Era previsible. Acción, reacción. Ayer nos levantábamos con la entrevista en la portada de la revista ‘Hola’ de Jesulín de Ubrique y su mujer, María José Campanario. En el interior de la publicación, se podía leer un auténtico ataque de la odontóloga a la exmujer de su marido. Belén Esteban.
Porque Campanario ha hecho lo que siempre dijo que no hacía: hablar de ella. Empezando por tildar de «innecesario» que la princesa delpueblo sacase a la luz el acercamiento que tuvieron hace dos años, y continuando por las palabras sobre una relación cordial entre ellas: «Nunca he tenido ningún mal gesto ni ningún desencuentro en persona. Siempre he tendido una mano y lo que he recibido de ella también era lo mismo, aunque lo que se proyectaba después era completamente diferente».
Unas palabras qua hacían saltar como un resorte por la tarde, desde el plató de su programa, a la de Paracuellos. «Mira cómo cambian las cosas que ahora sois vosotros los que tenéis que hablar de mi para salir», comenzaba, dando muestras de que estaba a punto de estallar la guerra. Y lanzaba un ‘recadito’ a modo de advertencia: «Tú sabes por qué no hablo, no hablo porque la persona que tengo en común con tu marido me lo pidió, pero a vosotros os ha venido bien que no hable».
«Yo me alegro que sois felices y tengáis un matrimonio perfecto y si estás mejor también me alegro, pero no me busques que me encuentras pero la culpa no la tienes tú, la tiene el torero«, seguía Belén, a la que le encontraron las cosquillas. Como también con esa declaración de intenciones del torero en la revista de juntar a todos sus hijos en Navidad.
Vosotros sabéis cómo soy y me tengo que morder la lengua»
«Vosotros sabéis cómo soy y me tengo que morder la lengua. Si yo dijera los diez motivos como mínimo pero me callo por la persona que tenemos en común, no lo voy a hacer pero si voy a hacer una pregunta al aire ¿Cuánto tiempo hace que no ves a la persona que tienes en común con Belén? ¿Cuántos años hace? ¿Y desde cuánto tiempo hace que no llamas?», era la reacción a ese comentario concreto.
«No quiero hablar de ella, me veo impotente, pero si hablo.. ¿Dónde está la conversación que iban a tener cuando cumpliera 18? Pues va a hacer 21… Ya estoy harta, ella está independizada, con móvil…«, remataba, dejando caer que, si quiere verla o tener algún tipo de contacto, lo tiene tan fácil como marcar el número de su hija.
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