La alimentación en el embarazo: por qué tienes que ser más cuidadosa con ella

La llegada de un hijo siempre es un motivo de gran felicidad. Sin embargo, hay que tener en cuenta que una vez que descubrimos los síntomas del embarazado es importante cambiar algunos aspectos de nuestra rutina diaria para conseguir que todo vaya sobre ruedas y que tanto nosotras como el bebé se encuentren bien. Tras explicarte algunas curiosidades sobre tu tripita de embarazada y decirte tres posturas con las que será más fácil que concilies el sueño una vez que aumente el tamaño de tu barriga, te traemos otro punto que es importante que conozcas bien: la alimentación.

Durante el embarazo hay algunos alimentos que no debes tomar, ya que tu sistema inmunológico está más debilitado y hay que evitar riesgos que puedan afectar al futuro bebé o a tu salud. Tan importante como seguir una dieta equilibrada para que tu bebé se desarrolle adecuadamente es que evites ciertos alimentos que, a veces, pueden ser portadores de enfermedades potencialmente, nocivas durante la gestación, así como otros cuyos contenidos nutricionales no son los adecuados para el feto.

Al igual que una vez que nace nuestro bebé nos centramos en estar pendientes de la dieta que sigue y qué alimentos les damos, es importante saber qué comemos mientras están en nuestra barriguita. Existen algunos desayunos que son ideales para embarazadas y que seguro que te ayudarán a empezar el día con mucha más energía durante los meses de gestación, pero al igual que existen alimentos como estos, que son ideales para ti, hay otros que deberías evitar a toda costa.

De esta forma, si estás embarazada deberás comenzar a decirle adiós a algunos ricos manjares como son, por ejemplo, los embutidos o el sushi. Lo cierto es que aunque a la gran mayoría nos encanta el jamón, el chorizo o el salchichón, estos serán alimentos que estarán totalmente prohibidos una vez que sepamos que nuestro bebé está en camino. Sin embargo, merecerá la pena si con eso ayudamos a que nazca mucho más sano.

Sobre todo, hay que tener especial cuidado con lo que se come durante el primer trimestre del embarazo, ya que es cuando tu sistema inmunológico se encuentra más debilitado. Si todavía no sabes de qué alimentos estamos hablando, no te preocupes. A continuación te detallamos la comida con la que tienes que tener un especial cuidado y te contamos el motivo principal por el que deberías hacerlo.

Y si estás pensando ya en nombres para tu bebé, te proponemos un listado para niños y otro para niñas.

Tal como explica el doctor Javier Plaza Arranz, jefe del servicio de Obstetricia y Ginecología de la Fundación Jiménez Díaz-Capio, es esencial que desde que sepas que estás embarazada vigiles lo que comes, “ya que cualquier sustancia que se encuentre en la sangre de la madre, independientemente de la edad gestacional, pasará al embrión y al feto, aunque al principio sea por un mecanismo de absorción celular”.

Además, es precisamente durante el primer trimestre cuando tu sistema inmunológico se encuentra más debilitado “para favorecer la implantación del embrión y que el organismo de la madre no lo rechace”, explica el doctor, lo que te hace más susceptible ante los contagios.

Tampoco debes olvidar que las intoxicaciones por alimentos en mal estado no son nada recomendables en la embarazada, y aunque no tienen por qué atravesar la barrera placentaria, el hecho de que sufras un cuadro con fiebre alta, vómitos, diarrea y deshidratación puede resultar delicado. Aun así, “la mayoría de las infecciones bacterianas y parasitarias se pueden tratar en el embarazo con antibióticos específicos”, asegura el doctor Plaza.

No es necesario que sigas una dieta demasiado estricta que al final te genere estrés, sólo tienes que extremar las medidas higiénicas, sustituir unos cuantos alimentos por otros y dejar para casa aquellos que cuando los comas fuera no te aporten garantías.

Algunos alimentos están prohibidos en el embarazo porque podrían perjudicar al feto, otros porque no son seguros si no se cumplen una serie de garantías mínimas.

