Nuestros actos repercuten directamente sobre lo que nuestro cerebro procesa. Y el cerebro, además, retiene la información, la asimila y actúa también en consecuencia. Puede que alguna vez hayas tenido una conversación con alguna persona cercana a ti en la que te cuenta los problemas que le están causando dolor y que le impiden pensar en otros temas. Puede también que esos mismos problemas hayan salido en la siguiente charla que hayáis tenido y, más aún, que sea el único tema de conversación que tengáis.
Porque con frecuencia tendemos a obcecarnos en una idea y nos obsesionamos tanto con ella que a menudo tenemos la necesidad de manifestarla a nuestros amigos y familiares más cercanos. Si es un problema, incluso más. Pedimos consejo, buscamos opiniones y luego tomamos decisiones.
Pero lo cierto es que precisamente cuanta más importancia le damos a un determinado tema, más afectará a nuestra salud mental. Verbalizar los hechos, en la mayoría de las ocasiones, no hace más que aumentar su importancia ya que nuestro lenguaje juega un papel clave en la manera en la que nuestro cerebro procesa la información y, consecuentemente, produce nuestro dolor.
Tanto es así que cuando empleamos un lenguaje alarmista, extremadamente negativo o cargado de violencia podemos llegar a manipular inconscientemente la mente de la persona que se encuentra escuchándonos y producir también dolor en ella.
El dolor, por tanto, afecta no solo a quién lo padece, sino también a su entorno. Y si hablar de ello es malo para el que lo sufre, también lo es para quién escucha. Entonces, ¿qué podemos hacer para cambiar esta situación?
Las respuestas, seguro, o las escuchado o las has pronunciado. Deja de hablar del dolor y céntrate en comentar los planes que tienes esta semana, la última película que has visto o lo que te quieres comprar para esta nueva temporada. Sí, distraerte será lo más efectivo.
Además, también debes intentar minimizar los síntomas que tienes pensando que eres tú mismo el que tiene el control sobre tus pensamientos por lo que, si piensas que en realidad el dolor físico o el problema emocional no es para tanto, seguramente comiences a disminuir su importancia en tu mente.
Y como consejo: ayuda a tu entorno dándoles estas recomendaciones. No sientas miedo ni te sientas violento ante esa conversación. Lo que estás haciendo, realmente, es ayudaros a ambos.
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