Colombiana de nacimiento, Paula Arcila ha pasado gran parte de su vida laboral en Miami, donde decidió dejar una exitosa carrera en la radio y se trasladó a Madrid, donde reside actualmente. Ella habla alto y claro acerca de lo que más le atañe y conoce: mujeres, relaciones y la desigualdad entre hombres y mujeres, ese machismo imperante y la violencia doméstica (ella misma sufrió abusos) que si nos parece exagerado en España, ella nos invita a echar un vistazo a países como el suyo, o Latinoamérica en general, para entender lo que es no poder apenas ni abrir la boca para quejarte o denunciar las vejaciones a las que continuamente se enfrentan las mayoría de las mujeres. Y es que, aunque compartan procedencia, «nada tiene que ver con ellas una Salma Hayek desde Hollywood 0 el movimiento Me Too» que les queda lejísimos.
Sus vídeos y podcasts se han hecho más que virales en estos años. En ellos da voz a estas mujeres, a estas víctimas de relaciones tormentosas que necesitan compartir y ser escuchadas. A través de sus redes sociales, Paula también cuenta su opinión y experiencias sobre diferentes temas como el ya más famoso hasta la fecha, en parte por el número de críticas (sí, por parte de mujeres) que recibió: su ligadura de trompas. Y es que ¿por qué hay que ser madre o acatar lo establecido tradicionalmente para nosotras para ser una mujer ‘como es debido’? Después de su monólogo Miss Cuarenta, ahora ha regresado a los escenarios de Madrid y Barcelona con Un cambio demente para dar cuenta en clave de humor de las situaciones a las que se ha enfrentado hasta la fecha una mujer colombiana al llegar a un país como el nuestro. En febrero del 2020 verá la luz su libro Una reina sin medidas (Alt Autores).
¿Qué hay de diferente en tu monólogo con respecto a otros al tratar el tema de hombres vs. mujeres, más en boga ahora que nunca?
Empezando porque yo no hago stand up, si no un monólogo teatral. La gente espera a veces estar riéndose cada segundo porque ese es el ritmo del primero, pero aquí es más reflexión que otra cosa. Además, soy una colombiana viviendo en Madrid y está hecho aquí; no es que yo venga con ello de otra parte. De hecho, lo escribí por las vivencias que fui experimentando aquí. Yo no venía a trabajar, venía a estudiar y a hacer otras cosas y en el semáforo me daba cuenta de una cosa, en el ‘traguito’ o la copa, de otra… Esa esencia se nota mucho y hace que sea más próximo. Yo siempre he sido muy enemiga de esa guerra de hombres y mujeres, me parece que todo eso ya está muy hablado, y me considero muy feminista, pero eso no significa que considere a todos los hombres malos: vivo con uno, tengo un hermano… Así que eso de que los hombres se sienten en un teatro a esperar a ver cómo ‘esta vieja nos va a dar’, es tontería; hacer pagar una entrada para que la gente salga incómoda, no es mi idea. Eso hace que la gente se sorprenda cuando viene a verme.
¿De todas estas experiencias vividas de las que haces humor, tienes algún recuerdo en particular más significativo o curioso?
Una es el bidé. Es muy antiguo, pero yo nunca había tenido. Aquí lo desprecian, lo mandan a quitar cuando reforman las casas. Al principio de venir aquí, yo dejé una audiencia muy grande en Miami y lo contaba todo a través de mis redes sociales y un día pensé en hacerle un homenaje al bidé y la gente en las redes, muerta de la risa. Me di cuenta, entonces, que tenía que contar esto en el monólogo, pero ¿cómo hacerlo sin que suene vulgar o de mal gusto? Porque, y volvemos a lo de siempre, que un hombre hable de penes, de pis… o de lo que quiera sin problema es bien, pero si lo hace una mujer… Al público ahora le encanta.
España es machista, pero qué decir de Colombia… Supongo que con tu experiencia y a lo que te dedicas, habrás recibido también muchas críticas en este sentido…
Yo mi carrera la empecé en Miami, pero al final es una ciudad machista, la mayoría de la gente es latina, conservadores… Recibo críticas, pero no necesariamente de lo que hago en el escenario; la gente no sale ofendida, es un discurso feminista e independiente sin decir que el hombre no sirve para nada… Pero sí que recibía críticas en la radio allí, a través de los podcasts. Las mujeres son muy duras. De hecho, yo siempre digo que soy una machista en proceso de rehabilitación avanzada. Y es que las mujeres dicen todas esas críticas, no porque sean malas, si no porque es todo lo que arrastran, esa era yo hace cinco años. Yo procuro no pelearme, pero sí dar muchas explicaciones, hago un vídeo de eso… Por ejemplo, yo me ligué las trompas en mayo y conté mi experiencia. No sabes lo que fue… Un 98% de la audiencia, mujeres, atacándome y diciéndome que me perdía la experiencia más hermosa del mundo. Respetemos a quien no quiera tener hijos; mi punto era por qué una mujer que va a tener hijos, monta todo un proceso en redes sociales de cómo es y demás y todo el mundo le da ánimos. Pues quizá también hay otras mujeres que se sienten solas porque quieren ligarse las trompas o no quieren tener hijos. Parece que si no los quieres es una ofensa, «tantas mujeres teniendo hijos y tú haciendo eso».
