Nueva York siempre ha sido para Carolina Herrera una de sus mayores fuentes de inspiración. No solo la ciudad en sí misma y su estilo de vida sino también sus habitantes. Por eso, con el cuarenta aniversario de la firma a la vuelta de la esquina, Wes Gordon, su director creativo, ha querido llevar ese referente a su máxima expresión y escribirle una carta de amor por tantos servicios prestados en su colección para el otoño-invierno 2021/22. En esta carta de amor no faltan los corazones, la explosión de color y, sobre todo, la elegancia sofisticada sin imposturas tan propia de la firma.
En su campaña, la cámara sigue a las seis modelos en su paseo por Nueva York. Bajo una copiosa nevada, se suben a un autobús turístico con el icónico rojo de la firma y su logo, inundando de color y estilo la Gran Manzana. También posan en otro rincón imperdible para los visitantes, el mirador del Empire Estate Building. De fondo suena Native New Yorker, de Oddyssey y el viaje acaba, como no podía ser de otra forma, en Times Square. A lo largo de todo este paseo las modelos lucen los diseños que son más Carolina Herrera que nunca. Con colores vibrantes como el verde, el rojo, el rosa, el azul turquesa pero donde tampoco faltan los siempre elegantes blanco y negro.
Tampoco el director creativo se olvida esta vez de su estampado más icónico, los lunares. Estos, junto con el estampado de jirafa, alcanzan proporciones extremas aunque en esta colección el protagonista absoluto es sin duda el corazón. Lo encontramos en forma de botones, como hebilla de los característicos cinturones anchos de la marca, bordados en vestidos o tejidos en jerséis y prendas de punto. También son el centro de los accesorios, en forma de pendientes o adornando las botas o los bolsos de la nueva colección.
En cuanto a las siluetas, no falta ninguna de las clásicas, desde la camisa, en su expresión más teatral con cuello con volante y mangas abullonadas y fruncidas; hasta la falda larga de volumen XL teñida más que nunca de colores vibrantes como el azul o en versión arcoíris.
Como contrapartida, minivestidos de manga farol, vestidos de punto que se ciñen al cuerpo o caen ligeramente sobre él, conjuntos de denim de pantalones de campana y chaqueta bomber a juego. El vestido camisero es otro de los hits de Carolina Herrera que no podían faltar, en esta ocasión se presentan con tejido vaquero o en un tafetán rosa intenso con caída por detrás y cintura ceñida.
Aunque es en los conjuntos de noche en donde Carolina Herrera termina de rematar una colección en la que lo sofisticado sale de manera natural. Vestidos de lentejuelas, cortos o largos, pero a todo color y llenos de pequeños detalles, diseños de escote corazón y corte sirena en un elegante color negro con una explosión inesperada de tul rosa bajo la falda.
La colección para el invierno que viene más allá de ser un sentido homenaje a la ciudad de Nueva York es el chute de energía tan necesario en estos días, el deseo de volver a disfrutar como antes tal y como afirma Wes Gordon en el comunicado: “Las lentejuelas en tecnicolor y los estallidos de tul en rosa y rojo presagian días más soleados, llenos de alegría y unión”.
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