Chorizo y salchichón: Los embutidos pueden estar infectados con toxoplasma o salmonella. Si quieres darte un capricho, puedes consumir el embutido después de cocinarlo a + 65 ºC (por ejemplo, el chorizo de unas lentejas). La congelación del embutido a -20 ºC, como mínimo durante 24 horas, también acaba con el toxoplasma, según los expertos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia.

Jamón serrano: Mejor no tomarlo, porque aunque parece que el curado no conllevaría problemas, no hay estudios concluyentes sobre si es capaz de matar totalmente el toxoplasma.

Carpaccio: Totalmente desaconsejado, ya que la carne o el pescado que se usan en su elaboración están crudos. Lo más parecido sería sustituirlos por fiambre cocinado, como el jamón de york o el pavo cocido, y marinarlo con un chorrito de aceite de oliva y unas gotas de limón.

Boquerones en vinagre: Olvídate de ellos y también del sushi o del salmón marinado y ahumado, por el riesgo de contraer anisakis, que aunque no afecta al feto, a ti te puede producir un cuadro gastrointestinal severo y reacciones alérgicas. Como alternativa puedes congelar los boquerones y el salmón una semana antes de consumirlos en casa.

Atún: Aunque el pescado azul es una fuente muy rica en aceites esenciales Omega 3, necesarios para el desarrollo del sistema nervioso del bebé, evita los pescados grandes (atún, caballa gigante, pez espada…) porque pueden estar contaminados con mercurio; este metal no desaparece cuando se cocina y es tóxico para el embrión. Opta por el atún en lata de especies pequeñas (reflejado en las etiquetas como atún claro) o, mejor todavía, por sardinas, caballa pequeña o arenque en lata, ricos en Omega 3 y que por su tamaño no acumulan mercurio.

Gazpacho o salmorejo: Y en general cualquier sopa fría cuyos ingredientes se consumen crudos, debes evitar tomarlas fuera de casa, ya que no sabes cómo están de limpias las verduras que se han utilizado en su elaboración. Si te apetece una crema fría, opta por una vichyssoise, que una vez cocinada se puede servir de la nevera.

Ensaladas: En casa, sin problemas, pero mejor no las tomes en restaurantes, ya que pueden trasmitir salmonella, e-coli y toxoplasma si están infectadas y no se lavan bien (sumergiéndolas durante 10 minutos en agua con lejía para alimentos y aclarándolas al chorro). Y ten en cuenta que los cogollos son difíciles de limpiar. Si aun así te apetece una ensalada, pide una de tomate con cebolla y pela los tomates.

Patés caseros: No están pasteurizados, así que pueden contagiar la listeriosis; evítalos fuera de casa y cuando los compres, escoge los empaquetados. Sobre todo, no abuses del paté de hígado, por su alto contenido en vitamina A. Aunque tendrías que consumir altas cantidades para que sufrieras una hipervitaminosis, siempre lo puedes sustituir por patés de jamón o pollo.

Vísceras: Hígado, sesos, criadillas, riñones… Las vísceras no están contraindicadas, pero existe el riesgo de que estén infectadas por toxoplasma. Si las tomas, cocínalas muy bien.

Quesos blandos: Consume los que vienen empaquetados y mira la etiqueta para asegurarte de que están pasteurizados. Con el resto de quesos acuérdate de quitar la corteza, donde se acumulan los posibles agentes patógenos.

Postres caseros como tiramisú y mousse: Toma los que se venden en los supermercados y están pasteurizados o utilizan huevina. Estos postres fuera de casa deben ser sustituidos por lácteos industriales.

Mayonesa: En los restaurantes te la ofrecerán de bote (por tanto, pasteurizada) o realizada con huevina. Y en casa, si la haces tú, para evitar riesgos no guardes lo que sobre. Si permanece más de dos horas fuera de la nevera debe ser desechada para evitar intoxicaciones.

Agua tónica: Esta bebida contiene quinina y está desaconsejada durante la gestación, ya que si se ingiere en grandes dosis puede ser nociva para el feto. Si te apetece algo fresco y con burbujas, bebe agua con gas, hielo y limón; pero no abuses, ya que puede producirte gases.

Infusiones: No tomes las menos comunes, porque no hay estudios concluyentes sobre sus efectos en el embarazo. Tila y manzanilla, sí.

