Esther Acebo, o cómo Estocolmo (‘La casa de papel’) se ha convertido en la nueva mujer Martini

Esther Acebo (Madrid, 1983), la actriz que interpreta a Estocolmo en La casa de papel, tiene varios objetivos para 2020. Uno de ellos es asistir en abril a la conclusión de la serie española más internacional de Netflix. Pero en la misma lista figura encontrar un sitio en el que degustar su bebida favorita de esta temporada: el vermut. Imagen de Martini Riserva Speciale, desde que rodó en Barcelona el spot de la campaña está a la busca y captura de una vermutería "súper auténtica, con alma, que te invite a compartir un vermut entre amigos”.

“Tengo que reconocer que durante mucho tiempo he sido más de irme de cañas o vinos que de cócteles o vermuts, que es lo que hago más ultimamente", reconocía en un encuentro con Vanity Fair prácticamente a la hora en la que lo único lo que puede hacerse es servirse uno bien frío. "¿Sabes por qué me gusta tanto? A mi edad me siguen perdiendo las chuches. Cuando descubrí el vermut con mis amigas fue una revelación: ¡era como tomar chuches líquidas”.

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Los que te siguen en Instagram saben que eres una apasionada del yoga y la vida sana.
Lo sano en realidad está en el equilibrio. Cuando me preguntan qué dieta hago yo les digo que no sé lo que es eso, que no he hecho una en dieta en mi vida. Me gusta muchísimo comer, pero es que comer rico y sano es posible. Dentro de eso está que también te puedas ir de vermuts con tus amigos de vez en cuando. O comerte una tarta más grande que tu cabeza si te apetece muchísimo un día.

Si hablamos de vermut, ¿cuál es el primer recuerdo que te viene a la mente?
Enseguida se me aparece mi tío en las celebraciones familiares, con uno de aquellos sifones que se usaban en los 70 y 80. Le recuerdo preparando martinis a todo el mundo. Quizá por eso lo relacionaba con la gente más mayor. Hasta que lo probé, claro. ¿Por qué me habían tenido engañada todo este tiempo dándome mosto?

¿Cuándo y dónde fue?
Lo más sorprendente es que no fue hace tanto, sólo unos tres o cuatro años. ¿Por qué nadie me había hablado antes de esta maravilla? Tan rico, tan dulce… ¡Me encanta! Fue haciendo turismo con unos amigos británicos que habían venido de visita a Madrid. Teníamos que llevarlos a un sitio típico y sólo iban a estar una tarde, así que los llevamos al Mercado de San Miguel, para que probasen un poco de jamón, algo de queso, y de repente la alegría me la llevé yo.

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¿A qué compañero de La casa de papel le invitaría a un vermut?
Yo creo que a todos les gustaría, pero me imagino perfectamente a Pedro Alonso acodado en la barra de una tasquita bebiendo vermut y hablando de mil historias. Es un tío muy especial Pedro, mola mucho.

En abril se estrenará la cuarta y definitiva temporada de La casa de papel. A medida que se acerca el final, ¿cómo lo estás viviendo?
Sorprendentemente con mucha calma y alegría. El periodo de rodaje fue muy frenética. Coincidió incluso que estábamos haciendo la promoción de la tercera temporada y ya estábamos grabando la cuarta. Estábamos todos muy cansados y a veces no sabíamos muy bien dónde estábamos, yendo de un lado para otro. Por suerte ahora he tenido algo de tiempo para relajarme, viajar y salir un poco, lo que me ha ayudado a verlo con más tranquilidad, satisfacción y agradecimiento por todas las cosas tan bonitas que nos han pasado y las puertas que se nos han abierto con esta serie.

