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Eva Cobo es una superviviente. Una mujer fuerte, decidida, capaz de levantarse una y otra vez tras el golpe que le supuso la muerte de su hija Carlota, que falleció a los 18 años en un accidente de coche, tras ser embestida por un conductor de los miles que van dejando un reguero de muerte y familias destrozadas por las carreteras de nuestro país. Una muerte inesperada que marcó un punto de inflexión en su vida y que la mantuvo un año en cama con depresión, de la que logró salir gracias a sus otros dos hijos, Alejandro y Roberto, fruto de dos relaciones posteriores a la que mantuvo con el actor Toni Cantó, el padre de Carlota. El recuerdo de su hija es lo que la empuja a seguir adelante en Torremolinos, donde vive actualmente después de pasar varios años en Londres, a donde se fue para que sus otros dos hijos estudiaran.
Eva Cobo reconoce que muchas veces le han dicho que es una supervivientes. «Muchas, porque lo soy, pues mientras hay gente que empieza una vida y le fluye con normalidad, yo he tenido que levantarme una y otra vez después de varias caídas» y repara cómo fue su carrera en el cine en la que llegó a trabajar con Almodóvar. «Trabajar con Pedro era y es el sueño de muchos actores y actrices. Y el mío se hizo realidad porque él tenía muy claro lo que quería, ya que es una persona muy dulce y muy respetuosa a la hora de tratar a los actores. Yo guardo un recuerdo maravilloso de Pedro» y revela por qué dejó el mundo de la interpretación. «Me quedé embarazada y mi pareja de entonces me propuso que dejara de trabajar porque él vivía en La Coruña… No lo dudé ni un segundo porque consideré que para mí eran más importantes mis hijos que mi carrera. En La Coruña estuve seis años, llevaba una vida tranquila, llevándoles al colegio, lo normal» y añade que siempre quiso ser madre. «Siempre, desde que tuve uso de razón quise tener hijos. A Carlota la tuve con 25, a Alejandro con 29 y a Roberto con 36», cuenta.
Eva Cobo reconoce que la muerte de Carlota, su hija mayor, fruto de su relación con Toni Cantó que falleció en enero de 2011 tras chocar con un kamikaze, fue un punto de inflexión en su vida. «Eso es algo que no le deseo a nadie porque cuando muere mi hija, yo me quedo vacía por dentro. Recuerdo que me asomaba al balcón y veía los autobuses llenos de gente y me preguntaba ¿por qué siguen haciendo su vida, con lo que le ha pasado a mi hija? Me costó mucho entenderlo, asumirlo…», dice y añade que necesitó ayuda psicológica. «Sí, porque sobrevivir a los hijos es antinatural. Tuvo la culpa un kamikaze que iba en dirección contraria a la de mi hija», señala.
Tras la pérdida de su hija, Eva decidió cambiar de aires y se trasladó a Londres con sus hijos Alejandro y Roberto que fueron su tabla de salvación. «Absolutamente, porque a mí todo me daba igual en aquellos momentos, pero al darme cuenta de que había dos personitas que dependían de mí y me miraban esperando que yo reaccionara, lo hice» aunque su traslado a Inglaterra acabó con su matrimonio. «Al principio iba de vez en cuando a vernos, pero al final la relación se rompió. He amado mucho pero equivocadamente. Yo creo que cuando quieres a una persona eres feliz queriendo. Siempre lo digo, lo mejor de mis parejas son mis hijos, que se llevan muy bien. Los tres estaban muy unidos, de hecho, hablamos mucho de Carlota. Alejandro ejerce de hermano mayor y Roberto se rebela. Alejandro es ingeniero aeronáutico por la Universidad de Manchester y Roberto ha terminado el Bachillerato», explica.
Ahora, instalada en Torremolinos, dirige su propia marca de aceite de oliva y gestiona viajes a Inglaterra e Irlanda para estudiantes. «Yo en Inglaterra monté un negocio que era llevar niños a estudiar a Inglaterra. Como sabía lo difícil que era encontrar colegios para que estudiaran inglés, monté una empresa. Hasta que llega el Covid y todo se paraliza, ya que cerraron los colegios y me puse en marcha con el tema del aceite», cuenta y revela cómo creó DeCobo, su propia marca de aceite. «Es un proyecto llevado a cabo con Javier Navas y Mariví Navarro, socios y amigos. Una marca que ha sido reconocida en París, Japón y Los Ángeles, nos han concedido el prestigioso Premio Oro Mezquita de Córdoba» y revela que incluso su aceite ha llegado a Siberia.
Eva y sus hijos están felices en su nueva vida en Torremolinos y desvela si le gustaría volver al mundo de la interpretación. «Sí, me gustaría, pero para hacer teatro» y espera que Andalucía sea su morada definitiva aunque sus hijos ‘vuelen’ del nido. «Quiero que ésta sea la casa familiar donde puedan vivir y volver cuando quieran», revela.
Entrevista realizada en el Hotel Meliá Don Pepe Calle José Meliá. Marbella, Málaga
Mi foto favorita
«Me gusta esta foto que me hicieron cuando rodábamos ‘Matador’ porque está Pedro Almodóvar, de quien guardo un gran recuerdo».
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