Me quedo con eso de que hace cinco años tú eras otra machista más. ¿Cómo y cuándo notaste, si es que pasó de alguna manera, ese ‘click’ en la cabeza?
Fue algo progresivo. El cambio de pareja influyó muchísimo porque él es absolutamente feminista, respetuoso… y uno, yo creo, se va pareciendo a la pareja para bien o para mal y yo he agarrado lo mejor de él y creo que él lo mejor de mí. Tener una pareja es complementarse, pero no depender de él o ella. Poco a poco fui viendo otras cosas, la llegada de Trump también fue muy importante porque salió mucho machista, misógino, racista del armario. Fue como un cansancio que me vino de años de estar en el mismo lugar, en la radio en Miami… y no sé cómo, cosas que antes no me molestaban, empezaron a hacerlo. Además, me fue bien vuestra cultura, porque sois muy machistas, pero no se compara con lo que es allí. Por ejemplo, los niveles de los feminicidios de aquí comparados con los de Argentina, Perú, Colombia… no tienen que ver. Un día puse en redes la cantidad de mujeres que habían asesinado en lo que iba de año en España, iban por la 31, y desde Argentina me escribían tipo «¿31, en serio? Aquí vamos por ciento y pico…» Todo eso te demuestra el nivel de machismo, esa creencia de que la mujer es tuya.
De hecho, en esta línea, es súper importante la labor que haces a través de tus podcasts dando voz a esas mujeres en situaciones al límite…
Ellas me ven como a un referente y como no soy psicóloga, eso también me da una licencia para decir cosas que un profesional no podría por ser ‘incorrectas’. Yo hablo como mujer que fui abusada y tengo la experiencia que me da la facilidad de poder hablar del tema y comprenderlo mejor aunque, a veces, me agota un poco porque no puedo creer tantas cosas que llegan. Casi un millón y medio de personas siguen la página y me llegan mensajes todos los días, grabo vídeos todos los días… Ese es mi verdadero trabajo día a día. Muchas, incluso, se sorprenden cuando descubren que también hago humor. Pero es que yo creo que se pueden fusionar y conjugar las dos cosas y, además, a mí no me gusta estar hablando siempre desde el drama o el dolor.
Sí, e, incluso, el humor muchas veces es un arma mucho más poderosa para llegar a más personas, muy en parte porque la gente huye del dolor…
Claro. Por ejemplo, la labor de un psicólogo o coach está bien, pero mi punto es hablarte como una mujer normal y corriente porque estos profesionales usan unos términos más ‘técnicos’ y yo lo hago como una amiga. Y como a mí me lo decían tanto mis amigas cuando tuve una relación fatal durante cuatro años, pienso en cómo me veían ellas a mí y es muy triste. Pierdes credibilidad, el cariño de la gente porque se alejan de ti porque terminan pensando que vas a seguir cayendo en lo mismo o que te gusta ese tipo de relación…
En España, afortunadamente, poco a poco van mejorando las cosas, en Latinoamérica, que antes comentábamos, ¿notas que avanzan en este sentido?
Las cosas no están mejorando. Ahora hay conciencia, ahora hay más mujeres y hombres que se están uniendo a la causa… Pero, por ejemplo, el Me Too caló, pero también hizo un poco de daño porque se centró en Hollywood y no todas son Salma Hayek o Angelina Jolie, que se atrevieron a hablar. Está la ‘Juanita’, ‘Pedrita’… El Me Too ha ayudado mucho, pero ha dado lugar igualmente a denuncias falsas que terminan haciendo más ruido. Pero yo creo que el movimiento de la calle, el 8M, que aquí que fue impresionante, el himno ahora de Las Tesis chilenas… constituyen un gran avance, demuestran que ahora salimos a la calle, que no tenemos ningún temor en contarlo porque el silencio es el que convierte en cómplice a todo el mundo. Pero la realidad de los abusadores yo no creo que esté mejorando porque nosotras lo estemos denunciando; eso viene de dentro, de la crianza, del hogar… No ganamos nada saliendo a la calle a gritar, que está muy bien, mientras en la casa todavía estén educando diferente al hijo y a la hija. Yo creo que los que van a recoger los mejores frutos de todo esto son las generaciones venideras, pero ahora mismo nosotros no creo que lo vayamos a disfrutar.
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