Además de Rosalía (así se convirtió en fenómeno global) y de Alejandro Sanz, que han copado los titulares de la prensa nacional por sus triunfos en los Premios Grammy, hubo otros grandes nombres en esa gran fiesta de la música que se celebró anoche en el Staples Center de Los Ángeles. Por ejemplo, el de Camila Cabello, que protagonizó uno de los momentos más tiernos de la noche.
La artista, que no consiguió llevarse galardón en la gala, interpretó sobre el escenario ‘First Man’ y se lo dedicó a su padre, Alejandro Cabello, que estaba entre los presentes en el patio de butacas. Por si ya de por sí ese gesto fuese suficientemente emotivo, ella se acercó a él mientras cantaba y le miró a los ojos.
Alejandro no pudo evitarlo. Rompió a llorar. Como un niño. Así que, lo que procedía una vez ella dio la última nota, era fundirse en un abrazo. Lo hicieron, trasladando esa emoción a todos los que tenían alrededor y convirtiendo el momento en único y mágico.
La artista cubana ha conseguido enternecer al mundo con esta anécdota que demuestra que las ‘celebrities’ son humanas, como nosotros. Que debajo de esos vestidos que se ponen para las alfombras rojas, hay personas con sentimientos similares a los del común de los mortales.
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