Aunque el cuidado de la piel no conoce de temporadas, si bien es verdad que la llegada del sol provoca que este se intensifique. La exposición constante a los rayos UV puede ser realmente nociva si no tomamos las medidas adecuadas. Y no, no vale únicamente con el protector solar cada vez que pisemos la piscina o la playa, a pesar de hacer un buen uso de él, una hidratación continua o una buena limpieza. Requerimos de cuidados más específicos con la entrada del verano, sobre todo aquellas que cuenten con pieles realmente sensibles.
Hablamos de rostros con irregularidades en la pigmentación de la piel, más propensos a la aparición de pecas o lunares, que suelen sufrir más sequedad y para los que los riesgos, durante la época estival, son mayores. «Las pecas y los lunares son un rasgo físico muy característico en algunas personas. Son inofensivos en sí mismos, pero son signos de una piel más vulnerable a la radiación solar. Por tanto, obligan a cuidar con mayor intensidad la exposición de la piel al sol, ya que esta es la principal causa por la que se multipliquen”, apunta la doctora María Agustina Segurado. «Durante el verano, cualquier persona debe protegerse de las radiaciones solares, que pueden producir quemaduras, envejecimiento prematuro e incluso cáncer de piel, pero aún más quienes tengan lunares o pecas», resalta.
Cómo cuidar este tipo de pieles más sensibles
A pesar de que este tipo de pigmentaciones son totalmente benignas, es importante ponerles atención, sobre todo porque pueden ocultar algún problema, como un melanoma. El melanoma, según explican los expertos de Nivea, «es un tipo de cáncer de piel que surge cuando los melanocitos, las células que producen la melanina, crecen descontrolados y tiene consecuencias dañinas de mayor gravedad». Puede aparecer en cualquier zona, pero las más propensas son las áreas donde hay melanina acumulada, como los lunares o las pecas.
Según los últimos datos, España diagnostica alrededor de 5.000 casos de melanoma al año, de los cuales, 8 de cada 10 se debieron a una exposición excesiva a la radiación UV. Y, siendo más específicos, cerca del 30 % se diagnosticó en un lunar que ya existía. Por ello debemos ser conscientes de la importancia y tomar las medidas adecuadas:
Protegerse durante todo el año
Más allá del uso de sombreros o gorras como protección al sol, debemos evitar la exposición en aquellas franjas horarios donde el sol es más intenso –de 12:00 a 16:00 horas-, y tener en cuenta que los rayos atraviesan la ropa, de ahí que el uso de protector sea vital todo el año.
Usar protección de amplio espectro
Se trata de productos que brindan protección tanto contra rayos ultravioleta tipo A (UVA) -cuya consecuencia principal es el envejecimiento prematuro-, como los del tipo B (UVB) – rayos que provocan las quemaduras solares y, a largo plazo, incluso alteraciones del material genético y las primeras fases del cáncer de piel-.
Revisión: el método ABCDE
Posiblemente hayas oído hablar de él, sobre todo si cuentas con varios lunares en el cuerpo o rostro. Se trata de una forma de prevenir muy eficaz:
Usar productos antipigmentantes
Aunque tener pecas o lunares no es peligroso en sí mismo, poner atención a diario para evitar que se descontrolen o estar pendientes de aquellas que aparezcan de forma desigual es determinante. Por ello, los expertos recomiendan el uso de productos antipigmentantes que no solo actúan sobre las acumulaciones de melanina para aclararlas y reducirlas sino también ayudan a regularlas para que no se reactiven y aparezcan de nuevo.
Evitar métodos de bronceado
Al igual que la exposición prolongada a la radiación ultravioleta, los métodos de bronceado que usan radiación, como las lámparas solares y las camas de bronceado, también provocan daños a la piel ya que añaden tiempo de exposición a los rayos, y por tanto una acumulación de esta radiación en la memoria de nuestra piel.
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