Puede que el término no te resulte familiar, pero sí la sensación. Una persona te cuenta un problema personal complicado, un bache profesional insalvable o la muerte de un ser querido para ellos y tal es tu empatía ante la situación de la otra persona que terminas sintiendo una pena y tristeza casi igual que la del propio afectado.
Esto es lo que muchos expertos llaman secondhand sadness o lo que en español se traduciría como tristeza de segunda mano. «¿Alguna vez has sentido que compartías la misma pena con alguien por algo que les estaba pasando en aquel momento. Esto es el resultado de una combinación de empatía (la capacidad de ponernos en el lugar del otro) y compresión (entender lo que les pasa a los demás)», explica la coach emocional Grace McMahon.
La pandemia ha hecho que este sentimiento se propague como la pólvora durante una crisis sanitaria en los que todos hemos tenido cerca a alguien a la que ha causado daño, dolor, tristeza, inseguridad… La pregunta es, ¿es buena esta sensación de ‘tristeza de segunda mano’?
«Compartir cualquier emoción, especialmente las más grandes como la tristeza, la ira y la felicidad, permite que nuestras amistades florezcan. De hecho, forjamos un vínculo mucho más fuerte que si ambos charláramos sobre ver los mismos programas de televisión durante el fin de semana», asegura McMahon.
Sin embargo, también avisa de los efectos negativos si la llevamos al exceso: «Puede ser un síntoma de narcisismo si lo que buscamos es apropiarnos de la tristeza de la otra persona.
«Evita pensar en cómo reaccionarías si fueras tú. Solo escucha y date cuenta de cómo está reaccionando la otra persona y cómo lo está llevando. Esto evitará confundir sentimientos, te ayudará comprender su punto de vista y te permitirá responder de manera efectiva con frases como, ‘Esto debe ser muy difícil para ti en este momento’ o ‘Espero que las cosas mejoren pronto, ¿puedo hacer algo para ayudar?'», finaliza McMahon.
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