Isabel Pantoja fue la primera folclórica influencer antes de que ni si quiera existieran las redes sociales

Corría el verano de 2003 cuando una casi desconocida Mila Ximénez (ex esposa del tenista Manolo Santana y habitual de los círculos VIP en la Marbella de los años 80) se colaba en los hogares de media España a través del programa ‘Aquí hay tomate’. Sentada con cara de muy pocos amigos, la periodista sevillana miró fijamente a cámara y tachó a Isabel Pantoja de “rara, siniestra, extraña y oscura”. Un bombazo televisivo que puso a la tonadillera (sin ella quererlo ni esperarlo) en el ojo del huracán mediático rosa sin que nadie supiese muy bien a cuento de qué venía aquel ataque sin piedad por parte de Mila.

Sin embargo, y como el mundo es muy pequeño (y más el del papel cuché), resulta que tanto Mila como Isabel habían compartido amistad con Encarna Sánchez. De hecho, Mila había trabajado codo con codo con esta última en su programa radiofónico, Directamente Encarna. Así pues, y para echar más leña al fuego, la ahora colaboradora de Sálvame y Sálvame Deluxe comenzó a insinuar que entre Encarna e Isabel había algo más que una amistad.

Y aquí es donde los ‘Pantojers’ entraron en acción. Y sí, decimos ‘Pantojers’ porque los fans de la tonadillera fueron los primeros en la historia de España en movilizarse por su diosa de la música como solo a día de hoy se movilizan de manera digital aquellos que profesan amor eterno a Ariana Grande, Lady Gaga, Justin Bieber…. El ataque (justificado o no, real o no, merecido o no) de Mila a Isabel dejó clara una cosa: los seguidores de Isabel Pantoja no se andaban con tonterías para intentar defenderla de unos ataques que ellos consideraban intolerables.

Sin necesidad de ocultarse tras las redes sociales, sin hashtags, sin trending topics, a cara descubierta y con la cabeza bien alta, los fans de Isabel Pantoja comenzaron una auténtica batalla para recuperar el honor de la todavía llamada ‘viuda de España’, que ahora solo podría ser comparada con la que los seguidores de Britney Spears han organizado (2.0 mediante) para liberarla del ‘secuestro’ al que ellos creen que está sometida.

En cada uno de los conciertos que la tonadillera dio durante los más de 10 años que duró el combate Mila vs Isabel, los ‘Pantojers’ actuaron como auténticos guardaespaldas de la cantante durante sus conciertos al abuchear a los periodistas, acusarles de intimidar a su diva y en alguna ocasión llegar a las manos con las cámaras de televisión. De hecho, cuando algún equipo de Aquí hay tomate se atrevía a poner un pie en los mismos, los devotos de Isabel se encargaban de mantenerlos a raya hasta que la propia folclórica decidió vetarlos de sus recitales.

Pero, ¿cómo puede ser que, sin redes sociales, sin plataformas online, sin esa globalización tecnológica que ha hecho del fenómeno fan todo un caso de estudio sociológico, Isabel Pantoja consiguiese que sus seguidores ‘matasen’ por ella? La respuesta es obvia. Isabel es una diva (Internet mediante o no) y, lo que es más importante, actúa como tal.

Las divas, como lo son Mariah Carey, Lady Gaga o Ariana Grande, se creen por encima del bien y del mal. Y eso es necesario para que tus seguidores no solo te sigan, sino que te idolatren. Ahí está la verdadera diferencia. Aunque parezca que todas las anteriores artistas internacionales citadas anteriormente inventaron la pólvora en esto de los miles y millones de seguidores en Instagram, Isabel Pantoja (y Rocío Jurado, no olvidarnos de ella) lo hicieron antes incluso de que pudiésemos navegar por Internet Explorer.

Una diva vive por y para su público. Muestra su sufrimiento, pero no se derrumba. Sonríe, aunque sea con una mueca de dolor. En definitiva, vive actuando. Por eso Isabel, incluso pasando por la cárcel, renunciando a sus principios aceptando dinero de Mediaset y saltando de un helicóptero en Supervivientes, sigue teniendo unos seguidores fieles que le perdonan y justifican todo. Porque eso es para lo que están las divas, para venerarlas y adorarlas, pase lo que pase y le pese a quien le pese.

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