¿Adónde te has escapado?
Estuve haciendo una ruta en furgoneta por todo el Alentejo con dos amigas, en plan hippie total. Ha sido un gusto y un gozo. Por supuesto con mis perros, Django y Petra, que no pueden faltar nunca. Lo próximo será irme una semana a Dubai a hacer un montón de cosas: visitar una reserva de tortugas, viajar en globo, hacer yoga en un sitio súper especial con la puesta de sol…

La serie os ha convertido a todos los miembros del reparto en estrellas mundiales. ¿Es un milagro que ninguno de vosotros se haya vuelto loco con la fama?
No hay un juramento grupal para mantener los pies en el suelo, pero coincidió que habíamos trabajado todos en producciones más pequeñas, éramos relativamente poco conocidos salvo Úrsula Corberó y Paco Tous, y llevábamos mucho tiempo dando guerra en teatros, platós, etc… No es como si acabáramos de salir del instituto y nos pillase todo esto de sopetón, que habría sido más difícil de gestionar.

¿Cómo ha cambiado tu vida?
Estar en una producción así me ha permitido centrarme solo en eso. Ya no he tenido que pensar si me hacía un infantil o cubría a algún compañero en otra función para llegar a fin de mes. Es un gusto trabajar en algo que te gusta con esa tranquilidad.

El rodaje de la primera temporada de La casa de papel fue muy exigente físicamente y requirió un compromiso especial del equipo. ¿Crees que es una de las claves del éxito?
También fue duro emocional y psicológicamente por las condiciones en las que grabamos. Rodamos en un plató que era una nave industrial sin calefactar y yo los primeros cinco capítulos me los pasé cubierta de una sangre pringosa y en ropa interior. En pleno enero. Eso que hay que vivirlo. Además había mucha acción, escenas muy comprometidas, muchas horas de rodaje y más cosas que formaban un cóctel tan potente como cualquiera de Martini. Fue duro pero estábamos todos a una, que es algo que se ha mantenido desde entonces. Al entrar en juego Netflix hemos pasado de jugar con un avión de papel a uno con motor y control remoto.

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Hablando de Netflix, ¿qué pasaría si se te escapara un spoiler? ¿Aparecería de repente un hombre de negro? ¿Te dispararían un dardo envenenado?
Muchos amigos, especialmente de la profesión, me preguntan qué va a pasar con Nairobi y siempre les digo lo mismo: “te estoy haciendo un favor al no contártelo, porque guardar ese secreto es complicadísimo”. Me imagino que aparecería un dron con una N de Netflix y acabaría conmigo… Sería una faena arruinar la estrategia de todo el equipo que lleva meses preparando un bombazo.

¿Te cuesta mantener el secreto?
Se me da muy bien. De hecho, sólo dos amigas y mi madre sabían que me iba a rodar a Tailandia para la tercera temporada. Soy recelosa para este tipo de detalles. Por ejemplo, cuando hicimos la prueba de vestuario de todo lo que rodamos en Tailandia yo no tenía tramas ni guiones. Pasé de estar todo el rato con el mono rojo a probarme vestidos hippies. Yo no entendía nada y el responsable de vestuario lo único que me decía era: “por favor, no me preguntes nada”.

¿Qué te apetece hacer ahora?
Tenía ganas de un paroncito pero me he dado cuenta de que me apetece mucho más seguir trabajando. Es el veneno que tiene esta profesión, supongo. Tengo una cosa de teatro a la espera de que se confirme y creo que lo que más me llama ahora mismo es el cine. Ojalá salgan películas.

¿Y con quién te gustaría trabajar si de ti dependiera?
Muchas veces me preguntan si quiero irme fuera, pero la verdad es que hay mucha gente de aquí, de España, con la que me encantaría colaborar. Por ejemplo, todo el mundo me habla maravillas de cómo dirigen Jota Linares, Dani de la Orden o Ramón Salazar, y tengo muchas ganas de ponerme a sus órdenes. A ver, si me llama Lars von Trier por supuesto que también estaría disponible…

¿Hay algún personaje que creas que lleva tu nombre ahora mismo?
Hace poco leí También esto pasará, de Milena Busquets, y según la terminé pensé que ese el tipo de personaje que me gustaría interpretar. Se lo comenté a una amiga y me dijo que están preparando la película. [Hace un aparte para contárselo a su representante] Sería un puntazo hacer ese papel. Si soy demasiado joven me envejezco o lo que haga falta.

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