La condición de Harry y Meghan para volver a Reino Unido

Fue en enero de 2020 cuando los duques de Sussex anunciaron que querían abandonar sus puestos como miembros senior de la realeza. En un comunicado que publicaron en su cuenta de Instagram, el príncipe Harry y Meghan Markle hacían pública su intención de iniciar una nueva vida fuera de los muros de Buckingham Palace.

«Después de muchos meses de reflexión y de discusiones internas, hemos decidido comenzar este año una transición que nos llevará a adoptar un nuevo rol dentro de esta institución. Nuestra intención es la de dar un paso atrás como miembros ‘senior’ de la Familia Real y trabajar para llegar a ser independientes a nivel financiero, mientras continuamos apoyando totalmente a su Majestad la Reina», comenzaba el anuncio.

«Ha sido con vuestro apoyo, particularmente estos últimos años, por lo que nos sentimos preparados para realizar este cambio. Ahora planeamos dividir nuestro tiempo entre Reino Unido y América del Norte, sin olvidar seguir honrando nuestro deber con la reina y nuestros patronazgos». Una intención que se vio truncada cuando la reina Isabel II les mostró su apoyo a nivel personal, pero no a nivel oficial. La monarca les quitó el derecho a representar a la casa real británica de cualquier forma o modo, y les retiró todo tipo de apoyo económico.

Decisiones que los duques de Sussex respetaron. Todas menos una. La reina Isabel II dictaminó que al no ser miembros senior de la realeza no se les seguiría proporcionando (ni pagando) la seguridad. Nada de guardaespaldas ni equipos velando por su bienestar en sus viajes, eventos, etc. Un punto de fricción que siempre ha sido clave en las negociaciones entre el príncipe Harry y su familia y que ahora vuelve a estar de actualidad.

Los duques de Sussex tienen intención de viajar este 2022 a Reino Unido para presentar a la pequeña Lilibet a la familia. Sin embargo, el príncipe Harry ha impuesto una condición que no está dispuesto a negociar: quiere seguridad oficial pagada por la reina Isabel II. Según periodistas británicos especializados en información royal, la monarca no estaría dispuesta a dar su brazo a torcer ya que considera esta estrategia de «chantaje emocional», aunque de momento no ha tomado una decisión en firme y aún podría ceder a los deseos de su nieto.




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