunque no ha sido posible porque, finalmente, no he vuelto a vivir a Madrid. Ya llegará el momento. ¡Por algo no hay tele!”, dice entre risas.
Una fotografía en blanco y negro de Daryl Hannah firmada por Helmut Newton preside el salón y contrasta con la calidez de los sofás y la alfombra de piel de vaca. En el comedor, una mesa de madera y metal sugiere que el apartamento de Marc, Sole y María está pensado para recibir amigos o, simplemente, comer los tres juntos. Además de la moda, los hermanos están unidos por una pasión: viajar. Y no solo a su querido Bali, donde Marc practica uno de sus deportes favoritos, el surf. “Nos apasiona esquiar. Organizamos una escapada al año a la nieve. Ya hemos hablado de hacer unos esquís personalizados”.
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