Chloé dejó al mundo de la moda conmocionado el pasado tres de diciembre, tras anunciar la salida de su diseñadora: Natacha Ramsay-Levi dejaba la firma, en plena pandemia, y tras cuatro años al frente de su dirección creativa. “Durante mi último show en octubre, evoqué la idea del riesgo como un valor posible, y en esta continuidad, me permito la fantasía de creer en el cambio", se despedía. Pocos días después, el anuncio que confirmaba a Gabriella Hearst como su sustituta lanzaba una nueva esperanza: su carrera meteórica combinaba a la perfección con sus ideales idénticos a los de la fundadora de la maison, Gaby Aghion, que siempre abogó porque Chloé tuviese un "espíritu feliz, que hiciese a la gente feliz". Este miércoles, con su primera colección para Chloé, Hearst ha confirmado todas las sospechas.
El espíritu, las raíces, su esencia, su ADN… el mundo de la moda coincide rotundamente en que Gabriella Hearst lo ha resucitado todo de Chloé. Una oda a la libertad y a la estética hippie y boho que Gaby Aghion puso de manifiesto con su primera colección presentada en París. Y no es casualidad: este año se cumple el centenario del nacimiento de la eterna creadora que dio vida a una de las firmas más prestigiosas de la industria de la moda. Todo un homenaje a ella y a su increíble trabajo en forma de colección.
Gabriella Hearst se ha inspirado en el París más romántico, desconocido y multicultural, pero sobre todo vivo. Ese mismo que vibraba en las primeras colecciones de Aghion. “De Gabi, para Gaby”, se llama la firma, haciendo hincapié en lo poderosas que son ambas mujeres, reafirmando la primera a la segunda: “tu casa está en buenas manos”. La visión de Gabriella mira hacia el pasado de la maison, pero también hacia un futuro sostenible y respetuoso con el medioambiente, en el que cada prenda está hecha de forma consciente y con ambiciosos objetivos que alcanzar en 2025.
Uno de los puntos fuertes de la colección en materia de tejidos es el cachemir reciclado, de una categoría ultrasuave, se viste de rayas multicolores que evocan esa nostalgia hippie parisina, pero también son un guiño a los orígenes uruguayos de Hearst. Las texturas cobran protagonismo también en forma de ponchos acolchados, rayas de todo tipo y muchos flecos, subrayando el espíritu relajado pero urbano de la mujer que se viste, como decía la propia Gabriella, para expresar su estado de ánimo.
Los estampados estilo patchwork, los acabados festoneados en blusas -esos que Gaby Aghion aplicó por primera vez en 1960 en los vestidos de piqué de algodón de su desfile presentado en Brasserie Lipp– y los vestidos largos de punto, plisados y románticos o de estampado inglés se fusionan en una colección en la que los colores neutros mandan y combinan con grandes abrigos.
Y dos homenajes: uno a las mariposas tejidas en lana con la técnica intarsia, subrayando y denunciando la extinción del insecto en todo el mundo (algo para lo que Gabi reclama eliminar el uso de pesticidas); y otro el bolso Cloé Edith, fue el primero de lujo para la diseñadora y lo ha reeditado en diferentes tamaños y versiones (de cachemira o jacquard reciclado), además de reutilizar 50 modelos antiguos. “Lo nuevo no siempre es mejor”, sentencia la diseñadora.
En materia de calzado, Hearst persigue una comodidad absoluta que encuentra a través de las clásicas botas Chelsea de cuero, mocasines de diferentes alturas y botas y botines de punto por encima de la rodilla que se integran con un calcetín para engañar a la mirada. Todo presentado al ritmo de Lido Pimienta y Los Fabulosos Cadillacs, con sonidos electrónicos de fondo que atraen energía y buenrollismo en la primera colección -que es perfecta- de Gabriella Hearst para Chloé.
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