Café y té: “Yo recomiendo que no se consuman más de tres tazas de té ó dos de café diarias”, explica el doctor Plaza Arranz. Si eres de las que no pueden pasar sin ello, apúntate a los descafeinados.

Alcohol: Lo mejor es no tomar ni una gota, ya que atraviesa la placenta y es la mayor causa de anomalías congénitas. Cada mujer metaboliza el alcohol de diferente manera, de ahí que no se pueda calcular qué cantidad podría ser segura. Sí puedes beber cerveza sin alcohol, pero fijándote en que realmente no tiene graduación alcohólica (diversas marcas contienen hasta un 0,5%).

Helados: A la hora de tomar los elaborados con una base láctea, asegúrate de que durante su conservación no se ha roto la cadena del frío (si ocurre podrían producir gastroenteritis). Lo mejor es que fuera de casa optes por los polos de hielo.

Sacarina: Este edulcorante atraviesa la placenta y aunque en pequeñas dosis no tiene efectos nocivos sobre el feto, es mejor que si tienes problema de peso lo sustituyas por el aspartamo (contraindicado si padeces fenilcetonuria) o la fructosa, que es natural como el azúcar, pero que al endulzar más, se precisa en menor cantidad. El xilitol, sorbitol y manitol que se utilizan en chicles y caramelos sin azúcar no están contraindicados, pero si tomas demasiados pueden producirte diarrea y en las últimas semanas de gestación esto podría desencadenar alguna que otra contracción.

En esta época debes tener especial cuidado para evitar infecciones alimentarias muy peligrosas ahora.

Toxoplasmosis: Es una infección parasitaria que puede transmitirse al feto, si bien no es lo más habitual. Además, el 40% de las embarazadas ya han pasado esta infección, por lo que están inmunizadas. El ginecólogo averiguará mediante análisis de sangre si tienes los anticuerpos y, en caso negativo, te dirá cómo protegerte. El parásito se puede encontrar en la fruta y la verdura cruda y en carne infectada poco cocinada.

Listeriosis: Es una enfermedad infecciosa provocada por una bacteria muy resistente al frío y al calor. Aunque para la madre no supone un riesgo, si se contagia y pasa al feto puede ser grave. La bacteria crece sobre todo en los lácteos sin pasteurizar y en comidas que no hayan sido cocinadas a muy altas temperaturas.

Anisakis: Se produce a causa de la ingestión de las larvas del anisakis, que se reproducen en el pescado crudo a más de 0 ºC. No afecta al feto, pero sí a la madre, que podría desarrollar gastroenteritis o una reacción alérgica.

Salmonelosis: La bacteria salmonella puede encontrarse en los huevos crudos, en lácteos sin pasteurizar y en carnes y pescados poco hechos. No atraviesa la barrera placentaria y normalmente no se trata con antibióticos, sino manteniendo una buena rehidratación. Si la gestante tiene fiebre muy alta, vómitos y diarrea podría adelantarse el parto.

La correcta manipulación, conservación y cocinado de los alimentos resulta fundamental para prevenir contagios en el embarazo.

– Utiliza un termómetro de cocina para saber a qué temperatura estás cocinando los alimentos y así eliminar cualquier riesgo de contagio: el pescado y la carne de ternera deben alcanzar 63 ºC, el cerdo 71 ºC y las aves, 74ºC. Los huevos debes freírlos durante tres o cuatro minutos o cocerlos diez.
– No pruebes nunca nada que no esté cocinado del todo.
– Separa bien los alimentos en la nevera. Y pon la carne y el pescado en contenedores de plástico para evitar que el líquido o los jugos se salgan y contaminen otros alimentos.
– Si vas a tomar sobras, asegúrate de que las calientas muy bien, hasta que lleguen al punto de ebullición.
– Desinfecta la tabla de cortar (en lavavajillas o hirviendo); en los rasguños producidos por los cuchillos es donde más bacterias se acumulan.
– Olvídate de los trapos de cocina y utiliza rollos de papel, que son más higiénicos.
– Tira las partes de la fruta y verdura que tengan golpes o estén descoloridas: son las que más baterias acumulan.

Fuente: Leer Artículo Completo