Las joyas de Charlène de Mónaco, la princesa triste con los diamantes más espectaculares y los diseños más modernos

Charlène ha sido, sin duda, la princesa más insólita de las cortes europeas. No solo por su actitud, enfermizamente tímida al principio, sino, sobre todo, por su estilo, “sport chic”, que ha convertido en su sello. Es la princesa europea con el guardarropa más caro, y los peinados más sorprendentes.

Pero en su vestidor destaca, sobre todo, su joyero, que ha supuesto una drástica innovación en el mundo de la orfebrería real y un soplo de aire fresco entre las piezas decimonónicas que se ven habitualmente en las cortes europeas. Formado por regalos del príncipe Alberto, en él destacan algunos de los diseños más vanguardistas de los últimos años. La razón es que Charlène no ha heredado ninguna joya de la Casa Grimaldi y ha tenido que constituir su propia colección.

Fue Carolina quien recibió el joyero de la princesa Charlotte, madre de Rainiero, y ni siquiera Grace pudo utilizarlo, porque las relaciones con su suegra nunca fueron buenas y las joyas familiares se utilizaron como una manera de mostrar públicamente ese desencuentro. La ausencia de estas “joyas de pasar” ha dado la oportunidad a Charlène de reunir sus propias piezas, llenas de imaginación y de espectacular belleza. La Princesa ha demostrado un gusto especial para las joyas.

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Una de las pruebas es que podía haber lucido alguna de las tiaras heredadas por Carolina –por ejemplo la impresionante Cartier Pearl Drop, con arcos de diamantes de cada uno de los cuales cuelga una perla–, el día de su boda, pero prefirió un broche con motivo floral de diamantes del siglo XIX, que le prestó Carolina, para sujetar su velo, y que encajaba a la perfección con el sobrio vestido de Armani que eligió para la ceremonia. Bien es cierto que ni Grace, ni la propia Carolina lucieron tiara el día de su boda, pero Charlène podía haberlo hecho.

Una de las piezas más espectaculares de su joyero es la tiara-collar Océan, de Van Cleef and Arpels, proveedor del Principado desde 1956. Está formada por 850 diamantes y 359 zafiros de distintas tonalidades dispuestos en círculos que representan las olas y la espuma del mar. Once de sus diamantes son de cuatro quilates cada uno y simbolizan gotas de agua. La Princesa lo estrenó como collar en un Baile de la Rosa, pero se puede también lucir convertido en tiara. Fue un regalo de boda y se dice que en homenaje a su pasado como nadadora.

Otra de las piezas que más llamó la atención en su momento por su innovación es la llamada tiara de Lorenz Baümer o Espuma de Diamantes, realizada en diamantes y oro blanco. La propia Charlène participó en su diseño.Tenía una idea muy clara: que fuera sobria y tuviera un toque informal. Está inspirada también en el mar. Imita a la cresta de una ola mediante once varillas que terminan con un diamante de ocho quilates cada una.

Su gran originalidad reside en el juego de reflejos que presenta el diseño gracias a las varillas. Charlène la ha utilizado como tiara, pero también se puede llevar como collar y como broche. Fue realizada por el joyero Lorenz Bäumer en 2011 para la recepción que se ofreció a los miembros de la realeza tras el enlace matrimonial de los Príncipes.

Los regalos de Alberto no terminan ahí. La princesa recibió dos anillos: la alianza de boda de 18 quilates de oro blanco y platino, de Cartier, y una sortija de diamantes del joyero Repossi, que fue el presente de la petición de mano.

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