La reina Isabel II se enfrenta estoicamente a su peor momento, el funeral de su esposo Felipe duque de Edimburgo: estas han sido las únicas ocasiones en las que se ha emocionado en público

Nada en la vida de la reina Isabel II, reina de Inglaterra, ha sido sencillo. Ni su infancia y juventud, marcada por la Segunda Guerra Mundial y su ascenso al trono, ni sus años de reinado salpìcados por todo tipo de escándalos, algunos de ellos protagonizados por sus propios hijos (cómo olvidar todo lo sucedido entre Carlos y Diana y la trágica muerte de esta en París). A pesar de todos los problemas la reina siempre ha contado con dos ases en la manga: el apoyo incondicional de su marido Felipe, duque de Edimburgo, y su educación 100% British. Pero el funeral de su esposo hoy puede ser una dura prueba de que ni siquiera una reina sea capaz de superar sin soltar una lágrima. No sería la primera vez que la reina se emociona en público, pero sí de las pocas ocasiones que esto ha sucedido. Hagamos un repaso de las más famosas.

Los recuerdos de la guerra… y el desmantelamiento de un barco

Por seguir un orden cronológico la primera vez que el pueblo británico pudo ver a su reina enjuagarse una lágrima en público hay que remontarse hasta 1997. La causa de la congoja real no fue otra que el desmantelamiento de un barco, el Britannia.

En realidad, el barco en cuestión tenía un gran valor emocional para la reina: era el barco en el que podía viajar la familia real, El mismo que ella había botado en 1953 y que le había servido en más de 500 ocasiones tanto públicas como privadas. La jubilación del yate le hizo soltar una lágrima, eso a pesar de que ahora es una atracción turística más cuyos relojes permanecen anclados en una hora: las 3.01, la hora a la que la reina lo abandonó por última vez.

El resto de las ocasiones en las que se ha podido ver a la monarca enjugándose una lágrima han tenido siempre que ver con ceremonias oficiales en honor a los caídos en la Segunda Guerra Mundial. No olvidemos que la monarca inglesa vivió toda la guerra al lado de su padre el rey Jorge, representando a la familia real inglesa e intentando dar ánimos a su pueblo. Con 13 años tanto ella como su hermana hicieron un programa radiofónico orientado a los niños en plena guerra. En 1945 entró a formar parte del servicio de mujeres del Auxiliary Territorial Service con el cargo de teniente segunda donde se formó como mecánica y conductora.

En 2002 la reina Isabel II tuvo que sustituir a su madre, recién fallecida, en la ceremonia en honor a los caídos que tuvo lugar en el campo del recuerdo de la Abadía de Westminster. La combinación de recuerdos hicieron que en aquella ocasión las lágrimas corrieran bien visibles en las mejillas de la monarca. Al menos en otras dos ocasiones que han tenido que ver con conmemoraciones militares.

En 2016 se organizó un memorial por los caídos del regimiento del duque de Lancaster en sus diez años de historia. Lo especial de este regimiento es que la reina es quién otorga el título de duque de Lancaster y quien figura como coronel en jefe del mismo.

En 2019 la emoción también se cristalizó en lágrimas en el Poppy day, el día en el que los británicos recuerdan a los civiles y militares que perdieron la vida durante la Primera Guerra Mundial y que se celebra todos los años portando amapolas en la solapa y recaudando fondos para las familias de los caídos en combate y los ex soldados. Viendo lo sensible que es la reina a estas ocasiones relacionadas con las fuerzas armadas no es extraño que su marido pidiera que su funeral no fuera militar, quizá su último deseo era no hacer llorar a la reina en público.

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